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La crisis interna vivida en Podemos ha pasado factura en las urnas de las elecciones autonómicas, al igual que sucedió el 26 de abril en las generales. La candidatura encabezada por Mónica Rodero se ha quedado sin representación en el Parlamento de Cantabria ... frente a los tres diputados con los que contó en la última legislatura (José Ramón Blanco, Alberto Bolado y Verónica Ordóñez), que terminaron enfrentados y con el grupo parlamentario disuelto. Un auténtico batacazo, sin paliativos. Un revés a las aspiraciones de la formación morada que esperaba, al menos, repetir los resultados de 2015, aunque era consciente de que todos los conflictos vividos en el último año y que han fracturado al partido podían provocar la dispersión del voto hacia otras opciones de la izquierda, como así ha sucedido.
«Es un resultado muy malo», reconoció Rodero, que evitó utilizar la palabra fracaso tras confirmarse los resultados. La candidata nombrada por el Consejo de Coordinación Estatal de Podemos –no llegaron a celebrarse primarias– no podía ocultar su decepción, pero no quería asociar la debacle electoral a la crisis interna que ha fracturado y dividido al partido hasta acabar en los tribunales, con múltiples frentes judiciales abiertos. «Ahora no es momento de buscar explicaciones, necesitamos un tiempo de reflexión, de ver en qué hemos podido fallar y cuáles han sido las causas que nos han llevado a perder tantos votos», afirmaba.
Insistida por la influencia que han podido tener en los nefastos resultados los problemas internos, Rodero volvió a alejarse de ellos. «Es el momento que ha tocado, el desplome de Podemos ha sido de una manera muy generalizada a nivel nacional. Como formación política nos toca hacer autocrítica y ver dónde han estado los errores», incidía.
El clima de resignación se palpó desde primera hora de la noche en La Moraduca, la sede de Podemos en Santander. Las caras de Rodero según iba avanzando el recuento, muy expresivas, lo decían todo. Con el 50% de los votos escrutados ya daban por hecho el batacazo. «Nos quedamos fuera», admitía resignada la candidata. Tristeza en soledad, porque apenas se vio arropada durante la noche electoral por un puñado de compañeros de partido, menos incluso que los periodistas que acudieron hasta allí. Fiel reflejo de la situación que vive el partido en Cantabria.
«Nos quedan cuatro años por delante para reconstruir el partido», decía Rodero ya en clave de futuro. Ella era la que intentaba animar al resto de compañeros. Sin perder la sonrisa aunque tuviera sabor amargo. Dice que no piensa abandonar el barco, sino liderar la reconstrucción del partido.
«No hemos terminado aquí. Nos quedan cuatro años por delante para hacer un trabajo de recomposición, no vamos a parar con el trabajo que veníamos haciendo, ahora desde fuera de las instituciones. Seguiremos en las calles trabajando con las gentes de Cantabria, acompañando a los movimientos sociales y poniendo voz a sus demandas, haciendo política desde las plazas. Intentaremos ganar la confianza que un día tuvimos y que con sudor y esfuerzo estamos dispuestas a recuperar», reflexionaba desde La Moraduca pasada la una de la madrugada.
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