Secciones
Servicios
Destacamos
Aún no son las siete de la mañana y sobre la cancha de la lonja de Santander –el suelo parece de pista deportiva– solo queda un palé con destino a los supermercados BM. Serán treinta cajas de lirios, aligotes, potas y verdel, que para algo se está en la costera. Así descrito, el panorama puede parecer desolador, pero, siendo sinceros, no lo es tanto: lo que sucede es que los jueves, como los lunes, la subasta de pescado empieza a las seis, y el género ha volado.
Federico Toca, responsable de operaciones y servicios en la lonja, explica que esta jornada, con toda la flota de bajura amarrada, solo han descargado dos barcos de altura, Vilaboa Uno y Hermanos San Salvador, con base en Santander, y que faenan relativamente cerca de la costa.
Ha sido un día flojo, con la mitad de pescado de lo normal, después de un martes y un miércoles en que no ha habido absolutamente nada. Si los barcos de altura tienen reservado una superficie como de un campo de futbito –muy a ojo–, las cajas solo han ocupado la mitad, como indica la zona de suelo mojado. La parte de los de bajura, como es fácil imaginar, está perfectamente seca.
La flota cántabra de altura se compone de tres arrastreros, uno de ellos de gran altura, y un volantero. El arrastrero de gran altura, que se acerca a Gran Sol, solo vende el lunes; el que pesca con volanta, que también trabaja por esa zona, vuelve cada semana o cada diez días, dependiendo de cómo vaya la pesca. Los otros dos arrastreros son de litoral, van y vienen con más frecuencia y venden lunes y jueves. Esto, para explicar el ritmo de trabajo de la lonja.
Durante la costera de verdel, esa es la especie más capturada, aunque siempre se coge algo de otras. Esta vez, cada barco trajo además unas cien cajas de pescado variado, y eso es lo que se han disputado y repartido todas las pescaderías. Como José Luis Losada, de Angelachu, en Santoña, que para tener algo que vender se fue pronto a Mercabilbao, y después condujo hasta Santander antes de volver para su pueblo. «Nos empieza a faltar todo: los barcos pequeños no salen, falta el pescado variado de los puertos... al final acabaremos todos cerrados. Esta semana venderemos lo poco que nos queda, y la que viene, a ver de dónde sacamos el pescado».
«Esto es la ruina», dice Sergio Marcial, de Pescados Eduardo Rivero. Está cargando unas cuantas cajas de sardas, potas y lirios, cuando lo normal sería llevar la furgoneta hasta arriba. «¿Que si está caro? Flipas. La pota está a unos tres euros y pico en la lona y se ha vendido a siete; el lirio se suele vender a ochenta céntimos, y ha costado tres euros... esto parece Navidad».
«Hasta que no baje el precio de la gasolina no sale un barco, porque no resulta rentable para salir a pescar lo que ves. Si fuera todo rape negro y merluza... pero así, si sale, lo tiene que vender a precio de oro».
Pero el caso es que todavía hay pescado en las pescaderías. Felipe Manrique –Pescadería Manrique– atiende detrás de su pequeño y surtido mostrador: verdel, cachón, truchas, salmón, machotes, pescadilla, merluza, potas, lubinas, doradas, bacalao skrei, ojitos, lirios y almejas. No hay ni rastro de bocartes, a pesar de que es su época. «Esto no se aguanta solo con los barcos de altura –advierte–, porque viene mucho pescado de Galicia, toda la merluza de anzuelo, bacalao de Noruega... todo eso está parado. Este salmón no me lo pudieron mandar el martes porque no dejaban pasar en Hoznayo. Falta todo el pescado de camión, que es el 50 o el 60%. Ahora estamos en caliente, pero a ver cómo se pone a partir de la semana que viene».
Pues según lo que cuenta César Nates, el presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores, la próxima semana pinta igual. Hoy mismo se decidirá si el paro de la flota, programado de momento hasta el lunes, se prolonga más allá, así que será jornada de reuniones, conversaciones con patrones mayores y con otras comunidades del Cantábrico. Sobre el precio del combustible, disparado, no hay nada. «Medidas no hay ninguna, ni siquiera promesas», explica el representante de los pescadores. El ministro Luis Planas, tras reunirse con los consejeros correspondientes de cada región, se ha comprometido a «trasladar» la petición de auxilio a Europa, que no parece gran cosa.
«No tenemos ninguna expectativa y la gente está frustrada: tenemos el pescado delante de nuestras costas, con la costera de la anchoa recién iniciada y la del verdel calentita, y estamos amarrados. El problema es que después tengamos que salir a buscarlo a Asturias o Galicia, una broma estando así el gasoil».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.