Los retrovisores
Las formas del Centro Botín no dejan de sugerir patrones de reconocimiento
Juan Luis Fernández
Lunes, 30 de abril 2018, 08:33
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Juan Luis Fernández
Lunes, 30 de abril 2018, 08:33
Si identificar patrones es la base del conocimiento (y lo es ya en el conocimiento animal, del que nosotros somos una ampliación). Pero antes, o ... a la vez, es el fundamento del arte. Precisamente artistas contemporáneos como Piet Mondrian o Robert Delaunay basaron su obra en la construcción de patrones de formas y colores abstractos, como quien descubre la sala de máquinas del arte.
Las formas del Centro Botín no dejan de sugerir tales patrones de reconocimiento. Al verlos mientras camino hacia el mar por los jardines, parecen dos grandes retrovisores exteriores de automóvil. O quizá era un solo retrovisor interior y alguien se llevó una noche la parte central, que luego ha habido que unir con unos hierros.
Poco después este símil me lleva a los ojos de Wall-e, el simpático robot de Pixar y Disney. Se supone que el resto de Wall-e estará debajo de los Jardines de Pereda, en modo ahorro de energía.
Desde el lateral occidental, podría ser una nave de «Star Trek» que han dejado para reparar, posada sobre unas columnas. Desde el este, a cierta distancia, son una linterna hija y una linterna madre apuntando hacia el mar.
Gran parte de la función del nuevo centro cultural es precisamente ofrecernos la oportunidad de abrir nuestras mentes a la infinidad de formas con las que podemos ver e interpretar el mundo y la vida, más allá del reducido repertorio de formas convencionales que nos conducen en nuestros pensamientos cotidianos y en la mecánica no del vivir, sino más bien del simple sobrevivir, el «ir tirando».
Una de las cosas que descubrió el siglo XX es que el mensaje no es tanto cosa del emisor como del receptor. La novela es construida terminalmente en el lector, y un mismo escrito se convierte en parte en una novela diferente en cada persona que lee e imagina la acción que se narra. Como dijo Umberto Eco, la obra está «abierta», aunque no hasta el extremo de desdibujarse totalmente en significación.
Desde la bahía, los dos bloques del Botín son como réplicas de las galerías del Paseo de Pereda que dan al sur, pero con la ventaja, para las primeras, de volar sobre el agua. Cuando más te alejas del muelle en dirección meridional, más se igualan los dos cuerpos de Piano con la hilera de galerías que, desde que empezaron los ensanches de la puebla nueva, han sido siempre característica estampa de Santander. En este sentido el Centro es también una metáfora de la ciudad y de su historia marinera y mercantil (de la que nacería el propio Banco).
Y bueno, es que los retrovisores ya no soy capaz de no verlos. Es lo que tiene identificar patrones: que después del parecido queda la memoria del parecido. ¿No se ha quedado el Palacio de los Deportes con 'La Ballena' por siempre jamás?
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