-U1903841254518OH-U200567362851gNH-758x531@Diario%20Montanes.jpg)
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Ocho operarios de Aqualia y de la subcontrata MG SEC trabajan desde primera hora de esta mañana para reparar el reventón que sufrió ayer una de las tuberías de fibrocemento de la calle La Peña, la que baja por la cuesta izquierda de la iglesia de San Lorenzo, en Peñacastillo, y que afectó al suministro en la propia zona, en Ojaiz y en Adarzo.
Tal es la carga de agua que soporta ese tubo, alimentado por el depósito que hay unos metros más arriba, que la rampa se convirtió ayer en un desagradable espectáculo para vecinos, que llevan sin agua desde las 20.30 horas de ayer, y para conductores que pasaban por la rotonda cercana a la calle.
Las labores se centran esta mañana en sanear la zona y retirar el suelo de cemento para que los especialistas de Aqualia accedan a la tubería de amianto con los equipajes propios para ello. ¿Cuánto tiempo se pueden demorar las obras? «Mínimo toda la mañana», ha explicado a este periódico uno de los trabajadores. En estos casos, «lo que se suele hacer no es sustituir toda la tubería, sino restaurar la parte rota».
ASISTENCIA TÉCNICA
— Bomberos Ayto. Santander (@BombSantander) June 16, 2023
21:00h Desplazamos autotanque 🚒 a C/ La Peña de #Santander,por rotura de tubería de suministro de agua
Revisamos estructuras,abrimos arquetas para facilitar la evacuación y vallamos la zona por precaución
Hay personal de @aqualia intentara arreglar el problema pic.twitter.com/yy7DCPJVSI
La explicación que facilitan desde el Ayuntamiento de Santander es que «reventó una tubería en el inicio de la subida hacia la Peña, se cortó el agua, se aseguró y participaron los bomberos para comprobar que no había daños en casas, como así ha sido».
Francisco Bautista, vecino cuya vivienda está en la parte alta de la cuesta, cercana a la iglesia de San Lorenzo, no lo tiene tan claro. Está preocupado porque la tremenda corriente de agua que corrió ayer haya podido modificar el muro de carga. «Esto es un desastre. A las once de la noche les tuvimos que volver a llamar porque el agua seguía manando, y así toda la noche. Ahora mismo estoy esperando a un perito porque tengo miedo de que haya afectado a la estabilidad del terreno».
Francisco Bautista
Vecino de la calle La Peña
La tubería coge el agua del depósito de planta circular y semienterrado que está ubicado detrás de la iglesia de Peñacastillo. «El problema es que el conducto que ha reventado es de fibrocemento, que debe de tener por lo menos 70 años, y parece mentira que estén así las cosas en la red de abastecimiento de Santander. Esto no es precisamente un material moderno. No ha pasado nada más porque Dios no ha querido», ha señalado Bautista.
El reventón dejó ayer tres llamadas al servicio de emergencias 112. La primera de ellas a las 20.50 horas para informar del incidente, momento en el que se movilizaron a agentes de la Policía Local, bomberos de Santander y operarios de Aqualia. A las 22.00 horas, vecinos de Ojaiz, porque se habían quedado sin agua y una última llamada, a las 23.45 horas, por otra avería en el suministro de la zona de Adarzo.
Residentes en la acera de enfrente de La Peña, en la calle el Castro 16, donde hay un edificio cuyo bajo alberga la peluquería 'Rubios chic', bajaron con cubos para achicar agua y evitar que la tierra entrara en el local. «Me avisaron y fui corriendo. Cuando llegué ya estaban achicando y habían puesto una tabla para que no entrara el agua, pero aun así tuve que llamar a una empresa de limpieza para que me ayudaran a sacar todo el barro y la tierra que se coló dentro», ha lamentado Deborah Muñoz, propietaria del negocio.
Judith Oria
Vecina de la calle La Peña
Otras dos vecinas también han sufrido las consecuencias de la espontánea riada. «Llegué a casa (sobre las ocho y media de la tarde). escuché un 'boom' muy fuerte, abrí la ventana y de repente empezó a salir muchísima agua por la alcantarilla más cercana a casa. Después por la de arriba. Era exagerado, no paraba», ha contado Judith Oria. Con una niña pequeña, y el porche lleno de tierra, agua y barro, tuvo que irse donde sus padres porque de su grifo no salía ni gota. Y si salía alguna, era de color marrón.
En la misma situación estaba María Barba García. Tiene 43 años y nunca había vivido algo igual. «Estoy en este barrio desde que nací. El depósito jamás dio problemas, pero ese momento no se me olvidará. Salía mucha agua, parecía una cascada».
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