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En este contexto, ¿cómo se puede compaginar salud y economía? El virus y el confinamiento pusieron sobre la mesa desde el primer momento un debate que no cesa y que estos días –de segunda ola, o de tercera, o vete tú a saber– alcanza, si ... cabe más, un protagonismo esencial. Nadie es ajeno a las opiniones. Las de los que critican, por ejemplo, que se permitiera la movilidad y la llegada del turismo en verano para aliviar en parte las cajas vacías (partidarios, muchos de ellos, de volver a los confinamientos globales como única solución) o las de los que están en contra de las restricciones y creen en un funcionamiento total con la actividad económica a pleno rendimiento conviviendo con el virus. Esas son posiciones encontradas y hay otras muchas entre ambas (sobre los colegios, la hostelería, la coherencia o no de las decisiones políticas, o las actitudes de los políticos mismos, por ejemplo). Las medidas que han entrado en vigor durante este fin de semana reabren las heridas de esas discusiones. ¿Hay que elegir entre salud y economía? ¿Se puede encontrar el equilibrio? ¿Se pueden prevenir los contagios sin que el bolsillo de los ciudadanos lo pague? ¿Se puede combatir la pandemia con eficacia sin que los ingresos de las familias lo paguen?
El debate que plantea El Diario Montañés es una invitación general. Para cualquiera (la discusión está en cualquier grupo de personas, en las páginas de opinión de los medios o en las redes sociales). Lo que se expone en estas dos páginas son seis reflexiones concretas. La de un político, el que ocupa el cargo de presidente del Gobierno en Cantabria (Miguel Ángel Revilla). La del representante de los empresarios de la región (Enrique Conde) y la del presidente de uno de los buques insignia de la economía regional, el Puerto de Santander (Jaime González). También la del científico que dirige una de las instituciones de investigación más prestigiosas de Cantabria (Piero Crespo) y la del sanitario que está al frente del gran hospital de referencia (Rafael Tejido). Y, por último, un especialista que conjuga en su trayectoria profesional los dos campos, las dos esferas, ya que trabaja desde hace años en la investigación y el análisis justo de la Economía de la Salud (David Cantarero). En buena medida, recorriendo los párrafos y las opiniones que manifiestan en estos seis casos, aparecen muchas de las posiciones que se escuchan en ese debate generalizado en la sociedad cántabra –y en el mundo entero hoy en día–. ¿Cómo se puede compaginar economía y salud? ¿Alguien tiene la respuesta, la posición perfecta?
Miguel Ángel Revilla | Presidente de Cantabria
Asegura que su postura «es la misma desde el principio». Preservar la salud, «pero no paralizar la economía». «Va a haber daños en sectores concretos para los que es una catástrofe (turismo, lineas aéreas, cruceros, restauración...), pero el conjunto de la economía no puede parar». Esa parada se produjo, explica, por la presión sobre el sistema hospitalario, «pero ahora donde hay brotes agudos deben tomarse medidas localizadas». «No contemplo un confinamiento total porque la catástrofe económica sería brutal. Y en esa línea se mueve el mundo. Medidas locales, evitar aglomeraciones, limitar horarios o restringir el número de personas». Habla de «convivir con los brotes» y con una realidad de «un 10% de población infectada y un 60% –de media– de asintomáticos». «Aquí hay dos radicalismos y yo estoy en el medio. Los que quieren confinar todo y los que dicen que no hay que restringir nada. No me gustan los radicalismos. Sabemos cómo se propaga. En lugares cerrados, en un restaurante sin ventilación y sin mascarilla, aunque guardes las distancias, en las barras... En espacios abiertos es muy difícil, las terrazas no son un foco. Por eso se trata de restringir las reuniones en espacios cerrados, reducir grupos... Y si hay un brote en determinado lugar, ahí sí.. . Si se vuelve a cerrar España la población difícilmente lo soportaría y suma la presión económica, porque las ayudan llegan hasta donde llegan». No se arrepiente de «las previsiones» que hizo ya cuando escribió un capítulo para su libro en marzo y dice que «los datos demuestran que promocionar Cantabria en verano y abrir dos días antes no supuso consecuencias peores que otros que decían que no vinieran». «El verano fue excepcional y no paramos la economía, así que el PIB caerá algo menos». Tampoco se desdice de su mano tendida a los madrileños en el puente. «Si se puede viajar (cuando lo dije se podía), que vengan y que cumplan con las medidas. Trato de ser coherente y salgo a la calle para que me vean. No podemos caer en el pánico. Voy con mi señora por el Paseo de Pereda y me siento en una terraza a tomar una cerveza, pero no me meto en los locales cerrados». Repite, al hilo de las cifras de hospitalizados o de las UCI, que la «situación es preocupante, pero no alarmante». «Ahora se hacen test a todo el mundo. Antes, a ningún asintomático. Por eso, no es que estemos peor. El bicho sigue y habrá que salvar lo gordo».
Rafael Tejido | Director gerente de Valdecilla
Como sanitario, en el análisis de Rafael Tejido hay un diagnóstico y recetas. «No estamos en bandos contrarios. El coronavirus quita salud y empobrece, el objetivo es minimizar el daño. Las medidas sanitarias no empobrecen, lo que empobrece es lo que afecta a la salud, que es la pandemia». Así, asegura que «retrasar las medidas nos quita salud y dinero». Cuanto antes se actúa, antes se mejora. «Retrasar –dice– sólo significa prolongar». Y pone como ejemplo el verano. «Las medidas sanitarias que se tomaron nos dejaron en una buena situación que permitió mantener, por lo que he palpado, una buena actividad turística. Cuando se toman medidas, la economía no se frena tanto (aunque se va a frenar)». A partir de ahí, las recetas. De entrada, «como dicen los economistas», «es fundamental dar confianza». «Tenemos que tener las cosas preparadas y demostrar que estamos preparados». Por eso, destaca la labor de detección de los rastreadores y el trabajo que se hace desde la Atención Primaria, lo que redunda «en una mejor situación en los hospitales». «Y eso debe aportar confianza a la ciudadanía, algo que se traduce en la actividad económica y en el mantenimiento de las inversiones». Es una primera reflexión general, pero añade tres propuestas concretas. La primera, que «es importante consumir Cantabria ahora». «Con los confinamientos periféricos que ya se están produciendo se va a restringir la movilidad. Por eso, es un buen momento para ser un poco autárquicos, ayudarnos y redescubrir nuestra región». Más aún, habla de un «cambio en el modelo económico» en cuanto a los proveedores. «Ahora no es tan llamativo, pero en marzo y abril tuvimos problemas de material (los EPI) y nos ayudaron mucho las empresas de aquí. En el ámbito biosanitario lo vivimos y lo sufrimos. Sería bueno –en ese campo y en general– apostar por empresas de Cantabria y proveedores de aquí». Y, por último –barriendo para casa–, recuerda que Valdecilla es el hospital, pero también una empresa importante «por su número de trabajadores y su capacidad para atraer fondos» (a través del Hospital Virtual, el Idival o las colaboraciones con la UC). «La innovación y la investigación son esenciales para atraer fondos y crear empleos. No me gusta hablar de oportunidades en este momento, pero hay que aprovechar esto».
David Cantarero | Responsable del Grupo de I+D en Economía de la Salud del Idival
Lo primero, advertencias. «Difícil» equilibrio, «sin salud la actividad económica no puede existir» y «no hay un manual». «Hay que repensar este equilibrio teniendo en cuenta los costes de la pandemia». Esos costes se traducen en fallecidos, en empeoramientos de las condiciones de salud (también mental) y en los que empeoran sus condiciones económicas. Cantarero destaca que la mitad del coste se traduce en una reducción de ingresos para las familias y en los efectos a medio plazo en cuanto a una vida menos saludable, la esperanza de vida o lo que llama «cifra oscura». «Todo lo que el covid retrasa que se haga» (inversiones previstas, intervenciones sanitarias...). Por eso señala que los efectos son «similares a los de una guerra». Eso obliga a «repensar lo urgente y lo importante». El proceso actual se divide en dos erres. «La de resiliencia, donde estamos. Adaptar la táctica a escenarios de incertidumbre que cambian». Durará hasta que lleguen las vacunas. Resistir a base de ir adaptándose. Luego vendrá la etapa de «reconstruir», pero «aún no se habla del modelo que vendrá después». En este contexto coloca al grupo de Economía de la Salud del Idival y su Sistema Territorial de Acción Rápida. «Analizando los datos de contagios intentamos explicar que el virus no sigue un patrón aleatorio». Se fijan en criterios espaciales o por niveles de renta, porque los brotes –dice– responden mucho a criterios de movilidad, densidad de población, niveles socioeconómicos... Aquí está la clave. «Puedes combinar economía y salud si tienes un patrón. Si consigues explicar donde se propaga más velozmente puedes gestionar mejor las medidas. Si inviertes en test, rastreos puntuales y confinamientos concretos, en medidas más inteligentes, el beneficio es treinta veces más que lo que supone el coste de las medidas. Es mejor perseguir al virus con la geolocalización. No es necesario disparar a cañonazos». En este sentido, recuerda –ante la idea de confinamientos generales– que «un 15% de las empresas cántabras son muy vulnerables» y que cada mes de confinamiento global «la actividad económica cae un 3%». «Los sufren más los que tienen trabajos presenciales no esenciales. Es una doble desigualdad porque también les costará más adaptarse a nuevas situaciones y tardarán más en sacar la cabeza. Lo mucho que cae el consumo se centrará en ellos». Por eso, insiste, «no queda otra que confiar en lo cercano y ser colaborativo».
Enrique Conde | Presidente de CEOE-Cepyme
«La sociedad no se puede permitir no prevenir, pero tampoco noquear la economía para prevenir. La pandemia no puede parar la economía». Es el punto de partida del análisis de Enrique Conde, que «una sociedad económicamente estable es una sociedad con salud (y lo contrario)». A partir de ahí, varios planteamientos. Que «los empresarios han hecho mucho insistiendo a las administraciones en que se hicieran planes de contingencia». O que «dos o tres sectores no pueden ser paganos de la pandemia». «Si a un sector –lo centra en ocio nocturno, hostelería o comercio– le obligas a cerrar, tiene que tener una contraprestación. Si deciden prevenir la evolución de la enfermedad en base a tres sectores concretos tendrán que poner medidas de apoyo, porque hablamos además de un tiempo limitado». Conde entiende que, en todo caso, es «lamentable» que los acuerdos alcanzados en las mesas con sindicatos o administración tarden tanto. En Madrid y en Cantabria. «Aquí alcanzamos un acuerdo que no era malo después de un mes y medio cuando se podía haber hecho en tres días y otras comunidades lo tenían un mes antes. Se definió que cualquier medida o proyecto iría encaminado a reactivar la economía y cambiar el modelo productivo». O sea, planes de contingencia, no sectores concretos como paganos únicos de las consecuencias de la pandemia y más rapidez para cerrar acuerdos y consensos. ¿Y hasta qué punto las restricciones? «La actividad económica debe seguir y las empresas deben estar abiertas. Lo importante es que las empresas sigan funcionando y, si las medidas de prevención pasan por reducir al mínimo el contacto, llevemos esas medidas al máximo, pero con las empresas abiertas». Por eso, es partidario –también en la hostelería, el comercio o el ocio nocturno– de funcionar con «la mayor normalidad posible» actuando «con seriedad en las medidas de prevención, que la mayoría lo ha estado haciendo». Y, si no se cumplen, con las sanciones oportunas. «Las medidas, que deben ser lógicas y posibles, deben llevarse a su máxima expresión, pero en el ámbito de esa 'nueva normalidad', dentro de las empresas y no cerrando empresas. Yo defiendo una apertura total, mantener la actividad empresarial abierta, tomando las medidas que deban tomarse».
Piero Crespo | Director del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria
«Ya me gustaría tener la varita mágica o la 'sapiencia' necesaria» para responder a la pregunta que plantea este reportaje. ¿Cómo se puede compaginar economía y salud en este contexto, en la situación de hoy? «¿La sanidad por delante? Conceptualmente sí, pero no es un planteamiento realista. Si nos volvemos a confinar, la economía colapsa, lo que podría suponer consecuencias aún peores, como disturbios sociales, violencia... Puede ser escalofriante y hay que evitarlo». El objetivo debe ser «compaginar la respuesta sanitaria adecuada con mantener un tejido productivo al máximo nivel». Piero Crespo lo resume en «dejar trabajar a los expertos». Habla de la conveniencia de «un panel de expertos científico/sanitario que valore las directrices, las medidas sociosanitarias que pueden tomarse, y de otro panel de expertos economistas que evalúen las consecuencias de esas medidas». «Integrando estos dos planteamientos –añade–, llegar a la mejor solución». El director del Ibbtec asegura que «no tiene la respuesta sobre el cómo –sobre las medidas concretas–, pero sí sabe cómo no hacerlo». Con un mensaje crítico en torno a la gestión. «El ejemplo claro de nuestra deplorable clase política, anteponiendo intereses partidistas y electoralistas en las decisiones». Por eso, les pide –a los políticos– que sean «un mero ejecutor de las decisiones colegiadas de economistas y científicos». Eso, «y callarse». «Que en ningún momento entren en la palestra las disquisiciones políticas».
–¿Cree que eso explica lo que ocurre en España, la situación que tenemos hoy con respecto a otros países?
–Lo que yo creo es que nadie cree lo contrario.
«El espectáculo de las autoridades –sentencia al respecto– es impresentable y se toman decisiones políticas. Bueno, ya nos dijeron que no había un comité de decisiones de expertos».
En todo caso, insiste en que no se atreve a plantear un ramillete de medidas concretas que conjuguen esas dos esferas. «Me es imposible ir más allá. Doctores tiene la Iglesia y yo no soy experto en economía ni tampoco en salud pública. Sólo soy un ciudadano con sentido crítico desarrollado. Ni quiero ni puedo ir más allá, porque, además, estaría contradiciendo lo que acabo de decir».
Jaime González | Presidente de la Autoridad Portuaria de Santander
«Sí que se trata de decidir. Tienen que decidir si vas a trabajar o no, si abres los bares, si permites la movilidad... Y van a decidir en función de cómo sea la situación sanitaria, al menos mientras el daño que produce el deterioro económico no sea superior al deterioro que produce el daño sanitario. Depende del grado de deterioro que puedan producir una y otra». Jaime González asegura vivir «en el filo de una balanza». Deja claro que no se cuestiona los criterios sanitarios y que parte «del principio de que esas recomendaciones sanitarias siempre tendrían prioridad». Pero advierte su «profunda preocupación» y la certeza de que «no hemos tocado fondo». «Si vamos a dar prioridad a las razones sanitarias o a las económicas vendrá determinado por cuál de las dos esferas se deteriora de forma más rápida, más intensa». O sea, que las decisiones vendrán, a su juicio, al hilo de cuál de las dos crisis provoque más daño a la sociedad y a las personas. Convencido de que «no podemos confinarnos otra vez» de la misma manera que en marzo, traslada su mirada seis meses por delante. «Si en esos seis meses estamos en una situación en que han acabado los ERTE, hay un masivo cierre de empresas, una destrucción del tejido de negocio de buena parte de los autónomos» –pone en condicional–, las decisiones estarían determinadas por «criterios de supervivencia económica». Y pone de ejemplo lo que ya sucede en otros países, con gente «echándose a la calle» para buscar como sea la «supervivencia» de sus familias. Porque habla de «comer», de hambre, y recuerda los datos y la realidad que ha conocido con la campaña de recogida de alimentos que el Puerto inició en el Palacete con el Banco de Alimentos –habrá otra en las próximas semanas con base en la Estación Marítima–. «Prioridad sanitaria, sí. Pero hay un momento en que el pozo económico nos puede llevar por delante». Lo define, incluso, como un «sorpasso», en el que lo que se repase a diario sean las cifras de daños en la economía (y su traducción en problemas de carácter social). «Puede que la economía nos adelante por la izquierda en el ámbito del deterioro». Incluso, asegura sentir «gran preocupación» al pensar en el tramo «de Navidad a Semana Santa». Si en ese periodo la economía suele «hibernar», puede producirse esta vez una «paralización». «¿Debemos ser alarmistas? No es alarmismo. Es una posibilidad realista».
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