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El salmón atlántico llega con adelanto este otoño a las cuencas de Cantabria. Lo habitual es que, como pronto, los primeros ejemplares se empiecen a dejar ver río arriba a mediados de noviembre, aunque las últimas campañas no lo han hecho hasta finales. Este cambio lo genera el buen nivel actual de los caudales, que ayuda a los peces a salvar los desniveles artificiales con los que el ser humano ha colonizado los cauces. Agentes del Medio Natural de la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Alimentación llevan varios días esmerándose en la presa del Pas situada en Puente Viesgo para controlar su paso. En sólo dos días, han contabilizado 45. De ese número, cinco machos y seis hembras han sido capturados y trasladados hasta el Centro Ictiológico de Arredondo, donde contribuirán con su reproducción en cautividad a generar alevines con los que repoblar en años futuros los ríos y así ayudar a la conservación de la especie.
Los salmones nacen en el río, lo descienden, se adentran miles de kilómetros en el mar y regresan años después siendo adultos al mismo lugar. Siempre a contracorriente, hasta la extenuación. «Si el río llegase a Madrid –explica a modo de ejemplo Ángel Serdio, director general de Montes y Biodiversidad–, hasta allí nadarían». La explicación tiene su lógica: cuanto más arriba consigan subir, mejores condiciones tendrán para desovar y fecundar. «Hay menos depredadores para los alevines, las crecidas y riadas son menores... Así que su instinto es tirar, tirar y tirar», añade el biólogo. Habitualmente, los salmones continúan su trayecto río arriba hasta Navidades. Mueren tras el desove. Es una vida bastante poética en la que el hombre ha decidido intervenir para asegurarse su continuidad. «En Arredondo conseguimos que vivan más años, aunque es cierto que cada uno que pasa van perdiendo facultades», añade.
Aun así, cada temporada se ven menos salmones en los ríos. «El norte de España es el límite sur de la distribución del salmón atlántico. De aquí hacia abajo, ya no hay ninguno», subraya Serdio. «Las condiciones, sobre todo por el aumento de las temperaturas, lo ponen cada vez más difícil. Los noruegos ya lo comenzaron a estudiar en los años 60 del pasado siglo. Poca gente sabe que fue la primera especie del mundo en la que se empezó a estudiar el cambio climático», añade.
Otra de las anomalías detectadas es que cada año, cuando se abre la veda de pesca, los salmones son más remolones y aparecen más tarde. Aquí radica otro de los debates, que tanto la Consejería de Pesca como su director general de Montes y Biodiversidad tienen claro. «Nuestra postura sigue siendo que se pueda seguir pescando, eso sí, con unos cupos como los existentes que permitan garantizar su supervivencia», afirma Serdio.
Cantabria cerró la temporada pasada, que concluyó en junio, con un total de 48 ejemplares capturados, que fue la mejor cifra de los tres últimos años. Las buenas condiciones de los ríos, con caudal suficiente, ayudaron a mejorar unos números que, aun así, continúan siendo muy discretos. Solo los diecisiete ejemplares que se izaron la última semana contribuyeron a lograr ese resultado. Sin embargo, quedan muy lejos en tiempo y cifras de los de la temporada de 1969, cuando se pescaron más de 2.000. En la época reciente, para ver una cifra superior al centenar hay que remontarse hasta 2016.
El río Pas fue de nuevo el más salmonero con 25 capturas, seguido del Asón (once) y del Nansa (diez). En último lugar, el Deva, con únicamente dos ejemplares. «Mi criterio como técnico es que un escrutinio biológico de la especie no vendría mal, pero hay que tener en cuenta la vertiente social y de arraigo que supone el salmón en Cantabria. No soy partidario de que se vede por completo su pesca», apostilla Serdio.
De ahí tanto esfuerzo con el Centro Ictiológico y la labor de campo de estos días, que no solo se realiza en el Pas, en la conocida como Presa de Ibáñez de Puente Viesgo, que, por cierto, el Gobierno regional quiere reparar. A ese acuerdo llegó el anterior consejero de Pesca, Pablo Palencia, con el alcalde del municipio, Óscar Villegas, durante una visita hace ya casi un año. Además de esta, el Ejecutivo dispone de otras zonas de capturas en el Deva y en el Asón. En el Nansa, emplean el ascensor de la presa de Palombera, que mediante una cámara también cuenta los ejemplares que remontan.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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