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El director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann, ha defendido ante el Ministerio de Sanidad la necesidad de administrar una tercera dosis a los residentes de centros de mayores. Lo hizo en la última Comisión de Salud Pública, donde están representadas todas las ... comunidades autónomas y el Ministerio, y está convencido de que es solo cuestión de tiempo que se apruebe. «En cuanto tengan evidencia generada vamos a ir por ahí: el coste en salud, económico y psicológico es muy superior a lo que va a costar vacunar a estas 9.000 personas. Soy un firme defensor de ponerla cuanto antes». De momento, solo se ha aprobado ese refuerzo en personas inmunodeprimidas, ya sea receptores de trasplante de órgano sólido o de progenitores hematopoyéticos, así como enfermos oncológicos tratados con fármacos anti-CD20.
El estallido de la pandemia ha obligado a estudiar la enfermedad a marchas forzadas, avanzando tanto como para descubrir y producir vacunas en tiempo récord; ahora se está comprobando cómo funcionan estas: cuánto protegen y cuánto dura su efecto. «Hemos comprobado que la efectividad vacunal es mayor cuanto más joven se es: el sistema inmune reacciona mucho mejor. Por eso no resulta necesaria una dosis adicional de la vacuna en los menores de cincuenta años. A partir de esta edad, la respuesta ya no es tan potente, y se parte de una protección menor», explica Wallmann.
Aun así, está claro que la vacuna ha funcionado en las residencias de mayores, que han mantenido el virus a raya durante meses. En la quinta ola, con la variante delta como dominante y una circulación intensísima del covid, ha vuelto a entrar en ellas, aunque con una fuerza y unas consecuencias mucho menores.
«Hemos comparado esta onda con las anteriores: en las primeras se registraron 1.713 casos de residentes, de los que ingresaron 761, el 44%; en la quinta ola han sido 174 y 57 ingresos, el 33%. Parece poco, pero hay que tener en cuenta que nos enfrentamos a la variante delta, que duplica el riesgo de ingreso, incluso entre los vacunados. Si se tiene en cuenta eso se ve que ha funcionado bastante bien», sostiene el doctor.
El responsable de Salud Pública ya ha advertido en otras ocasiones de que la inmunidad de grupo frente al coronavirus no se puede alcanzar ni aunque se complete la vacunación del 100% de la población. «Nos dirigimos hacia una endemicidad, un escenario en que el covid estará incorporado en nuestro portafolios de resfriados que vamos teniendo: aprenderemos a convivir con el virus. La vacuna es la clave para ayudarnos a acelerar ese proceso que sin ella resultaría mucho más doloroso, con un patógeno que produce una enfermedad muy grave y con una mortalidad y letalidad muy altas; con ella el patógeno será como cualquier otro de los que producen resfriados».
«Nuestro objetivo es precisamente ese, que el covid se convierta en un resfriado, sin más. Por eso es importante vacunarse aunque no se alcance esa inmunidad de rebaño: tarde o temprano todos nosotros vamos a recibir nuestra inmunidad natural; cuando nos contagiemos, si estamos vacunados, lo pasaremos como un resfriado más, pero nos va a dar una inmunocompetencia superior».
Los estudios que se vienen realizando apuntan a que la protección más efectiva contra el covid la alcanzan quienes han superado la enfermedad y después han recibido una dosis. «Esa combinación es la que ofrece la inmunidad más duradera», asegura Wallmann. Los heterólogos, es decir, los que han recibido una pauta mixta, con una vacuna de ARN mensajero (Pfizer o Moderna) y otra diferente, son los siguientes más protegidos, con mayor efectividad. En tercer lugar se encuentran los que han recibido dos dosis de ARN mensajero, y, tras ellos, los que las han recibido la pauta completa de las otras vacunas disponibles, AstraZeneca y Janssen.
Las mutaciones del virus, y especialmente la delta, más contagiosa y con más riesgo de complicaciones para los contagiados, han reducido los cálculos de efectividad de las vacunas que ahora se estima del 80%. Este porcentaje no significa que cada persona esté protegida en esa proporción ni que de cada cien haya veinte en los que no funciona: lo que indica es que la incidencia de la enfermedad es el 80% menor en un colectivo de vacunados en comparación con otro no vacunado.
Como se ha indicado antes, tras la vacunación de los residentes de los centros de mayores, estos establecimientos han vivido unos meses de tranquilidad, sin apenas casos. Durante la quinta ola han vuelto los brotes, más reducidos en número y dimensiones, y también menos virulentos. Eso no ha evitado que se hayan producido algunas muertes.
«El perfil de los fallecidos por covid se mantiene también en esta quinta ola, tanto entre quienes han recibido la vacunación completa como en los que están sin ella: generalmente se trata de personas de elevada edad, casi siempre por encima de los ochenta años, y que sufren otras patologías. En esos casos podría decirse que el covid es la gota que colma el vaso: la vacuna no vacuna contra la muerte».
Wallmann augura que la vacuna terminará extendiéndose también a la población menor de doce años, que es la edad límite en la actualidad. «Se están realizando ensayos y lo más probable es que llegue a estas edades, ajustando la dosis. El esquema habitual en otras vacunas es que por encima de los cinco años se administra un tercio de dosis, y por debajo de esa edad, una décima parte. Al final, o pasan por la vacuna o pasan por el covid».
No hay que olvidar el protagonismo que los contagios entre los más jóvenes han tenido durante esta quinta ola. «No se van a morir de covid, y hay muy poco riesgo de que se conviertan en casos graves. Pero cuando los jóvenes se vacunan aportan un valor a la sociedad, porque meten cortes en la transmisión comunitaria. La otra razón para que se vacunen es el covid persistente, algo que nos preocupa y sobre lo que todavía no hay demasiada evidencia: entre el 2% y el 5% de los que se infectan lo padecen, con migrañas, problemas de concentración, etc».
«La única manera de saber cómo estamos es hacer un muestreo importante de todas las residencias con una prueba de inmunidad. Si demuestran que ha bajado, hará falta otra dosis», opina Rubén Otero, presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia (FED) en Cantabria. «Los expertos dicen que las vacunas pierden un 6% de efectividad cada mes. Lo que está claro es que hemos pasado seis o siete meses sin contagios prácticamente, y a partir de entonces han vuelto. Eso igual quiere decir que hemos empezado a tener menos inmunidad, pero tenemos que ir paso a paso», subraya.
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