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Ya está casi superado. Nueve vecinos de dos de las cuatro viviendas confinadas en la calle Nicolás Salmerón de Santander por un brote de coronavirus han dado negativo en la cuarta prueba PCR que se les realiza desde que se detectó el primer caso ... en el edificio hace más de dos semanas. A falta de confirmar la evolución de los residentes en los otros dos pisos afectados, a los que repetirá el test en los próximos días, la normalidad está prácticamente restaurada en el barrio Castilla-Hermida. En concreto, sólo sigue confinado un domicilio, en el que viven seis personas, dado que la única residente del otro piso en aislamiento es la mujer de 89 años que fue ingresada en Valdecilla, donde aún continúa su convalecencia -es el único caso covid que aloja el hospital santanderino-.
Tras la expectación causada a finales de junio, cuando se supo que varios habitantes del mismo edificio habían dado positivo en coronavirus, Nicolás Salmerón ya ha recuperado su actividad habitual. Un furgón de la Policía Nacional vigiló durante diez días la entrada del portal número 4, que alojaba a los infectados. Una circunstancia que no pasó desapercibida para el vecindario más próximo y que concentró la atención mediática por tratarse del primer brote registrado en Cantabria desde el fin del estado de alarma y la entrada en la 'nueva normalidad'. Como medida preventiva, Salud Pública ordenó el confinamiento de todo el bloque. El miércoles pasado, se levantaron las restricciones a los 83 vecinos que habían dado negativo tres veces seguidas. Su prolongada estancia se debió a la posibilidad de que hubiera alguna transmisión entre vecinos al coincidir en las zonas comunes del edificio. Un escenario que, por suerte, no se produjo. Los únicos contagios que hubo fueron entre habitantes de los domicilios donde se había confirmado la presencia del virus.
Desde que se liberó el edificio, a excepción de las cuatro viviendas con infección activa, los negocios de la zona suspiran aliviados por haber recuperado la normalidad. Justo al lado del portal hay una farmacia que ha tenido un papel fundamental durante el brote, ya que ha surtido de medicinas a muchos vecinos del inmueble, especialmente a las personas mayores que necesitan tratamientos. También en el bar El Moro celebraron la semana pasada el desconfinamiento y la vuelta a la rutina. En la peluquería, Ana Echeverría aseguró tras saber que el número 4 ya no iba a tener vigilancia que «estamos todos más tranquilos porque parece que todo vuelve a ser como antes».
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