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MADA MARTÍNEZ
Santander
Viernes, 2 de abril 2021, 07:22
Rosa, 82 años, apoya el bastón en la silla, se acomoda, se descubre un poco el brazo y la enfermera María Ruiz le inyecta con ... rapidez su dosis de Moderna. Visto y no visto. Rosa se recoloca entonces su jersey de punto, y, junto con una de sus hijas, que también se llama Rosa, se dirige a la zona de espera, donde ambas aguardarán 15 minutos antes de abandonar el Palacio de Congresos.
El pasado jueves, como Rosa, más de 400 personas mayores de 80 años se vacunaron en el pabellón ubicado junto al campo del Racing. Este grupo de edad está protagonizando tres de las cuatro jornadas de vacunación en el Palacio de Exposiciones: jueves, viernes y sábado. La meta es administrar alrededor de 1.500 dosis, a razón de medio millar al día, en este grupo de población. Y completarlo, según el compromiso de la Consejería de Sanidad, a principios de la semana próxima para comenzar, a continuación, con el de 70 a 79 años.
A Rosa le ha dolido un pelín el pinchazo, pero le compensa. «Hay que hacerlo, ¿verdad, mamá?», le dice su hija con cariño mientras esperan a que pase el cuarto de hora de rigor. Se ha vacunado, entre otras cosas, para poder visitar a su marido, ahora enfermo, a quien echa de menos. «Siempre, siempre han estado juntos», evoca Rosa hija. Y esta vacuna es una pasito para estar más cerca.
Pedro Herrera | Subdirector de Cuidados del SCS
Esperanza Pérez | Auxiliar de Enfermería
Begoña Gándara Helguera | Acompaña a su padre a vacunarse
Esta mañana hay tres puestos vacunando simultáneamente; tres boxes en los que trabajan a «buen ritmo» los sanitarios -David García y Lorena Álvarez (equipo uno); Leire Saiz Collado y María Ruiz (dos), y Carmen González y Laura Berdial (tres). González, enfermera de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica e Intervención del Hospital de Liencres, lleva desde mayo al pie del cañón en la crisis sanitaria, como muchos de sus compañeros.
Carmen acumula mucha experiencia en la vacunación covid -«abrimos cuarto vial», canta pasadas las diez de la mañana- y hoy espera cumplir con las expectativas previstas. Se quedará, como sus compañeras, hasta que lo logren: «Las horas que hagan falta», coinciden.
Todo lo que ocurre en el interior del Palacio de Congresos, los movimientos, las paradas, los tránsitos, las esperas, es como una gran coreografía que pocas veces se desajusta. Si eso pasa, Esperanza Pérez, auxiliar de Enfermería, se acerca a corregirlo. Ayer volvió a 'dirigir el tráfico' , por segundo día consecutivo, en el pabellón: señalando las paradas obligatorias frente a la cartelería informativa, resolviendo dudas, recordando la necesidad de mantener la distancia de seguridad, indicando qué punto de vacunación está libre en cada momento. «La gente, en general, respeta mucho; lo mismo hoy que ayer. Está yendo súper bien», celebra a la vez que contesta a la pregunta de un usuario dudoso: «Hoy se vacuna con Moderna».
El jueves, además, los acompañantes de muchas personas citadas para vacunarse -hijos, nietos, sobrinos, amigos, hermanos- jugaron un papel importante, de atención y cuidado. Marcos Antonio Calvo acompañó a su madre «para que no tenga ningún problema» en este día importante. Esperó a unos metros a que terminaran de vacunarla y la acompañó después en el tiempo de espera. «Venimos con muchas ganas».
También acude con ganas y sin temor alguno, María del Carmen González de la Hoz, 81 años, recién vacunada, sentada en la zona de espera, la mano presionando el brazo del pinchazo. «Me deja más tranquila (la vacunación), que la cosa no está ahora nada buena», apunta. María del Carmen tiene muchas ganas de normalidad, de ir a la playa este verano, así que esa obligatoriedad de las mascarillas en los arenales no le acaba de convencer. Ojalá se revierta, confía.
En el exterior del pabellón espera a su padre Begoña Gándara, acompañada de Mercedes Helguera, su madre. «Él tiene ganas, pero sus hijos, muchas más», cuenta Begoña, sonriente. Ella también está dispuesta: «Si pudiera, yo me vacunaría ya, ahora mismo», y ya espera que llegue la citación de su madre, de 77 años, que entrará en la rueda de vacunación la próxima semana.
Este dispositivo supone un acelerón de la campaña y un ensayo para futuras deslocalizaciones. «El virus lo paramos entre todos, depende de todos», incide Pedro Herrera, subdirector del SCS, uno de los supervisores directos del proceso. Cree que este macroensayo está saliendo bien, y pulirán los problemas, como el detectado el miércoles a última hora, sobre la monitorización de la temperatura de las neveras. Eso retrasó algo las últimas citaciones. «Vamos a trabajar en soluciones».
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