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Si Izquierda Unida gana las elecciones municipales en Torrelavega, saca de las urnas 19 ediles y los primeros 18 renuncian, él será, a sus 105 años de edad, el nuevo alcalde de la ciudad. Pero como eso no va a ocurrir (hay más probabilidades de ... que el hombre lance al aire todas las letras del abecedario y le caiga en el suelo 'El Quijote'), Vicente Movellán Pecoustán, el candidato más longevo de toda Cantabria, y seguramente de todo el país, se levantará el día 29 tan alejado como lo está hoy del ruido político. De ese ruido, insoportable ya, y de cualquier otro que no sea el trinar de los pájaros anidados en el jardín del geriátrico donde, cautivo y desarmado, se lame las heridas de la guerra mientras riega sus confusos recuerdos.
Allí se enteró hace unos días de que su nombre, y su firma, avalada esta por su tutor legal, aparecen en la lista de candidatos a la Alcaldía de Torrelavega de Izquierda Unida (IU), que con ese simbólico ademán ha querido rendir homenaje al comunismo más auténtico y perfumar con su esencia la candidatura local.
Personaje de otra España, la España de Azaña y de Machado, que es a la que él pertenece y en la que vive a ratos, el candidato no sabe quién es Pedro Sánchez, cree que el presidente del Gobierno de España es «el hijo de Juan Carlos», que Julio Anguita sigue vivo y que si revela su ideología igual se busca un problema. «Soy miembro del Partido Comunista, pero, oiga, que diga eso no me perjudicará, ¿no?». También cree que su candidatura tiene escaso recorrido, pero, por si acaso, ahí lo deja: «Hay mucho que hacer en Torrelavega. Está muy sucia». Como la conciencia de los políticos de hoy, piensa Vicente, que no tienen nada que ver con los de ayer.
-Antes se luchaba por unos ideales.
-¿Y ahora no?
-Ahora luchan por figurar... Y por dinero.
Se lo reprocha quien habiendo nacido en la pobreza, en el viejo Hospital de San Rafael, ha acabado amasando la mayor de las riquezas que hay. El tiempo. 105 años, casi 106, fraguados a mediados de 1917. El 18 de julio, que ya es casualidad, hombre.
'Rojo' de carné, y de manual, Vicente fue miembro de las Juventudes Comunistas de España y combatiente republicano en la guerra civil española, donde recibió dos disparos -uno en un antebrazo, el otro en una pierna- y vio cosas que nunca hubiera deseado ver. «Yo participé aquel día en el asalto al cuartel de la Montaña. Y lo que hicieron los míos con el general Fanjul y su hijo me causó mucha vergüenza. Las cosas, como son», admite con cierto pesar el candidato, que fue el último de su pelotón en retirarse de Guadarrama. No porque fuera un valiente. «Es que me quedé dormido». Y se troncha.
Capturado tras la contienda y encarcelado en Barcelona -una década se tiró a la sombra-, Vicente se largó a París, donde aprendió a hablar francés «como una vaca española» y trabajó 23 años en la Unesco. Allí sirvió de chófer al embajador de Cuba en Francia y cuando se jubiló regresó a España. No recuerda bien si antes o después de que muriera Franco, pero seguramente fue después. Hacia 1978, cree, año en el que las Cortes Generales aprobaron la Constitución Española y él, un hombre libre, se compró un piso en Torrelavega en el que ha vivido hasta que la dictadura de la ancianidad, que no distingue rojos de fachas, recomendó su retirada a una residencia sin vistas al más allá. «Porque yo todavía no me pienso morir. ¡Qué va! ¡Que se mueran los feos!».
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