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Carmela Díaz regenta una pequeña tienda de alimentación en Torrelavega y dice que está angustiada, harta, desanimada. «Ya no sé que hacer, me han ... robado tres veces en las últimas tres semanas», explica. Ella quería ganar el «pulso» que le está echando a la vida para llegar a la jubilación -la faltan cuatro años-, pero estos «golpes» están haciendo que piense en vender el negocio familiar que pusieron en marcha sus padres en la década de los sesenta.
Su tienda, que se llama como ella, está situada en la Avenida de Bilbao y es «de las de toda la vida». Recuerda que cuando era niña vendían «un poco de todo», desde ropa hasta pienso. Torrelavega era entonces la 'Ciudad del Dólar' y en el establecimiento llegaron a trabajar «cinco o seis personas». Sin embargo, ahora está ella sola, gana lo justo para llegar a fin de mes y desde la pandemia solo abre por la mañana.
Las tres veces la entraron a robar de noche por el pequeño y húmedo almacén que tiene en la parte posterior. Las dos primeras lo hicieron accediendo por una pequeña ventana que hay en el baño, un hueco solo apto para una persona «superdelgada», y la tercera apartando la reja de otra ventana.
Las claves
Tienda de barrio La propietaria está desanimada y no descarta vender el viejo negocio que pusieronen marcha sus padres
Relaciones personales Carmela solo está encontrando «consuelo» en los clientes, que la arropan y compran «más que nunca»
Carmela recuerda que los cacos se llevaron «de todo»: aceite de oliva, conservas, geles, vino... En una de las ocasiones también se llevaron un poco de dinero que había dejado en la caja «por despiste». Las tres veces lo ha denunciado a la Policía, que le dice que lo tienen «difícil» para detener a los ladrones, ya que «al parecer ahora hay muchos robos en las tiendas pequeñas y no han podido coger ni las huellas porque usan guantes». «Me llaman -añade- y pasan por aquí. Me dicen que si sospecho de alguien, que ponga una cámara en el almacén a ver si hay suerte y se les ve la cara. Parece que los ladrones se han cebado conmigo».
La veterana comerciante trabaja y vive a pocos metros del cuartel de la Guardia Civil, pero se siente insegura: «Todas las mañanas entra alguien conmigo a la tienda porque estoy harta de llevarme sustos. Me acompaña algún vecino o cliente. Este puente festivo me quedo, incluso voy a poner un cartel para avisar que voy a abrir el sábado».
Carmela está tan angustiada que la tercera vez que la robaron llamó a «la Policía, el seguro y una inmobiliaria». «Estoy desanimada y pienso hasta en vender el local», afirma impotente, a la vez que reconoce que el contacto con sus fieles clientes está siendo su único consuelo: «Todo el mundo viene a decirte que te busques la vida, pero ellos no, están comprando más que nunca, como arropándome. Algunos me han pedido el teléfono para avisarme si ven algo raro».
Mientras habla con El Diario Montañés, la mujer no deja de atenderlos. Son pequeñas compras, esas que se hacen rápido y cerca de casa. Incluso recibe llamadas por teléfono de «abuelas» que la preguntan que tal está y la piden que las suba algún producto a casa. «Esto va mucho más allá de una relación comercial normal. Me conocen desde que era una niña», señala. Carmela espera ahora que el seguro la cubra lo sustraído por los ladrones para reponer la tienda, porque «me la dejaron vacía».
Torrelavega también ha sido noticia en los últimos días en el capítulo de sucesos porque dos ladrones que se hicieron pasar por funcionarios del Estado robaron las joyas a una familia que reside en la calle Argumosa. La Policía Local ha hecho un llamamiento a los vecinos para que estén atentos ante los engaños de este tipo de delincuentes. Operan por toda España y su modo de actuar es similar: simulan ser funcionarios o representantes de empresas para acceder a la vivienda, que suele estar habitada por personas mayores, y uno la desvalija mientras el otro distrae a la víctima. Es lo que le ocurrió a un matrimonio de personas mayores que vive en un piso de la referida calle.
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Ana del Castillo
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