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¿Han probado a repasar fotos de las últimas celebraciones o juergas en las que han participado? Da vértigo. Lo digo porque he desempolvado una imagen de hace tres meses que parecen años. Bueno, desempolvar es una expresión que para esto se ha quedado desfasada. Tanto como esos programas y concursos grabados que salen ahora en la tele, en los que todos se besan, se abrazan y se estrujan. Extemporáneo. No crean que en pleno encierro me ha dado por rebuscar en viejos álbumes encuadernados. No. La instantánea de la que les hablo se tomó a finales de diciembre y la he rescatado del móvil, ese artilugio que hoy lo es todo. Y eso que con el confinamiento hemos recuperado costumbres ancestrales: el uso del teléfono fijo se ha incrementado el 75,5% en Cantabria en el último mes.
A lo que íbamos. En la fotografía aparecemos dieciséis miembros de la Redacción con un dinosaurio gigante. Posamos agarrados unos a otros, apelotonados. Y afanados en tocar al tiranosaurio de gomaespuma y en apretujarnos contra él. Lo encontramos arrumbado en el almacén del periódico, retirado tras una exposición organizada por El Diario en Torrelavega. Ahora verán ustedes en él un enorme saco de gérmenes, y en nosotros, unos insensatos. Pero entonces éramos compañeros que se daban un respiro con su bicho predilecto, tan conseguido, y con su mecanismo para manejarlo por dentro y todo. Dani Martínez se metió en las tripas de la criatura por hacernos una gracia navideña (en la foto está dentro con sus últimas reservas de oxígeno). Resistió a ciegas y medio asfixiado en esas entrañas resudadas por otros de antemano. ¡Qué pesados nos pusimos con que aguantara un poco más para retratarnos con el Tyrannosaurus rex! Por esos milagros de la vida, Dani sigue asintomático.
¡Qué escalofríos! Una estampa como esa sería ahora inconcebible. Si la imagen fuera de hoy, nos enfrentaríamos a varias multas, una brigada mixta del Ejército y de la Guardia Civil habría irrumpido en la sede del periódico y agentes pertrechados como para una guerra química estarían fumigando a fondo las instalaciones y enviando a la hoguera a nuestro dinosaurio, quién sabe si con Dani dentro por la urgencia. Y nos veríamos confinados en el edificio de El Diario, precintado y sometido a vigilancia para prevenir fugas. ¿Cómo han podido dar un giro semejante nuestras vidas en cuestión de semanas? No le demos más vueltas todavía. Así estamos.
La realidad es que la Redacción sigue vacía, el dinosaurio en su almacén y la plantilla de El Diario, en casa, cada uno en la suya y el sistema que nos conecta en la de todos. Esta emergencia social es una oportunidad única e indeseada de aprendizaje forzoso e intensivo, en especial para los periodistas más jóvenes, que se han visto inmersos sin preámbulo en la mayor aventura profesional de sus vidas. Ángela Casado, Laura Fonquernie, María Causo, Javier Gangoiti... ¿Cómo les va?
«Echo de menos trabajar en la Redacción. Ojalá volvamos pronto», dice Ángela. Pero, en pleno estado de alarma, acude donde haga falta, imperturbable. Después regresa a casa e intenta animar a Tomaso, que pasa mucho tiempo en la ventana. Tomaso es su gato. Son todos muy responsables. Los gatos sólo a veces, me refiero a los redactores de la última hornada. Toman precauciones. «Sólo salgo a hacer los reportajes y con mucho cuidado: gel, guantes y mascarilla. Impresionan mucho algunas historias», explica Causo. En casa saca tiempo para leer, ya se ha cepillado tres libros, y para hacer mucho deporte con vídeos de 'influencers'. Son otra generación.
Fonquernie anda ocupada con la sección 'En primera línea', en la que hablamos de algunos de ustedes, de los que no pueden quedarse en casa porque atienden servicios esenciales. «Estos días la empatía se multiplica y, hables con quien hables, te entiendes. Es como contar lo que tú y todos estamos viviendo, pero a través de otros ojos», resume Laura. Y Gangoiti patrulla por Camargo en misión informativa. Ya le han parado dos veces las fuerzas de seguridad, pero no le han puesto pegas gracias al salvoconducto que ha facilitado Paco Fernández-Cueto, jefe de Región, a los corresponsales.
Cada uno seguimos con nuestra tarea. Aunque las notas de prensa del Gobierno de Cantabria releguen las cifras de muertos por Covid-19 para destacar otras más favorables, en El Diario las vamos a seguir subrayando. También contaremos que baja el número de ingresos y de contagios y que sube el de curados. Pero el SARS-CoV-2 mata. Ya ha enviado a la morgue a 60 pacientes en esta región y conviene tenerlo muy presente para que sigamos recluidos el tiempo que haga falta. Una de las lecciones extraídas de esta catástrofe es la necesidad de recoger las cifras de manera homogénea en todas las comunidades, de manejarlas con transparencia y de ofrecer una correcta lectura de esos datos. Con ayuda de los expertos, en El Diario nos mantenemos en ese empeño. Porque no son números, son personas, y algunas les tocan a ustedes muy de cerca. Cuídense.
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