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Miguel Ángel Revilla (PRC) ha instado al consejero de Educación, Francisco Fernández Mañanes (PSOE), a «intentar negociar» con los sindicatos docentes para «buscar una solución» al conflicto que rodea desde hace meses a la educación de Cantabria. El presidente regional rompió así el ... silencio por el que había optado en este anómalo inicio de curso, marcado por una huelga de maestros el primer día de clase, asegurando que el Gobierno «tiene que intentar conciliar» entre «los intereses contrapuestos» que existen. Así, reconoció la situación de «frentismo» que se vive «entre los profesores y la Consejería, con los padres de por medio».
Revilla habló en tercera persona, manteniendo cierta distancia con un conflicto que afecta de lleno a su Gobierno y, más en concreto, a un departamento gestionado por su socio en el bipartito, el PSOE. El máximo responsable del Ejecutivo aseguró que no «hace falta» llamar a capítulo a Mañanes porque «él ya sabe que hay que negociar». Le pide al consejero que lo haga, pero descarta mediar en primera persona como sí hizo al final del curso pasado. Entonces, vistas las posturas tan distanciadas que existían entre la Administración educativa y la Junta de Personal, en medio de un creciente clima de crispación, intercedió en dos ocasiones. «Pero no sirvió para nada», recuerda.
Miguel Ángel Revilla | Presidente de Cantabria
Fue el 8 de junio cuando Revilla se reunió con los representantes de los sindicatos docentes STEC, CC OO, UGT y ANPE y el titular de Educación, en una cita en la que conminó a Mañanes a modificar su posición en el conflicto abierto en torno a la posible eliminación de la jornada lectiva reducida de junio y septiembre en los colegios de Infantil y Primaria que barajaba la Consejería. Entonces, el presidente le pidió a Mañanes plantear una propuesta que, «dentro de la legalidad», respondiera a las necesidades de los maestros.
Miguel Ángel Revilla | Presidente de Cantabria
Dos semanas después, y con dos huelgas de maestros de por medio que tuvieron un mayoritario seguimiento, Revilla volvió a mediar de nuevo para intentar reabrir la negociación, cerrada después de que Educación aprobara de forma unilateral en la Mesa Sectorial del 12 de junio el calendario de este curso, en el que se eliminaba la jornada reducida en tres de las semanas que existían hasta el pasado ejercicio. En esta segunda reunión, en la que no estuvo presente el consejero, Revilla intercedió para trasladar a Mañanes la fórmula diseñada por la Junta de Personal para revertir el cambio introducido, cumpliendo, en su opinión, con la legalidad del Real Decreto Ley de 2012 a la que, tras la reivindicación de FAPA y la recomendación de dos informes jurídicos, se aferró el responsable de Educación para justificar su decisión. La misma consistía en dotar de consideración de lectivas todas las actividades extraescolares que los maestros realizan con presencia de alumnos fuera del horario escolar. Los sindicatos confiaban en que el presidente fuera capaz de convencer al consejero con las razones jurídicas y pedagógicas que le habían aportado, pero el resultado final fue el mismo. No hubo marcha atrás y el calendario se hizo oficial el 31 de julio.
La negociación a la que insta Revilla se antoja complicada por los posiciones alejadas que mantienen las partes, aderezadas de un continuo cruce de acusaciones que agitan aún más el contexto. Ya no sólo es una negociación de tiempos, porque los profesores sienten que Mañanes ha «menospreciado» su trabajo y ha «cuestionado» su profesionalidad. Y la dignidad herida es difícil de restañar.
Para paralizar las movilizaciones –hay otro preaviso de huelga para el día 20–, la Junta de Personal exige que Educación revierta este mismo curso la supresión de la jornada lectiva reducida. Y defiende que el consejero ya tiene «el arma legal» para hacerlo después de que el Gobierno central haya anunciado la próxima derogación del Decreto Ley de 2012. Pero la puerta que abren los sindicatos, la cierra el consejero, ya que asegura que esa derogación «no tendrá efecto hasta el curso 2019/2020». Para entonces, con un nuevo marco legal encima de la mesa, sí abre la vía para negociar cambios en la jornada reducida, incluso para volver al sistema anterior, algo que considera «imposible» este año.
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