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Las listas de espera para acceder a una plaza pública en una residencia de ancianos es hoy de 296 personas, cuando antes del estallido de la pandemia, en enero de 2020, era de 664, más del doble. Igualmente, los plazos para acceder al servicio también ... se han acortado, una tercera parte, hasta quedar por debajo del periodo máximo de seis meses que marca la ley (tres desde la solicitud hasta el reconocimiento del grado de dependencia y otros tres desde ese momento hasta la asignación del recurso). La media nacional es de catorce meses y medio.
Sin duda, la pandemia supuso un punto de inflexión: el incremento de la mortalidad en las residencias, con la consiguiente liberación de plazas, así como los fallecimientos de personas mayores en sus domicilios, se tradujo en un descenso notable en la demanda del recurso residencial, lo que permitió reducir la lista de espera hasta hacerla prácticamente inexistente, de manera que durante el segundo semestre de 2020 y el primero de 2021 había plazas vacantes en casi todas las residencias de Cantabria. También contribuyó a esta situación la reticencia de muchas personas mayores, y de sus familias, a internarlas en los centros por los contagios generalizados que se estaban produciendo en ellos.
Cantabria dispone de 4.378 plazas públicas en residencias para mayores y unas 1.300 privadas, lo que se traduce en una ratio de 4,5 plazas por cada cien habitantes mayores. El objetivo de alcanzar las cinco plazas por cada cien mayores que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) está cercano, según los responsables regionales de Políticas Sociales.
«Nuestra apuesta es fortalecer el llamado cuarto pilar de bienestar, que son los cuidados, fortalecer el sistema de atención a la dependencia», subraya la consejera de Empleo y Políticas Sociales, Eugenia Gómez de Diego. «Apostamos por un modelo de atención centrado en la persona, una atención personalizada. Además, si queremos que el Sistema de Servicios Sociales se ponga a la altura de los otros sistemas de protección, como el sanitario y el educativo, hay que apostar por sus profesionales. La apuesta por la calidad del servicio pasa por reducir los tiempos de respuesta en las demandas de la ciudadanía, especialmente en lo que se refiere a la solicitud de valoración de la situación de dependencia y en el tiempo requerido para la asignación del servicio y/o la prestación económica una vez reconocido el derecho a la protección. En todos estos aspectos y más estamos trabajando y hemos ido incrementando la inversión en políticas sociales», explica.
Actualmente, en Cantabria hay proyectadas nueve residencias de mayores nuevas (tres de ellas localizadas en Santander, donde mayor es la necesidad), en diferentes fases de ejecución. Si el ritmo de demanda de la prestación se mantiene, es posible que en dos o tres años, con los nuevos centros ya en marcha, se alcance e incluso se supere la tasa de la OMS, asegura el director de Políticas Sociales, Julio Soto. «Creo que no peco de optimismo: si los proyectos siguen adelante y la evolución de las tasas de dependencia se mantiene, Cantabria podrá atender las peticiones de todos los mayores y ofrecer una plaza en una semana o diez días».
Antes de la pandemia, el número de fallecimientos anuales en las residencias rondaba los 1.050; en 2020, el año más duro, las muertes entre residentes aumentaron hasta 1.279. En 2021 el descenso fue considerable, hasta 968. Pero la reducción de las listas de espera y de los plazos no solo es producto de las vacantes generadas por los óbitos que se registran en las residencias: la incorporación de 369 plazas públicas a la red de atención, el desarrollo de la prestación económica vinculada al servicio residencial y la mejora de los procesos de gestión, han logrado que, dos años y medio después del inicio de la pandemia, el tiempo medio de espera desde la solicitud hasta la prestación del servicio se haya reducido en cuatro meses.
«Reducir los plazos de espera se vive como un éxito de gestión importante», reconoce Julio Soto, director general de Políticas Sociales. No obstante, subraya que las listas podrían reducirse aún más. «Se da la paradoja de que hay plazas vacantes en algunas residencias y al tiempo listas de espera». Esto se debe, explica, a que ya no hay listas de espera por residencias, y hay quien renuncia a las plazas que están disponibles por no encontrarse en el centro que desea. «Ese sistema favorecía a las familias con más recursos, que podían permitirse costear una plaza privada en una residencia y esperar a que se produjese allí una vacante. Ahora ofrecemos las plazas vacantes en el entorno más cercano al domicilio, para que se elija la que se prefiera. Lo anterior nos parecía socialmente injusto».
Eugenia Gómez de Diego
Consejera de Políticas Sociales
El hasta ahora inexplicado exceso de mortalidad que está afectando a toda España, y especialmente a Cantabria, también se está dejando sentir en las residencias, que ya acumulan más de 900 fallecidos: de mantenerse este ritmo de defunciones, la cifra de óbitos a fin de año podría ser similar a los que se produjeron en 2020, en el tramo más duro de la pandemia.
Gema de la Concha, directora de la Fundación San Cándido, admite que durante el mes de julio sí padecieron más muertes, aunque la cifra de las que se han producido a lo largo del año se sitúa dentro de lo normal. «En nuestra residencia yo descarto el covid, porque los fallecidos no eran positivos, ya que la prueba es lo primero que se hace ante cualquier problema; tampoco creo que las muertes se deban al calor: hemos seguido a rajatabla todo el tema de hidratación, y no ha habido ingresos por deshidrataciones ni a consecuencia de ello».
4.378es el número de plazas públicas en residencias de ancianos que hay en Cantabria
968muertes se han registrado en las residencias este año: podría alcanzar las cifras de 2020
Hay quien ha apuntado la posibilidad de que el incremento de muertes se deba, en parte, al colapso de la Atención Primaria, al que también contribuyó el covid. Julia Gurruchaga, responsable del Grupo Pro Maiorem, que gestiona, entre otras, la residencia Virgen del Faro de Santander, no afirma que esa sea la causa, pero sí que se trata de un grave problema. «Lo que sí puedo decir es que el centro de salud de El Sardinero no da abasto: atiende nuestra residencia, la nueva de La Pereda y ahora también se tiene que hacer cargo de Padre Menni. Apenas tenemos personal de enfermería y no hay coordinación sociosanitaria, así que nosotros estamos sobrepasados, y los médicos y enfermeras también. La Administración no pone los medios para que se atienda a los residentes como la Ley de Dependencia dice que tiene que hacer».
Julia Gurruchaga
Residencia Virgen del Faro
Ramón Fernández
Asilo San José
En el Asilo San José, en Torrelavega, su director médico, Ramón Fernández, habla en cambio de una coordinación perfecta, tanto con el Hospital de Sierrallana como con el centro de salud de El Zapatón. A su juicio, son precisos estudios epidemiológicos para determinar la causa de este aumento de fallecimientos. «El rigor exige estudios serios: lo de 'a mí me parece que...' es inútil».
«El efecto del calor ha sido tremendo y posiblemente contribuyó. Hay que pensar que se trata de personas con cuatro o cinco enfermedades crónicas, y todas ellas les debilitan, así que cuando se producen situaciones como la de la ola de calor se nota. Forma parte de la situación física y clínica de los residentes: en las residencias no hay personas sanas, muchas están en situación límite, y cuando esta se sobrepasa... No es culpa de la Consejería, ni de los médicos, ni de la residencia».
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