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Tres aliados en tres años. Primero fueron los tres diputados de Podemos los que permitieron la investidura de Miguel Ángel Revilla y la aprobación de ... los primeros Presupuestos de la legislatura. Luego le llegó el turno a los dos parlamentarios de Ciudadanos y, ahora, es el voto solitario de Juan Ramón Carrancio el que saca adelante las cuentas del Gobierno PRC/PSOE para 2018. No es el socio más recomendable un diputado a quien consideran tránsfuga no ya los grupos de la oposición sino que hasta el líder socialista, Pablo Zuloaga, también lo ha proclamado a los cuatro vientos en lo que que ha desembocado en otro episodio de alta tensión con Miguel Ángel Revilla.
Pero lo cierto es que Carrancio ha resultado el único apoyo disponible para el Ejecutivo o en todo caso el menos exigente a la hora de condicionar sus planes de ingresos y gastos, y hasta Zuloaga ha tenido que claudicar. Cualquiera sabe lo que hará este Gobierno de cintura tan flexible, si es que sigue unido dentro de doce meses, con los Presupuestos de 2019. Tampoco le importaría mucho prorrogar los que se acaban de aprobar, con las elecciones tan cerca y todo el pescado vendido. En efecto, el Presupuesto trascendental es el del año entrante. El Gobierno, y sobre todo su presidente, Miguel Ángel Revilla, no admitía las demoras que se produjeron con las cuentas del presente ejercicio porque no hay tiempo que perder para imprimir un poco de alegría a la inversión y el gasto en el 2018 que precede a la cita electoral del mayo siguiente, dentro de 17 meses. Esa oportunidad de victoria para Revilla y el PRC, que por primera vez es real. Sobre todo, si el empleo y los indicadores económicos mejoran, si avanza alguno de los grandes proyectos que publicita y si su primer rival, el PP, no supera la grave crisis interna y les planta cara. Por ejemplo, con un candidato tan acreditado como Íñigo de la Serna.
Frente a la división que debilita a los demás partidos, los regionalistas refuerzan su optimismo con la cohesión inherente a un liderazgo indiscutido. Pero como la felicidad nunca es completa, empiezan a preocuparles las turbulencias procedentes del partido con el que forman sociedad en el Gobierno y en los ayuntamientos, el PSOE que ahora dirige Pablo Zuloaga. Acostumbrado a lo largo de diez años, primero a la plácida convivencia con Dolores Gorostiaga al mando del socialismo cántabro, y luego a superar sin mayores consecuencias los roces con Eva Díaz Tezanos, Revilla no parece cómodo ni confiado con Zuloaga y su nuevo estilo. Ya le abroncó por trasladar la crisis del partido al Gobierno con el cese del consejero Ramón Ruiz y los relevos de los directores generales Salvador Blanco y Rosa Inés García, y ahora le ha puesto firme por pasarse de frenada en su cortejo presupuestario a Podemos cuando ya se había concretado el acuerdo con Carrancio, incluso con la participación de consejeros socialistas que le son afines. También este episodio debe enmarcarse en la batalla interna que vive el PSOE.
No será este el último conflicto entre Revilla y Zuloaga. Curiosamente, todas las partes interesadas comparten esa predicción: en el PRC, entre los socialistas que apoyan a su secretario general y entre los que lo combaten. Creen los regionalistas que Zuloaga insistirá en sus provocaciones, incluso hasta poner en riesgo la estabilidad del pacto que les une. No faltan los partidarios del secretario general socialista que contemplan esa eventualidad como un escenario beneficioso. Como un estímulo para la militancia harta y desencantada de la larga subordinación del partido a los intereses de Revilla que les ha hundido en las urnas. Y como una estrategia audaz para recuperar espacio político y evitar que el llamado voto útil se canalice hacia el PRC. En el sector crítico del PSOE creen también que Zuloaga está dispuesto a quebrar el pacto con el PRC, aunque en ello ven más bien arrogancia y atrevida inexperiencia. Romper, dicen en este grupo, significa perder el poder y los recursos del Gobierno y dejar en el alero a una decena de alcaldes socialistas, muchos de ellos de municipios importantes (entre ellos, el propio Zuloaga, regidor de Bezana), justo cuando se avecinan las elecciones. Un mal negocio. Pues Zuloaga no parece tenerle miedo. Una de sus reflexiones es que al PSOE le va mejor en tiempos revueltos que en la calma chicha. Habrá que verlo.
Mientras tanto, Revilla se mantiene en guardia. El líder regionalista puede cabrearse con las peripecias de Zuloaga y amenazarle con unas elecciones fulminantes –aunque las de 2019 sean ineludibles–, pero en general valora la estabilidad que le mantiene en el poder. Sin embargo, llegado el caso, tampoco le va a tener miedo a gobernar en solitario lo que queda de legislatura. Los últimos Presupuestos ya no serían tanto problema.
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