«El rock es mejor que un libro para evadirse»
Conversaciones al sol ·
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Conversaciones al sol ·
Escritor y productor de series, publicó un libro sobre su hermano, asesinado en Angola. En Cantabria disfruta de la comida y el musEl tiempo se detiene cuando Jacobo Bergareche llega a Cantabria (Londres, 1976). Reparte su verano entre la casa de Somo-Boo de sus padres y Loredo. Aquí escribe, disfruta de la playa, de las partidas de mus y de comer, una de sus ... grandes pasiones. Nunca fue un joven de deportes: «Mis aficiones eran la lectura, fotografía y escritura», confiesa. Y cuando su hermano Roque murió asesinado en octubre de 2012 en Luanda (Angola), decidió plasmar con letras lo que su pérdida le supuso. Siete años después ha cogido forma y a inicios de año publicó 'Estaciones de regreso'. Hoy se le nota tranquilo, con la ilusión de saberse con nuevos proyectos en el bolsillo, como una serie que ha escrito para una plataforma digital que podría grabarse en los próximos meses. Es un disfrutón de la vida.
–En 'Estaciones de regreso' (Círculo de Tiza) reflexiona sobre la pérdida. Le ha servido de duelo. Hay personas que se aferran a él y viven en un dolor continuo. ¿Usted piensa que es un proceso o un modo de vida?
–El duelo puede ser una forma de vida, como ocurría en casa de Bernarda Alba. Hay gente que prefiere vivir la vida en duelo, le da mucha orden y solemnidad a todo. Hay un protocolo del duelo, asociado al color negro, al gesto grave, a la oración, a la frugalidad, que dignifica la pena y fomenta el recuerdo constante del difunto, que está reñido con la frivolidad y el hedonismo, y que, sobre todo, nos libera del inmenso esfuerzo de reconstruir nuestras vidas para poder ser felices de otra manera.
–En la lectura hay consuelo. Al menos le sirvió a usted. ¿Es una manera de evadirse?
–Yo no creo en la lectura como forma de evasión, creo que el rock and roll y el vino funcionan mucho mejor si lo que uno quiere es evadirse. La lectura a mí me sirvió para entender cómo otros vivieron y digirieron la pérdida, y, con suerte, para extraer algo de la experiencia ajena que me pueda servir para construir sentido cuando la vida deja de tenerlo.
–¿Se debería de hablar más de la muerte con naturalidad para no sufrir tanto cuando nos toca de cerca?
–Hablar mucho de la muerte no te va a librar del sufrimiento. Hay que desconfiar de los que hablan mucho de la muerte. Hay quienes hablan mucho de ella para decirte que la vida no vale nada, y que te conviertas a su religión para no morir nunca; y otros te hablan también mucho de ella para decirte que la vida es lo único que hay, que dura solo dos días y que bailemos juntos esta noche, no sea que mañana estemos muertos. Lo importante, creo, es aprender a despedirse.
–Su familia estuvo amenazada años por ETA. Esto les llevó, entre otras cosas, a cambiar el veraneo de Lekeitio (Vizcaya) por el de Cantabria. ¿Cómo vive esa amenaza un adolescente?
–Con una mezcla de miedo y de incredulidad. Cuesta entender que alguien que no nos conoce de nada nos pueda odiar tanto como para querer matar a tu padre o a tu tío. También como adolescente sentía mucha rabia: en esa época yo buscaba un cierto reconocimiento como rebelde, y ese mundo batasuno, que pintarrajeaba todo el pueblo y lo forraba de pancartas, nos adjudicaba a todos los que no pensábamos como ellos el papel de fachas burgueses, y se atribuían con complacencia el monopolio de la rebeldía, cuando en realidad ejercían al dictado una rebeldía de manualillo, que no era más que una forma de conformismo travestido.
–Empezó Bellas Artes, pero se fue a estudiar Literatura y Escritura a Boston. Hay una buena anécdota de su abuelo cuando se enteró.
–Mi abuelo me decía que tenía una capacidad envidiable para lo inútil. El tiempo le ha dado la razón.
–¿Qué lugar ocupa la literatura en las series?
–El concepto de serialización de una narración en la que hay varios personajes y varias tramas es un invento de la novela del siglo XIX. Dickens publicaba sus novelas por entregas periódicas de capítulos, es decir, por unidades narrativas concatenadas que generan expectativas de resolución en las siguientes unidades. Eso ya era una serie.
–¿La diferencia entre una serie americana y una española es sólo cuestión de presupuesto?
–En lo que respecta al talento para actuar y dirigir, y a la capacidad para contar historias, yo diría que cada vez nos diferenciamos menos. En los presupuestos está claro que aquí se gana menos que allí. Por lo demás, siempre hay diferencias regionales, ya que el humor se nutre de referencias locales y también hay temáticas que sólo tienen sentido en ciertos lugares. En España, cuesta creerse que haya asesinos en serie o unidades de combate que hagan operaciones en Paquistán.
–Hacer reír a través de una novela es muy complicado. ¿Ese género es mejor dejarlo para las series o películas?
–Yo me he reído mucho con algunas novelas. Hace poco leí 'Raise high the roof beam, carpenters', de J. D. Salinger, y hubo momentos que lloré sólo de la risa, en la cama, sin poder dormir, imaginando la situación que describe el cuento: la incomparecencia de un novio a su boda y la reacción de los presentes. Pero es cierto que hay una parte visual del humor que es muy potente y poderosa. Lo vemos hoy en los 'memes' y los 'gifs' animados constantemente. Pepe Isbert o Will Ferrell te pueden matar de risa con una mueca. Eso no lo hace un libro.
–¿Qué serie nos recomendaría para estas vacaciones?
–En vacaciones les recomiendo que lean y que apaguen las pantallas.
–¿No siente que las plataformas digitales, donde las series son las reinas, le están comiendo la tostada a la literatura?
–En la era de lo digital todo lo que no requiere esfuerzo ni concentración le está comiendo la tostada a lo que requiere esfuerzo y concentración.
–Además de la escritura, su otra pasión es la cocina. ¿Con qué plato se luce más cuando está en Cantabria de veraneo?
–Últimamente estoy muy obsesionado con perfeccionar el rodaballo a la brasa. Creo que voy a invertir muchas horas este verano tratando de alcanzar un nivel respetable con este pescado.
–¿Ir al Mercado de la Esperanza le supone un subidón?
–No hay nada que me guste más que perder la mañana en un buen mercado, mirando el género que ha entrado y fantaseando con qué voy a comprar, cómo lo voy a cocinar y con quién me lo voy a comer. Para mí el placer de la cocina empieza en el mercado.
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