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Arriba, Rafael Prieto, propietario de Querida Margarita, en su restaurante con todo preparado para la reapertura el próximo martes. Abajo, David Mora, hijo de Mariano Mora, en el restaurante La Prensa de Santander, que permanece cerrado desde marzo. Celedonio Martínez
Los restaurantes mantienen la duda de su reapertura «ante la falta de rentabilidad»

Los restaurantes mantienen la duda de su reapertura «ante la falta de rentabilidad»

Sin datos concretos, el sector cree que la cifra de establecimientos que reabrirá sus puertas en la fase dos, será «mayor que la de terrazas»

Laura Fonquernie

Santander

Jueves, 21 de mayo 2020, 07:03

A pesar de llevar semana y media en la fase uno de la 'desescalada', encontrar una terraza abierta es todavía una tarea complicada. Mejor salir de casa con el destino claro que esperar a toparse con una mientras andas por la calle. El sector hostelero ya alertó de que la reapertura iba a ser más bien anecdótica. Y la realidad es que pocas han sido las que durante estos días se han animado a subir la persiana y para verlo solo hace falta dar una vuelta por Santander. La limitación del aforo a un 50% y la falta de medidas económicas no convencieron a la gran parte del sector con establecimientos pequeños que, si bien tiene ganas de arrancar, necesita ayudas para que el mero hecho de pensar en reabrir el negocio no suponga perder dinero.

En unos días, en principio, cambia el panorama. Si el proceso de la 'desescalada' avanza según el calendario marcado, y todo apunta a que sí, Cantabria pasará a la fase dos el próximo lunes 25 de mayo. Esto supone levantar restricciones en la comunidad autónoma. Así, a las terrazas abiertas se sumarán algunos restaurantes. Aunque aún no hay cifras sobre cuántos empezarán a trabajar, la previsión es que «van a abrir más establecimientos» de los que se decantaron por hacerlo durante la fase uno.

«Habrá una reapertura mayor, parece que más restaurantes se van a animar», resume Ángel Cuevas, presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria. Eso sí, «ninguno lo hace por razones económicas», insiste. Nadie espera tener rentabilidad. Cuando el gremio comparte impresiones, la mayoría coincide en que no «va a ganar dinero». En este caso es más una cuestión de «salud mental» que nace de la necesidad de trabajar.

¿Uno de los motivos en contra? Las limitaciones. Todos los que a partir del lunes recuperen el trasiego en sus cocinas, no podrán utilizar la barra. Y, además, deberán hacerlo –al menos de momento– ocupando sólo el 40% del aforo del interior del local. Salvo que el Ministerio de Sanidad acepte la propuesta remitida por el Gobierno regional de permitir que los bares, restaurantes, hoteles y casas rurales ubicados en localidades cántabras de menos de 5.000 censados se puedan ocupar al 100%. Y que los establecimientos situados en zonas con entre 5.000 y 10.000 habitantes, puedan hacer uso del 80%. El resto seguirían las normas generales aplicadas en la fase dos. Pero para saberlo habrá que esperar.

No obstante, aunque lo óptimo sería poder dar uso a todas las mesas, lo cierto es que «el límite de aforo podría funcionar en los días que sean laborables», señala el presidente de los hosteleros. Un 40% que, sin embargo, «se queda corto para el fin de semana o las jornadas punta».

«Si todo va bien...»

Aunque de cara a la reapertura de restaurantes los números parecen algo más positivos que las cifras de terrazas, el sector sigue con incertidumbre. Tiene ahora la mirada puesta en la flexibilización de los desplazamientos (otro motivo que juega en contra) y el verano. Los dos aspectos que marcarán la salida del batacazo económico de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. A pesar de las dudas, al menos «la próxima fase será mejor, la uno es económicamente nefasta», valora Cuevas.

Lo cierto es que con las circunstancias excepcionales que ha dejado esta pandemia, intentar predecir ahora lo qué va a ocurrir en unas semanas es «imposible». Son siempre hipótesis, pero «si todo va bien» la hostelería espera obtener «más rentabilidad» en junio. Sobre todo a partir del día 8 de ese mes cuando, en principio, daría comienzo la fase tres del proceso de 'desescalada' que prevé la flexibilidad de la movilidad general. Hasta entonces nada.

Una fecha que el sector espera con esperanza de poder recuperarse porque el resumen del año es negativo en todos los sentidos. «Llevamos cuatro meses de invierno puro (noviembre, diciembre, enero y febrero) sin abrir el cajón», ejemplifica el presidente de la hostelería. Y cuando llegaba marzo e «íbamos a abrir llegó esto (por la crisis sanitaria)». Justo cuando era el momento de «arrancar y empezar a absorber los gastos del invierno». Es decir, «ocho meses» en negativo.

De momento triunfa la incertidumbre sobre cuál va a ser el recibimiento. Es verdad que las terrazas están llenas, pero también lo es que hay pocas abiertas. Una referencia que no elimina las dudas. Quizá la gente se decante por ahorrar antes que por comer fuera. Por ahora los locales cántabros se preparan para garantizar el cumplimiento de las medidas de protección. Como, por ejemplo, la separación entre las mesas. Esos dos metros de distancia de seguridad que han llegado para quedarse, al menos, durante un tiempo.

SÍ ABRE | Rafael Prieto (Querida Margarita)

«No somos de los más afectados porque sólo quitamos dos mesas»

En el restaurante Querida Margarita y El Serbal de Santander llevan preparándolo todo para la reapertura desde el mismo 15 de marzo, el día siguiente en que se decretara el estado de alarma. Y ya por fin «abrimos el martes», cuenta Rafael Prieto, su propietario. Tienen ganas de hacerlo, «porque la gente está harta de estar en casa, quiere trabajar, volver a ver a sus compañeros y, sobre todo, ejercer la profesión por la que sienten pasión». Por como están repartidas las mesas en el restaurante Querida Margarita, «solo tenemos que quitar dos de ellas», explica Prieto. De modo que, aunque la barra no podrán utilizarla, «no somos de los más perjudicados» por la limitación del aforo, reconoce. Y, aunque pierdan ocupación, lo importante es «empezar pronto».

Eso sí, reabren con la incertidumbre de no saber cómo va a funcionar. Dudas que Prieto ha compartido con «compañeros del gremio». Todos están a la expectativa de ver «cómo avanza la situación» y, sobre todo, «cómo llega el verano». Tampoco pueden predecir si la gente responderá o no. En este caso las dudas giran en torno a si la sociedad va a apostar por «salir y comer fuera o van a preferir ahorrar». También puede ocurrir que entre semana la gente se quede en casa aunque ellos «confían en que se animen también esos días». De momento, las primeras reservas que han recibido son «sobre todo de cara al fin de semana, pero seguimos a la expectativa», añade Prieto. Lo positivo es que el restaurante reabre con varios platos nuevos que han nacido durante los meses de confinamiento.

NO ABRE | Mariano Mora (La Prensa)

«Si abro será en junio y no porque sea rentable sino por amor propio»

Hasta junio nada. La fecha que MarianoMora se ha marcado, como pronto, para reabrir sus tres restaurantes en Santander (La Prensa, La Radio y El Rinconcito) es el cuatro de junio. «Y lo haré porque nos debemos a los clientes y por amor propio, pero no porque sea rentable», cuenta con resignación. La semana que viene, si Cantabria pasa a la fase dos, ya podría arrancar, pero con la limitación del aforo es «inviable». Su idea es esperar a estar a las puertas de la fase tres (en principio el 8 de junio) cuando el aforo permitido en el interior de los locales sea ya de un 50% porque un 40% «es un caramelo que no nos sirve». Una vez abiertos, «entre los salones y la venta on line intentaremos ir tirando», añade. No obstante insiste, ni siquiera entonces «habrá negocio».

El empresario es consciente de que hay «un problema sanitario gordo», pero considera que hay «otras alternativas para hacer las cosas». Sobre todo urge ayudas económicas. Por ejemplo una rebaja de los impuestos. «Si no voy a ganar dinero, no puedo pagar las mismas tasas de siempre». Una flexibilidad en las medidas que extendería también a las rentas de sus trabajadores, en ERTE desde el 14 de marzo. Algunos de ellos que «ni siquiera han cobrado aún». Es más, tras dos meses sin ingresos, él mismo repartió entre sus empleados «las existencias de los restaurantes» para ayudarles. Por eso, sin ayudas en esta línea, para Mariano Mora subir la persiana se hace cuesta arriba. La idea es reabrir y «ver cómo funciona» y cómo avanza la situación. Pero, si no mejora, no descarta «tener que cerrar».

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