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«No estamos pidiendo que todos los médicos que salgan sean como los que operan en Valdecilla trasplantes, pero para ir a Villaverde de Trucíos... para ir a los pueblos de médico familia de Atención Primaria tampoco hay que tener un 14, es que parece ... que solamente quieren que estudien medicina unos pocos». Las palabras de Miguel Ángel Revilla al opinar sobre la elevada nota de corte de las Facultades de Medicina y la necesidad de aumentar las plazas de formación, durante una entrevista en Televisión Española, han encendido al colectivo de Atención Primaria, que se siente «menospreciado» por el presidente de Cantabria. El revuelo generado, más aún cuando está reciente la huelga médica motivada por la sobrecarga de las agendas y la falta de personal en los centros de salud, ha llevado incluso a Revilla a pedir disculpas al presidente del Colegio de Médicos de Cantabria, Javier Hernández Sande, en una carta remitida esta mañana.
Un escrito en el que le traslada sus «disculpas» y le pide que las compartan «con todos los que hayan podido sentirse ofendidos por mis declaraciones». «No me duele reconocer que no estuve acertado, a los que hablamos tanto como yo nos ocurren estas cosas», sostiene el presidente, que a renglón seguido deja claro que «tengo en la más alta consideración al conjunto de la profesión médica, tanto a quienes operan en los hospitales más punteros como a quienes trabajan cada día a pie de obra, brindándonos bienestar y seguridad al conjunto de los ciudadanos».
En su intervención televisiva, apuntó que uno de los «mayores problemas que sufre en este momento la sanidad de Cantabria y de España es la carencia de profesionales médicos», y a partir de ahí planteó como una de las soluciones el aumento de plazas en las facultades. «Creo sinceramente que las universidades deben plantearse la nota de corte para propiciar el acceso de más estudiantes de Medicina, dada la demanda social existente y la capacidad económica de las administraciones públicas para financiar la contratación de un mayor número de médicos». Sin embargo, añade en su carta, esto «no debe implicar una menor exigencia en los estudios, ni distinción alguna entre las capacidades que deben mostrar los futuros médicos, con independencia de que vayan a desarrollar su labor en la Atención Primaria o en la Especializada».
No obstante, en el ámbito universitario no tienen tan claro que la solución a la falta de médicos sea aumentar los cupos de las facultades. Es más, recientemente Ernesto Anabitarte, vicerrector de Ordenación Académica de la Universidad de Cantabria, se mostraba contrario a esa medida en declaraciones a este periódico, recordando que «ya hay un 20% más de plazas que en 2009» e insistiendo en que «en un problema nacional de estas dimensiones son múltiples los factores a tener en cuenta». No es una cuestión de número. El gran agujero de las plantillas está en la Medicina de Familia, una especialidad que ha perdido atractivo y que las nuevas generaciones eligen cada vez menos. ¿Aumentar las plazas garantiza que haya más médicos de familia? «Ojo, no vaya a ser que aumentemos los cupos y crezcamos de más», advertía, de forma que a la vuelta de diez años, que es tiempo de formación de un médico, el problema sea otro.
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