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El exministro de Justicia y exalcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón, cree que el tejido empresarial cántabro debería realizar un esfuerzo por lograr atraer la inversión pública en infraestructuras como el tren de alta velocidad. Así lo manifestó durante su intervención en el encuentro Diálogos ... para el desarrollo, celebrado en el Gran Casino del Sardinero, en el que también participó el expresidente de la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina, quien se mostró «optimista a medio plazo» sobre el futuro de la región, aunque precisa una reindustrialización y se enfrenta al difícil reto demográfico. Ambos expolíticos se centraron en el análisis de la actual crisis económica y en las oportunidades para la recuperación.
Según Ruiz-Gallardón, la guerra de Ucrania, además de provocar el incremento de costes de materias primas y energía y afectar a todo el sistema económico español y europeo, supondrá un frenazo a la globalización. «Va a significar un paso atrás importante en todo el proceso de globalización que hemos vivido en las últimas décadas en el mundo occidental». Así, indicó que el conflicto ha hecho evidente la necesidad de «recuperar una parte de autonomía que se ha perdido en los últimos años por razones estrictamente económicas», como ha quedado demostrado con el parón sufrido por la industria del automóvil europea por la falta de suministro de chips desde otros países. «Nos hemos dado cuenta de que hemos renunciado a la producción de numerosos componentes que son determinantes para nuestra economía».
Alberto Ruiz-Gallardón
Exministro de Justicia
Joaquín Leguina
Expresidente de la Comunidad de Madrid
Los fondos europeos son, a su juicio, una inyección econòmica sin la que «no podríamos hacer frente a esta crisis». «Creo que es fundamental que seamos capaces de captar inversión porque en estos momentos hay unos importantes flujos de dinero en el mundo que están buscando dónde invertir. España tiene que ofrecer buenas infraestructuras, mercados competitivos, talento… pero también seguridad política y jurídica. Estos factores serán determinantes para que esas inversiones elijan un destino u otro», defendió.
Refiriéndose a Cantabria, aconsejó realizar un esfuerzo para atraer esa inversión pública que podría dedicarse, por ejemplo, a infraestructuras de comunicación como la alta velocidad. «El retorno que tiene la inversión en infraestructuras es muy importante, porque luego llega la inversión de entidades privadas y somos testigos de una enorme rentabilidad».
Por su parte, Joaquín Leguina se mostró «optimista a medio plazo con el futuro de Cantabria, aunque subrayó la necesidad de una «importante» reindustrialización de la región, así como conseguir mayor rendimiento económico del turismo. «Simplemente eso, que vengan los mismos, pero que se gasten más dinero», un objetivo que cree al alcance de Cantabria, ya que «su paisaje y sus ciudades son muy atractivos, no solo en verano, y el turismo debería extenderse todo el año».
A menudo, el empresariado cántabro se ha referido al exceso de burocracia regional y a las condiciones que se imponen a la producción industrial española y europea, que otros países no cumplen, como factores que merman su competitividad en un mercado mundial. Leguina se mostró de acuerdo con que la burocracia «estorba mucho». «Es necesaria, pero no tanto», añadió.
En cuanto a la posible desventaja de la industria europea, española y, en concreto, la cántabra, frente a otros países por los condicionantes más exigentes a su producción, volvió a confesarse «optimista». Aseguró que Santander y Cantabria «tienen muchísimos valores», y apuntó a la agricultura como un sector «impresindible» y con muchas posibilidades: «No es verdad que sea el pasado; puede ser el futuro también».
Como retos pendientes de resolver, se refirió al desajuste entre oferta y demanda en el mercado laboral. «Hay un paro exagerado y falta gente para empleos específicos, como los camioneros. Las universidades y las FP no tienen rapidez de respuesta para ofrecer la formación adecuada que se adapte a los nuevos puestos de trabajo». También aludió al problema demográfico que afecta a todo el norte de España, con «una fecundidad muy baja y un índice de envejecimiento alto». «Las encuestas a las mujeres en edad fértil revelan que les gustaría tener más de dos hijos y tienen muchos menos. Para cumplir con sus expectativas habría que hacer políticas inteligentes», apuntó.
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