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Durante la campaña que precedió a las elecciones generales del pasado 28 de abril, los partidos políticos tenían el siempre difícil objetivo de convencer a los cántabros de que su proyecto era el mejor para España. Promesas y mensajes estudiados al milímetro a cambio de ... una papeleta. En vista de los resultados, el éxito en esa tarea fue para el PSOE, que de la mano del casi desconocido sindicalista Luis Santos Clemente volvió a ganar unos comicios en la comunidad autónoma tras 26 años con una ventaja contundente sobre el Partido Popular. Sólo cinco meses después, con todas las cartas sobre la mesa y una larga negociación para formar gobierno en Madrid que ha resultado infructuosa, las seis formaciones cántabras con opciones de hacerse con uno de los cinco diputados en juego -en la anterior ocasión a los dos representantes del PSOE se unieron los de PP, PRC y Ciudadanos, mientras que Vox y Unidas Podemos se quedaron fuera- se enfrentan a un escenario distinto. Ya no toca convencer. Ahora es el momento de reconvencer.
¿Más sencillo? ¿Más complicado? Pues depende. Todos los cabeza de lista por Cantabria están seguros de que tienen argumentos suficientes para desplegar y mejorar así los últimos resultados. Los mismos argumentos, por cierto, que repiten desde hace semanas sus líderes nacionales para ganar esa batalla por el relato y con la que pretenden hacer entender que sus siglas son las que mejor pueden garantizar la gobernabilidad del país. En eso, como en la intención de hacer una campaña «más austera» y pegada a la calle, coinciden todos. Lo que son diferentes son las sensaciones entre los dirigentes y los militantes. Más positivas, por ejemplo, entre los populares o regionalistas, que no dudan de su avance. Ya sea por méritos propios o por los deméritos del resto.
CS
Los socialistas saben que son los que tienen más que perder en la reválida del 10 de noviembre. Aún con el temor de que el hartazgo de la izquierda traiga consigo una desmovilización, mucho más después de las buenas cifras de participación de la anterior cita con las urnas, creen que los 10.000 votos de diferencia del 28-A son un margen suficiente como para aguantar la primera plaza. Es decir, mantener los dos diputados y los tres senadores actuales. Con eso, Bonifaz sería una fiesta a pesar de que el CIS planteaba incluso la posibilidad de un tercer asiento en el Congreso de los Diputados. Preocupa el sentimiento de desilusión de una parte importante de su electorado por no haber alcanzado el pacto con Unidas Podemos, una frustración que reconocía el propio Clemente antes de renunciar «por motivos personales» a volver a encabezar la lista del PSOE.
PP
El Comité Regional de los socialistas cántabros, que se celebrará hoy con la intervención de su secretario general, Pablo Zuloaga, será el pistoletazo de salida de una precampaña marcada por otro nombre propio, el de Pedro Casares. El candidato a la Alcaldía de Santander y líder del partido en la capital, cercano a Pedro Sánchez y miembro de su Ejecutiva, da el salto a la política nacional por expreso deseo de Ferraz, donde dan por hecho que será un revulsivo. De las 54 circunscripciones, el PSOE sólo ha cambiado su número 1 al Congreso en tres: Zamora, Ciudad Real y Cantabria.
PRC
Y en el PP, vistos los antecedentes, lo que dan por hecho es que calará el mensaje de que la dispersión del voto en la derecha favorece a los socialistas. «No hemos buscado estas elecciones, el responsable es otro, pero vamos a hacer de ellas una oportunidad para recuperar espacio, reconectar el centro derecha y unir a todos aquellos que no quieren que Pedro Sánchez siga siendo presidente», afirma su presidenta, María José Sáenz de Buruaga. Génova tiene que ratificar mañana a Diego Movellán como cabeza de lista -desde Santander aseguran que las decisiones en este sentido se toman de forma consensuada y compartida- por segunda vez en cinco meses y en el PP creen que el exalcalde de Camargo no será el único popular cántabro en el próximo Congreso de los Diputados. Les salen las cuentas: con lo que baje el PSOE, los votos que vuelvan desde Vox y los desencantados de Ciudadanos tienen para ganar el 10 de noviembre.
PSOE
Como los populares, el PRC presume de que también lo tiene fácil en esa labor de reconvencer. Parten de la idea de que muchos cántabros se quedaron en abril con ganas de apoyar a José María Mazón y no lo hicieron por temor a que la candidatura que encabezaba no alcanzara el mínimo para sumar un diputado y fuera un voto perdido. Ese miedo, Miguel Ángel Revilla, ha desaparecido. De ahí que considere que el potencial de crecimiento es muy alto. Tanto que durante el acto con cuadros de su partido celebrado en Torrelavega, Revilla llegó a decir que no tener dos diputados y un senador sería «prácticamente un fracaso».
UNIDAS PODEMOS
Para ser segunda fuerza o incluso primera, algo que no descartan, al PRC le basta con dos mensajes y una estrategia. Los mensajes se han convertido ya en mantra a pesar de que faltan tres semanas para que comience oficalmente la campaña: que es el único partido que no tiene culpa de la repetición electoral y que, al igual que hicieron con Pedro Sánchez, darán respaldo a cualquier candidato que firme los compromisos con la región en materia de infraestructuras y pueda garantizar la gobernabilidad. También a un hipotético pacto PP-Ciudadanos. La estrategia pasa por poner a todos sus militantes a trabajar -con Revilla a la cabeza- y volver al puerta por puerta para que Mazón no esté solo en Madrid.
Si PSOE, PP y PRC no quieren menos de dos escaños, Ciudadanos, Vox y Unidas Podemos se conformarían con uno. Todo no puede ser y ninguna de estas formaciones lo tiene asegurado. Cantabria es uno de los territorios donde la caída nacional que las encuestas auguran a los naranjas puede pasarles factura. Rubén Gómez, que repite en lo más alto de la lista, confía en que el votante premie su «coherencia». Y Emilio del Corral, que también volverá a intentarlo con Vox, espera que con mantener los apoyos, en un escenario de menor movilización de la izquierda, tengan un billete a Madrid.
VOX
El último de los seis el 28-A fue Unidas Podemos, donde creen que entonces el voto útil a Pedro Sánchez les perjudicó y muchos de sus potenciales apoyos se fueron al PSOE, algo que ahora descartan. Esta vez concurren sin Equo, alineado con el partido de Errejón, pero mantienen la alianza con Izquierda Unida. Lo hacen con una fórmula curiosa. En caso de lograr escaño, será dos años para Luis del Piñal (Podemos) y los dos siguientes de la legislatura para Leticia Martínez (IU).
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