Nicolás Sartorius | Abogado, cofundador de Comisiones Obreras y exdiputado

«El riesgo no es solo la ultraderecha, también que la derecha tradicional asuma su discurso»

-¿La expansión de la democracia en el mundo es un camino imparable o un deseo que suena cada vez más utópico? ¿La democracia avanza o retrocede?

-La democracia es muy joven si pensamos que en países como Francia o Italia las mujeres no pudieron votar hasta 1946 y en España nunca, salvo dos veces durante la Segunda República y a partir de 1977. Ha sido una lucha ardua que comenzó con el sufragio de los varones, en algunos países. Luego, a partir de la Segunda Guerra Mundial se conquistó, en una parte de Europa, la democracia social, el Estado de bienestar, que no existe en otras partes del mundo. En el largo plazo avanza, aunque en algunos momentos puede haber retrocesos, como sucedió en los años 30 del siglo XX, con el auge de los fascismos. Por eso propongo la extensión de la democracia, tanto horizontal-geográfica como vertical, es decir, que penetre en la gestión de la economía y de las grandes empresas demasiado grandes para caer, monopolios, estratégicas o en las que se ha invertido dinero público.

-Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos, Milei en Argentina... Muchos países han apostado en los últimos años por experiencias que cuestionan algunos aspectos de la democracia. ¿Todas tienen el mismo origen?

-Bueno, Trump y Bolsonaro ya no gobiernan y espero que no regresen nunca. Cada uno tiene sus peculiaridades, pero el origen es muy parecido: la xenofobia, el sexismo, el ultraliberalismo, el negacionismo, en el fondo un ataque a la igualdad y a la democracia.

-¿Es optimista por el hecho de que la extrema derecha en la UE no haya crecido tanto como se esperaba o pesimista por sus resultados en Francia, Italia o Alemania?

-Es positivo que la Unión Europea no necesite a los partidos de extrema derecha para gobernarse. Pero es inquietante el avance de esos partidos en países tan importantes como los mencionados. En Italia ya gobiernan, en Francia depende de las elecciones del mes que viene y en Alemania, la extrema derecha es el segundo partido. A partir de ahora depende de la política que se haga desde la UE. Si se avanza en una integración más estrecha y en políticas sociales se frenará el proceso hacia la derecha.

-¿Por qué cree que en España las opciones de extrema derecha aún no han llegado a los niveles de apoyo de otros países de la Unión Europea? ¿Tienen margen de crecimiento?

-Creo que las políticas económico-sociales avanzadas del actual Gobierno han limitado su crecimiento. Sin embargo, el riesgo no está solo en esos partidos, sino en que la derecha 'tradicional' -en nuestro caso el PP- haga la misma política o muy parecida, como sucede en el caso de la Comunidad de Madrid.

-Isabel Díaz Ayuso ha comprado la idea de Milei de que la justicia social es una rémora.

-Ayuso no solo ha comprado ese mensaje, sino que su concepción de la 'libertad' es la misma. ¿Cómo puede defender que el Estado democrático es un cáncer o que la justicia social es rechazable cuando la Constitución dice que somos un Estado social? Son auténticos ataques a la democracia.

-¿Ve alguno de los síntomas de retroceso democrático y de ataque a la separación de poderes que observa la oposición en la gestión de Pedro Sánchez?

-Desde luego que no. Este Gobierno ha mejorado la democracia con mayor cohesión social. Salario mínimo, pensiones, reforma laboral... Un retroceso democrático se ha dado con la negativa del PP a renovar el Consejo General del Poder Judicial durante cinco años violentando la Constitución.

-No muy distintas son las palabras de históricos socialistas como Felipe González, Alfonso Guerra o Joaquín Leguina. ¿Es difícil no derechizarse con la edad?

-No opino sobre lo que digan o hagan otras personas. No es inevitable derechizarse con la edad.

-Uno de los aspectos en los que más esfuerzos está poniendo el Gobierno de España es la política laboral. ¿Qué pegas le pone?

-La política laboral del Gobierno actual está siendo la más avanzada del periodo democrático: 21 millones de activos, 47% mujeres; aumento del salario mínimo de un 54% en la anterior legislatura; aumento de las pensiones, un millón de trabajadores salidos de la pobreza y un crecimiento de la economía cuatro veces la media europea. Por eso no controlan ni preguntan al ministro de Economía en el Parlamento.

-¿Le preocupa que en la estructura económica del país tenga cada vez más peso el turismo, que al mismo tiempo está causando cada vez más problemas a las poblaciones locales?

-Ahora se está creciendo en nuevos sectores de mayor valor añadido e innovación gracias a los fondos europeos: energías renovables, digitalización... Sin embargo, si bien el turismo es una riqueza, no es bueno depender demasiado de él, como se comprobó durante la pandemia. Creo que se debe poner coto a los alquileres turísticos y otras medidas. Noventa, cien millones de turistas al año puede resultar insostenible.

-¿Qué deberían hacer los sindicatos para reconectar con el trabajador y contribuir a que la democracia española siga expandiéndose?

-En el libro hay un capítulo que se titula 'La función esencial de los sindicatos'. Necesitarían hacer en la época de la globalización digital: internacionalizar, europeizar, digitalizar, democratizar, rejuvenecer, formar, sociopolitizar, organizar y movilizar.