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La proliferación imparable de los robos en viviendas es un problema que viene de lejos. Lamentablemente son cifras que están creciendo desde hace unos años ... en Cantabria fruto, en buena medida, de la profesionalidad de bandas organizadas que tienen capacidad para perpetrar sus actos en toda Europa, y que pasan como fantasmas por España, rápidas y sin dejar rastro. Otros son delincuentes de menor rango, más rudimentarios. Pero entre todos contribuyen a que el balance de criminalidad publicado por el Ministerio de Interior hace unos días arroje un dato alarmante: entre enero y septiembre de este año, la región registró más de dos robos diarios en viviendas.
«Es una tipología delictiva que preocupa especialmente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad», advirtió la Delegación de Gobierno esta pasada semana. Y es que este delito es uno de los que mayor sensación de inseguridad genera en la población.
De enero a septiembre de 2021, según los datos de Interior, Cantabria contó hasta 747 denuncias por estos robos, un 12,8% más que en 2020, cuando sumó 662. El incremento respecto al pasado año no es significativo porque durante buena parte de 2020 los hogares estuvieron bien vigilados durante el confinamiento, y lo cierto es que estos delincuentes rara vez acceden a las viviendas cuando están ocupadas, porque el delito y la responsabilidad penal son bien diferentes.
«Si se cuelan con gente dentro es, normalmente, porque se han equivocado. Aprovechan el tiempo en que los propietarios se ausentan», relatan desde la Guardia Civil. Los agentes han detectado un incremento de estos hechos a raíz del cambio horario. «Ahora, cuando hay menos horas de luz, es más fácil pasar inadvertidos. Recomendamos a la gente que tome todas las precauciones. Si pueden dejar alguna luz encendida, es conveniente, y desde luego no deben confiarse y dejar sólo el resbalón de la puerta; aunque vayan a ausentarse unos minutos», explican desde la Benemérita.
COLABORACIÓN CIUDADANA
Los auténticos profesionales son rápidos, están muy organizados y son eficaces. Tienen objetivos claros: joyas y dinero. «Venden todo en muy poco tiempo e incluso funden el oro para poder cargarlo en pequeños lingotes sin que levante sospechas. Es gente que está muy organizada y por eso los esfuerzos en el trabajo de inteligencia están siendo mayores cada vez en las investigaciones».
Las bandas organizadas estudian con detalle el objetivo unos días previos. Por eso el llamamiento de las autoridades insiste en la necesidad de la colaboración ciudadana cada vez que se sospeche de algún sujeto extraño por el vecindario. «Pueden llamar siempre que puedan, y si resulta que no es nada, mejor. Pero se pueden prevenir robos si existen estos avisos», advierte la Guardia Civil.
OBJETIVOS
En Santander el problema se concentra en las zonas más residenciales: el entorno de la S-20 y El Sardinero, vecindarios de alto poder adquisitivo donde es fácil tener éxito en los golpes y además la carretera garantiza una vía de escape eficaz. Es una de las zonas sobre las que se han redoblado los esfuerzos de vigilancia de la Policía Nacional en los últimos dos años.
«En Santander hemos experimentado un ligero descenso de los robos perpetrados en viviendas respecto al pasado año y esto tiene mucho que ver con los dispositivos que hemos puesto en marcha. Vigilancias que se han diseñado tras haber estudiado con detenimiento el modus operandi, los días de la semana, las franjas horarias, las zonas más afectadas y el perfil de autores de estos delitos», explica Marta Carbajo, portavoz de la Policía Nacional.
VIVIENDAS VACÍAS
«Ha resultado fundamental la coordinación entre las diferentes unidades de la Policía Nacional (Seguridad Ciudadana, Policía Judicial, Policía Científica), de cara a elaborar una estrategia policial eficaz», añaden en la Policía.
La coordinación es también clave en la batalla de cada fin de semana contra la violencia que crece sin control en las zonas de ocio nocturno. Coordinación que se establece entre la Policía Nacional o la Guardia Civil con las policías locales de los diferentes ayuntamientos. Principalmente con los más turísticos de la temporada estival, que multiplican su población en verano, y con la capital cántabra, que en los últimos fines de semana ha sido testigo de numerosas riñas y peleas que están acabando con apuñalamientos y otros delitos tipificados como asesinatos en grado de tentativa.
Esta tendencia de la que alertan los sindicatos policiales -pues genera situaciones donde los uniformados se juegan el cuello- está aumentando hasta el punto de que ya se han disparado los datos de este tipo de agresiones. El balance publicado por Interior habla de once homicidios dolosos o asesinatos en grado de tentativa perpetrados entre enero y septiembre de este año. Para hacerse una idea del incremento, en el ejercicio de 2020 hubo tres en el mismo periodo.
BANDAS ORGANIZADAS
La prueba de qué es lo que ha cambiado está en las imágenes que dejaron este verano los botellones en Noja o Castro Urdiales, con escenas que convirtieron las calles en un campo de batalla. Ahora, vacías las segundas residencias de esas localidades, la conflictividad se traslada a la capital cántabra.
La Policía Nacional dice haber puesto en marcha el Grupo Operativo de Respuesta (GOR) para ofrecer una reacción ágil y eficaz a todo tipo de situaciones conflictivas; pero visto lo visto, no parece ser suficiente.
Peleas multitudinarias, navajazos, etcétera, han crecido hasta un 30% desde que las restricciones llegaron a su fin; pero nadie aún ha propuesto algo para tomar cartas en el asunto. Y entre tanto, los sindicatos policiales advierten de que un día cualquier intervención puede terminar en tragedia.
Tampoco encuentra freno el crecimiento de los delitos sexuales. Una tendencia que se ha vuelto a disparar respecto al pasado año. Algo que se explica si se recuerda cómo el confinamiento de 2020 influyó en la caída de este tipo de agresiones. Pero recuperada la normalidad, vuelve también esta triste tendencia al alza. El mayor problema en este punto es la dificultad de ejercer una vigilancia eficaz. «No podemos tener un agente en cada casa, en cada esquina o en cada zona de ocio donde puedan darse estos sucesos», explican en la Guardia Civil.
La Benemérita lleva años poniendo en marcha programas de formación en centros educativos de toda Cantabria. «Es fundamental educar a los más jóvenes, a los adolescentes, que están a tiempo de rectificar sus conductas y además muchas veces no son conscientes de que están haciéndolo mal», destacan en el cuartel de Campogiro.
La formación también ha sido clave en la población más adulta. Desde la Policía Nacional se ha trabajado para concienciar a la mujer de que la denuncia es clave para poder poner en marcha su protección. «Las campañas de sensibilización están consiguiendo que cada vez sea mayor el número de víctimas que acuden a dependencias policiales para interponer la correspondiente denuncia. En este campo, es fundamental la labor desarrollada por los agentes de la Unidad de atención a la Familia y a la Mujer (UFAM), especialistas en la investigación y protección de víctimas, quienes se encargan de dar una atención integral a todas las víctimas de delitos sexuales y violentos», explica Marta Carbajo desde la Jefatura de La Albericia.
Son muchas las asociaciones de mujeres que han contribuido al mismo fin. Desde esos colectivos se celebra una cifra que para ellas está siendo clave para visibilizar un problema que estaba ahí pero que antes pasaba inadvertido. Muchas mujeres no denunciaban por miedo a represalias, sobre todo en el ámbito rural. Aunque es en la ciudad donde más grave se presenta el problema: en Santander hubo este año siete violaciones con penetración.
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