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Desde Cañadío hasta Peña Herbosa con las linternas de los móviles como única luz durante el recorrido y acompañados de algún que otro grito de protesta. Cuando el reloj marcó las 00.30 horas de la madrugada de ayer, decenas de hosteleros y trabajadores del ... sector se reunieron en la plaza de la capital cántabra para manifestarse contra las restricciones que ahogan al sector. Una movilización organizada, precisamente, la misma noche que entró en vigor la última medida aprobada por el Gobierno de Cantabria de adelantar el horario de cierre a las once de la noche. Otro golpe que termina de «apagar la hostelería», dicen.
Sobre todo a los establecimientos de ocio nocturno, que hace apenas diez días celebraban poder abrir, al menos, hasta la una de la mañana después de pasarse mes y medio de verano cerrados. Una medida que ha durado poco. Si mantener ese horario durante mucho tiempo era para la mayoría de los negocios «insostenible», este último es ya imposible. Por eso, a partir de hoy, lunes, muchos locales optarán por no subir la persiana porque las once de la noche no entra, ni siquiera, en su horario de apertura. Para otros no es rentable. Todo ocurría antes de que el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, anunciara el estado de alarma y decretara el toque de queda para todo el país.
Lo cierto es que la movilización duró poco porque el recorrido no era largo. La idea era hacer algo simbólico y «rendir un homenaje a la hostelería» que, con tantas restricciones y sin ayudas, «se muere». De ahí lo de llevar velas. Las colocaron a las puertas de la sede del Ejecutivo regional porque es a ellos a quienes dirigen la petición que llevan gritando desde hace meses: «Queremos trabajar». Y la madrugada del domingo volvió a escucharse. Como otros tantos gritos contra el Gobierno central.
«Estamos cansados», reconocía Ángel Suárez, presidente de la Asociación de Empresas del Ocio Nocturno de Cantabria. «Podemos reinventarnos, pero hasta cierto punto» porque cada cambio supone invertir más dinero. Lo tienen claro, quieren subir la persiana «aunque sea a un tercio del aforo». Asumen las restricciones que Sanidad considere oportunas porque los hosteleros son los más interesados en que la situación sanitaria no empeore. «No ha habido contagios en nuestros locales. Somos los primeros que queremos hacer las cosas bien, pero no nos dejan», comentaba después de colgar en la verja que delimita la sede del Gobierno un cartel de 'se vende bar de copas', acompañado de un 'Revilla' haciendo las veces de número de contacto.
A la movilización se sumaron empleados de otros establecimientos hosteleros como Raquel, trabajadora en un hotel. Ella encendió dos velas. Una por un familiar fallecido por covid, la otra porque ya están hartos de que su sector sea «el más golpeado» porque «no se toman las mismas medidas en todos», decía. Y ahora ya es el momento de «salir a la calle y hacer ruido». Opinaba lo mismo Rafa, camarero en un bar de copas, que también salió a medianoche a protestar. Cree que la situación es insostenible y «no se puede seguir así». Él colgó un cartel de 'se traspasa'. Y coincide: «Tenemos que reivindicar nuestros derechos». Es lo único que les queda. Las velas y los carteles de los hosteleros pasaron allí la noche. Aunque el viento apagó la luz de las candelas y la sede del Gobierno regional volvió a quedarse a oscuras.
Las nuevas restricciones aprobadas por Sanidad afectan también al sector de taxi que acusa desde hace tiempo una «escasa demanda de clientes». Ahora una nueva medida que limita el número de pasajeros permitido en cada vehículo supone un «nuevo varapalo» al gremio por parte del Gobierno regional, denuncia la Federación Cántabra del Taxi, al tiempo que recuerda las medidas sanitarias que siguen en el sector, como mamparas y limpieza tras cada servicio.
El gremio considera que esta medida les «hunde aún más en la miseria». Y para la flota que trabaja a un 50% desde hace semanas, la restricción puede tener «consecuencias económicas devastadoras», subrayan. La Federación denuncia que el Gobierno regional les «ha excluido de las ayudas autonómicas» para paliar la situación.
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