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Para hablar de la Cumbre del Cambio Climático -COP25- que se está celebrando en España se puede empezar como en los chistes: diciendo que hay una noticia mala y otra buena. La buena es que esta conferencia está contribuyendo de manera decisiva a cambiar ... la percepción del cambio climático entre los ciudadanos y los políticos, tanto de sus efectos como de la necesidad de poner remedio. La noticia mala es que, lamentablemente, todos los indicadores reflejan que el problema y sus consecuencias se agravan y aceleran.
Este fue el panorama que presentaron ayer el director de Investigación del Instituto de Hidráulica (IHCantabria), Íñigo Losada, y el del Instituto de Física de Cantabria (IFCA), José Manuel Gutiérrez, miembros ambos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Lo hicieron durante su intervención en la jornada 'Situación actual y perspectivas sobre el cambio climático en Cantabria', organizada por el Gobierno regional, la Universidad y el IHCantabria con motivo de la COP25, y que se desarrolló en el aula magna de la Escuela de Caminos.
Según Losada, en Cantabria el cambio climático puede suponer que fenómenos atmosféricos extremos que afectan a la región cada cien años incrementen su frecuencia, hasta el punto de que para el año 2045 pueden repetirse anualmente. El director de Investigación del IHCantabria estimó que, en la actualidad, eventos como las inundaciones de 2014 tienen un periodo de retorno de entre 30 y 35 años, lo que puede dar una idea de las repercusiones. «Que este proceso continúe depende de cuál sea el escenario de emisiones y de cuándo se empiece a mitigar. Si no actuamos ya, nuestra capacidad de maniobra se reduce».
Las reflexiones del director de IFCA no fueron mucho más optimistas. Gutiérrez, que actualmente trabaja en el sexto informe del IPCC, dijo que aunque hay incertidumbres en las proyecciones sobre la evolución del cambio climático, cualquier tipo de variable apunta en la misma dirección, el calentamiento del planeta. «La robustez de la señal del aumento de la temperatura es muy sólida», como demuestra el hecho de que el cambio climático, que en anteriores informes aparecía como una especulación, se considerará «una evidencia» en el próximo, lo que ya supone un avance, aunque parezca que se ha tardado mucho en alcanzar tal conclusión. «Una de las grandes restricciones del IPCC es que tiene que ser conservador, cada afirmación se tiene que sostener sobre cierto número de publicaciones científicas».
La -curiosa- presentación de la jornada corrió a cargo del presidente del Gobierno, Miguel Ángel Revilla, quien vaticinó el fracaso de la Cumbre del Cambio Climático por los manejos de las grandes empresas petrolíferas, las multinacionales farmacéuticas y la industria armamentística, los lobbies más poderosos. Pese a su pesimismo sobre los resultados de la COP25 y el escaso peso que atribuye a cualquier tipo de iniciativa de España y Cantabria para atajar la crisis, en tanto no actúen las grandes potencias mundiales, Revilla anunció que, ayer mismo, su Consejo de Gobierno aprobó la declaración de emergencia climática en la región. Esto supone que, desde el Ejecutivo, se compromete a impulsar acciones que ayuden a luchar contra el cambio climático desde el ámbito regional, adoptar medidas para mitigar sus efectos y promover estrategias en el campo de la economía que contribuyan a estos fines.
Íñigo Losada reconoció que los científicos y los políticos no comparten la misma visión del cambio climático. «La ciencia está diciendo hacia dónde vamos, pero los políticos tienen otros intereses. Aquellos que están en condiciones de decidir tienen conocimiento del problema desde hace más de treinta años», sostuvo, aunque las primeras alarmas sobre las consecuencias de la acumulación de CO2 en la atmósfera saltaron ya en el siglo XIX.
El responsable de Investigación del IHCantabria, y también responsable del Área de clima, energía e infraestructuras marinas, explicó que uno de los principales riesgos para Cantabria es el de los «eventos extremos», pues aunque aún no se puede demostrar su vinculación directa al cambio climático, sí se sabe que cada vez serán más frecuentes.
Respecto a las medidas que se están tomando en la región ante esta eventualidad, señaló que el Gobierno está desarrollando un Plan de Adaptación para la Zona Costera, para el que el IHCantabria está realizando un análisis de riesgos con una metodología que se ha desarrollado en la UC. Asimismo, Losada incidió en que, además, se analiza otro tipo de cuestiones vinculadas al «desarrollo territorial que se quiere hacer en un futuro», para lo que se han buscado los «indicadores clave» que van a determinar los impactos, entre los que destacan el aumento de la temperatura del mar, el aumento del nivel medio del mar, la disminución de la altura de ola y el aumento de la temperatura media y máxima del aire, entre otras cuestiones. Para ello, hay que comprobar «cómo estos cambios están vinculados con el cambio climático o no».
En su intervención, José Manuel Gutiérrez, director del IFCA y responsable del Grupo de Investigación de Meteorología y Cambio Climático, subrayó la contribución cántabra en la elaboración del próximo informe del IPCC, «que está en proceso y cuya información es preliminar y confidencial».
El documento, detalló, recogerá por primera vez un bloque de capítulos que abordan aspectos regionales, mediante resultados más detallados, en los que se atenderán nuevas variables, además de la precipitación y la temperatura, como la sequía, la aridez y otros índices relevantes para los estudios de impacto.
Desde el punto de vista del Grupo de Trabajo I del IPCC, del que el investigador forma parte, los resultados más relevantes del informe son los mapas proyectados para el futuro de incrementos de las variables básicas en un futuro cercano, medio y lejano.
Gutiérrez informó además de que se ha constituido un grupo de trabajo especial dentro del IPCC para promover la reproducibilidad, por lo que ese atlas interactivo que se está desarrollando constituye el «buque insignia» que está utilizando el Grupo de Trabajo I con el objetivo de diseminar y llevar a cabo esta actividad en todo el informe, lo que supone que «el papel y la contribución de Cantabria en el próximo informe es el más importante que ha tenido España hasta el momento en el IPCC».
Ese papel protagonista de la investigación cántabra puede potenciarse ya que «se está negociando con el bureau del IPCC un acuerdo para que España esté incluida como el cuarto grupo de soporte a través del IFCA», del que ahora forman parte los centros de Alemania, Reino Unido y la NASA, en EE UU.
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