Secciones
Servicios
Destacamos
Mientras no haya vacuna ni la mayoría de la población esté inmunizada contra el SARS-CoV-2 -en Cantabria sólo lo está el 3,2%-, hay que estar prevenidos para un nuevo ataque porque el virus ha venido para quedarse, aunque los datos ... indiquen día a día que ahora está en fase de repliegue. Y para que no vuelva a coger de improviso, como ocurrió en marzo, sin la protección adecuada para quienes tendrán que combatirlo en primera línea, el Servicio Cántabro de Salud (SCS) ya ha hecho acopio de los materiales necesarios para aguantar la previsible oleada del otoño, cuando los expertos temen que el nuevo coronavirus conviva con otros patógenos conocidos con los que comparte buena parte de sus síntomas iniciales, caso de la gripe.
Los almacenes de los hospitales y centros de salud de la región ya tienen provisiones de todos los productos que requiere la lucha contra el Covid-19, en un volumen calculado sobre lo que exigió la demanda en los momentos más críticos de la pandemia. Casi un millón de mascarillas quirúrgicas, más 70.000 del tipo FFP2 y otras 2.500 FFP3; seis millones de guantes de nitrilo, casi 450.000 batas, entre impermeables y desechables, y 32.000 botes de solución hidroalcohólica, listos ya para aguantar durante dos meses otro pico de infección por el coronavirus de Wuhan sin tener que hacer compras a la carrera en un mercado colapsado.
Si algo ha quedado claro de su brutal embestida es la alta contagiosidad. Son lecciones que las autoridades sanitarias tuvieron que aprender en plena vorágine, mientras veían cómo se acumulaban las bajas entre los profesionales que atendían a los pacientes Covid-19 (más de 51.000 en España, el 21% de los infectados). En Cantabria, donde el azote del coronavirus fue menor que en otras comunidades, se contagiaron 444 sanitarios, sin incluir ahí al personal de servicios no clínicos (como trabajadores de limpieza) o externalizados, caso de los técnicos de las ambulancias. Por eso, aprovechando la tregua que empieza a dar el coronavirus, toca rearmarse, también por si los rebrotes llegan antes de lo esperado. Y el verano se presenta como la prueba de fuego.
STOCK DE CHOQUE
MÁS FILTROS
Para que las comunidades autónomas pudieran iniciar el proceso de 'desescalada' el Ministerio de Sanidad exigió que pudieran garantizar un 'stock' de equipos de protección suficiente para afrontar cinco semanas de pandemia en nivel de alta gravedad. Es lo que llaman 'reserva estratégica', que el Servicio Cántabro de Salud ha ampliado a ocho semanas, con una inversión de 7,7 millones de euros. Era requisito indispensable después de comprobar durante el pico de la crisis las grandes dificultades para que los proveedores pudieran surtir los pedidos, que llegaban por tandas y con retraso y, en algunos casos, sin cumplir con las garantías de seguridad que marcaban las etiquetas. Eso es lo que ocurrió con miles de mascarillas que tuvieron que ser retiradas de los centros de salud y hospitales, unas repartidas por el propio Ministerio de Sanidad y otras recibidas directamente en Cantabria fruto de donaciones. Experiencias como esas no sólo indignaron al personal sanitario y a sus colegios profesionales, que reivindicaron que la protección de los trabajadores fuera una prioridad, sino que obligó a establecer más filtros de control de la mercancía adquirida.
970.360 mascarillas quirúrgicas de tres tipos diferentes se han repartido entre los centros.
70.048 mascarillas tipo FFP2, que son las destinadas a unidades de mayor exposición al virus.
2.576 mascarillas de protección tipo FFP3, que son las que disponen de sistema de filtrado de aire.
1.200 gafas protectoras. En este caso el stock es menor porque son reutilizables, aclara el SCS.
6,2 millones de guantes de nitrilo, con y sin polvo, ya están en los almacenes de los centros.
83.928 batas reforzadas/impermeables. El SCS calcula que necesitaría casi 10.500 a la semana.
352.000 batas desechables, que es uno de los productos más utilizados en toda la red sanitaria.
32.400 unidades de solución hidroalcohólica, con un consumo semanal de más de 4.000 botes.
Desde la Subdirección de Gestión Económica e Infraestructuras del SCS, encargada de realizar las compras para evitar las consecuencias de una hipotética rotura de 'stock', explican que «una vez pasada la superemergencia, se está intentando volver a trabajar con los proveedores habituales, actualizando los contratos que ya teníamos. Y, si no es viable, se asegura la verificación técnica de los productos y de su documentación», siguiendo lo que indican los protocolos de los servicios de prevención de riesgos laborales. Un filtro introducido después de las alertas por mascarillas defectuosas o sin la protección indicada en sus fichas técnicas.
De los siete tipos de mascarillas que el SCS tuvo que poner en cuarentena (alrededor de 170.000, en total), dos pasaron el examen y otros dos presentaban objeciones, mientras que el resto aún está pendiente de la evaluación del Centro Nacional de Medios de Protección, con sede en Sevilla, al que han acudido desde los servicios de salud de toda España para analizar la calidad de sus materiales antes de ponerlos en circulación entre sus plantillas. «Todas las decisiones de compra se hacen tras esa previa verificación técnica», apuntan desde el departamento de contratación del SCS.
Para hacer el cálculo de este 'stock' de choque, el SCS ha tomado como referencia el consumo semanal de estos productos en cada uno de los hospitales de la región y en la red de Atención Primaria «en los meses de impacto Covid», cuando la demanda se disparó y las necesidades de repente eran tan bestiales que el mercado no daba abasto.
En Valdecilla, por ejemplo, que es el que mueve mayor volumen, se llegaron a utilizar 46.700 mascarillas quirúrgicas, 414.000 guantes y 20.000 batas desechables cada siete días. Cuantías que en proporción a su plantilla se repetían en Sierrallana, Laredo y también en los centros de salud, donde más tardaron en llegar las protecciones cuando estalló la pandemia. El hospital de Torrelavega, que en cualquier semana previa al Covid usaba menos de 1.800 mascarillas quirúrgicas de media, pasó a precisar doce veces más: hasta 22.000. Y si se atiende al modelo FFP2, el dato se multiplicó por treinta: de 55 a 1.687 cada siete días.
Esta reserva no incluye los buzos, reservados para situaciones extremas, aunque desde el SCS apuntan que hay más de 800 disponibles. Además del material ajustado a las exigencias institucionales, el SCS hace acopio también de guantes quirúrgicos y de vinilo, calzas, gorros/caperuzas y pantallas de protección facial, así como de productos para la toma de muestras PCR (hisopos), cuyo consumo estimado es de 4.400 a la semana, «con suministro protegido por 5.000 unidades semanales del Hospital Virtual Valdecilla y con un 'stock' de 32.000 de proveedor habitual». Sin olvidar, la necesidad de disponer de test rápidos de anticuerpos para controlar la evolución de la inmunidad. A día de hoy, Sanidad cuenta con 16.000 unidades.
«De cara al futuro inmediato, lo más importante es mantener un nivel de 'stock' adecuado, con garantías y calidad, que nos dé tranquilidad para afrontar un repunte que esperamos no se produzca», confía la gerente del SCS, Celia Gómez. «Hemos trabajado desde el inicio de la alerta sanitaria para dar respuesta a las necesidades de las gerencias, reforzando el trabajo de adquisición de los suministros esenciales», subraya. Asimismo, Gómez destaca «la labor de las personas que trabajan en las áreas de gestión, con una dedicación encomiable, (compras, contratación, declaraciones de emergencia...), pero también mantenimiento, limpieza, cocina... todo ese trabajo 'oculto' que es imprescindible para el desarrollo de la labor clínica y de cuidados».
Los hospitales del Servicio Cántabro de Salud han hecho acopio también de los fármacos más utilizados en los pacientes Covid para garantizar el suministro durante 45 días en caso de que la pandemia repunte de forma súbita. Pero, además, la Dirección de Ordenación, Farmacia e Inspección de la Consejería está preparando un 'stock' de seguridad con todos los medicamentos que pudieran llegar a precisar los hospitales para cubrir otros dos meses adicionales. «Hemos mantenido reuniones con las Direcciones médicas de los centros y los jefes de las Unidades de Cuidados Intensivos para que nos faciliten los fármacos que necesitarían y en qué cantidades, en función del consumo registrado en los meses más duros de la crisis», explica Jorge de la Puente, director general de Farmacia.
En definitiva, se trata de una reserva extra, que se almacenará fuera de las farmacias de los hospitales. «La novedad es que vamos a habilitar un depósito aparte para tener la seguridad de que esa reserva está ahí y, a la vez, despreocupar a los hospitales», explica. Cuando ese 'stock' esté disponible -la idea es que sea antes de que acabe el estado de alarma- «tendremos que tener en cuenta el control de caducidades, aunque no vemos problema porque son medicamentos de uso habitual en UCI, como relajantes musculares y anestésicos, que en cualquier momento se pueden introducir en el circuito hospitalario para uso y volver a reponer».
El plan, además, abarca a otra serie de fármacos que se ha visto que han sido necesarios frente a la pandemia de Covid, por lo que incluye también antibióticos, corticoides y antiinflamatorios, siempre teniendo en cuenta que no hay un tratamiento específico para atajar el virus. A diferencia de lo ocurrido con el material de protección, el SCS aclara que en farmacia no llegó a producirse rotura de 'stock' durante la pandemia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.