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El covid se está haciendo fuerte cada día que pasa. Las barreras impuestas, ya sea en forma de recomendación o por la vía de las restricciones, se están demostrando insuficientes para contener el ascenso de una curva que durante un mes se había ... frenado, pero que ha vuelto a coger impulso. n sólo siete días se han contagiado 554 personas en Cantabria, los últimos 92 confirmados en el balance de ayer, referido a la jornada del lunes, y se han registrado seis fallecimientos, elevando el total desde el inicio de la pandemia a 244. Y en ese más de medio millar de nuevos positivos no están incluidos aún los 130 que ya se habían diagnosticado a primera hora de la mañana del martes.
En apenas dos semanas, la Consejería de Sanidad ha pasado de congratularse (con la cautela presente) por la favorable evolución de la pandemia en Cantabria -no sólo descendió el ritmo de contagios, sino que cayó de forma drástica el de casos activos, que a finales de septiembre había llegado al pico de los 1.900 (ayer estaba en 1.059)- a tener que sentarse a concretar qué medidas conviene aplicar ahora para que la situación no se descontrole como en otras comunidades autónomas.
Y da igual para qué lado del mapa mire. La petición de Salud Pública a la ciudadanía del autoconfinamiento voluntario en casa mientras el virus siga ganando terreno y engrosando la lista de afectados era un aviso a navegantes. Pero el efecto, si es que se esperaba de forma tan inmediata, no ha llegado. La tasa de incidencia en la región ya se sitúa en 170 casos por cada 100.000 habitantes, 50 más que la semana pasada, cuando el reto está en rebajar la presencia del coronavirus en la comunidad en torno a 20 por 100.000 habitantes antes de que comiencen a extenderse el resto de infecciones respiratorias de invierno, como la gripe. Así que toca activar un paquete extra de medidas anticovid. Y Sanidad tiene claro dónde hay que poner el coto: en las relaciones sociales, que es donde se han originado la mayoría de los brotes. Por eso, entre las medidas que se están estudiando se contempla reducir las reuniones a un máximo de seis personas no convivientes, en lugar de las diez actuales, y acortar el horario de los bares, que ya no podrían hacer uso de las barras y tendrían que bajar la persiana a las diez de la noche, según ha podido saber este periódico.
Todo parece indicar que las nuevas restricciones no se detallarán al menos hasta mañana, después de que Rodríguez debata el documento que elaborará Salud Pública con el resto de departamentos durante el Consejo de Gobierno, previsto como cada jueves para las 09.00 horas. Será así por dos razones. En primer lugar, para que los técnicos tengan tiempo de analizar los datos de incidencia del virus de las últimas horas y se pueda confirmar lo que casi dan por seguro: que los altos índices de positivos no son el resultado de un pico de sierra estadístico, sino de un cambio de tendencia preocupante.
La Consejería de Educación puso ayer en cuarentena ocho nuevas aulas de centros de la región al detectarse algún positivo entre los integrantes de los grupos de convivencia. En esta última actualización todos los nuevos casos localizados corresponden a alumnos y no a personal docente. Se trata de los colegios Virgen de Velilla (Valderredible) y Gloria Fuertes (Muriedas) en Infantil y Primaria, y de los siguientes centros de Secundaria y FP: Hernán Cortés, Sagrados Corazones, Apostolado Sagrado Corazón, Marqués de Manzanedo, Miguel Herrero y Purísima Concepción. Así, en total, en el nivel básico hay 18 aulas cerradas de las 2.654 existentes (0,67%). En Secundaria y FP son 22.
Pero también para que cualquier decisión tenga el aval de todo el Ejecutivo regional, sobre todo teniendo en cuenta las repercusiones económicas que tendrá cualquier restricción adicional, por mucho que no lleguen a los extremos de territorios como Navarra, que ayer, además de decretar el cierre del territorio foral, siguió los pasos de Cataluña y cerró toda la hostelería. En cualquier caso, sería una sorpresa que, como portavoz del bipartito, el vicepresidente Pablo Zuloaga anuncie tras el Consejo de Gobierno algo distinto a lo que proponga Salud Pública. Hasta ahora, todas las propuestas que ha llevado el departamento que dirige Paloma Navas han salido adelante. El propio presidente Revilla aseguraba este fin de semana que si Cantabria, pese al empeoramiento de la situación, presenta datos más positivos que otras comunidades autónomas es en gran medida porque se ha escuchado a los técnicos por encima de los criterios políticos.
Si se cumple lo que dejó entrever ayer el consejero de Sanidad y las medidas van en la línea de poner limitaciones a las relaciones personales -aforos y limitación de contacto social- significarían un endurecimiento de las medidas que se han ido poniendo en marcha de forma progresiva desde que entró en vigor el periodo de 'nueva normalidad', en junio. Como en el resto de España, a medida que se ha recrudecido la situación de la pandemia, el Gobierno cántabro, el que tiene las competencias para ello, ha ido introduciendo restricciones vía Boletín Oficial.
La última modificación, además de la que aprobó el Parlamento de Cantabria para asemejar las discotecas con licencia especial a los locales convencionales para que durante este periodo puedan funcionar como bares y abrir hasta la una de la madrugada, fue la que obligó al cierre de los prostíbulos ante la imposibilidad de controlar los focos de covid-19 surgidos en este tipo de establecimientos. Fue el 7 de septiembre. Antes, el 15 de agosto, se publicó la resolución derivada de un acuerdo nacional entre el Ministerio y las comunidades autónomas que obligaba al cierre nocturno y que introducía otras acciones de seguridad como el establecimiento de una distancia mínima de 1,5 metros en los servicios de barra y mantener esta misma distancia entre mesas. Este acuerdo también obligaba a los fumadores a distanciarse dos metros de los establecimientos y de cualquier cliente y también impedía encender el cigarrillo en las playas.
La limitación de horarios en la hostelería hasta la una de la madrugada fue un endurecimiento de otra anterior, del 24 de julio, que había puesto un límite algo más permisivo: las 02.00 horas, que estuvo vigente durante menos de un mes por el aumento de la incidencia del coronavirus. Ahí se incluía la prohibición de reuniones de más de 15 personas, que posteriormente se rebajó a los diez actuales y que ahora previsiblemente se reducirá a la mitad, y la creación de un registro de clientes en restaurantes y peluquerías. Una semana antes fue cuando se impuso el uso de la mascarilla, que hasta entonces sólo era una recomendación.
Sanidad ya ha avanzado que las medidas que se incorporarán irán en la línea de las que se han adoptado en País Vasco y Asturias. «No podemos ser una isla, tenemos que trabajar conjuntamente con las comunidades autónomas vecinas. Y además, es que, en nuestro caso, lo necesitamos porque se ha producido un aumento importante en el número de casos», dijo el consejero.
Tanto que, pese a la gran proporción de casos curados acumulado en los primeros días de octubre, ahora vuelve a haber más de un millar de cántabros positivos en covid, de los cuales 58 están hospitalizados y 1.001 en aislamiento domiciliario. De hecho, el nuevo repunte de contagios, que empieza a tener cierta repercusión a nivel hospitalario, sí ha sido notable en la red de Atención Primaria, en los equipos de rastreo y en los laboratorios de Microbiología (al de Valdecilla se han incorporado también los de Sierrallana y Laredo), con más carga de test PCR que semanas atrás.
El «importante» aumento de contagios empieza a dejarse sentir en los hospitales, aunque la situación «sigue siendo contenida», como apuntó ayer el consejero. El último parte eleva a 58 los pacientes ingresados. Aunque suponen siete más respecto al balance del día anterior, en realidad son diez los nuevos hospitalizados, teniendo en cuenta que en la misma jornada (lunes) se dieron tres altas en Laredo, que había comenzado la semana con seis pacientes covid. Así, Valdecilla atiende a 40, entre ellos los diez que permanecen en la UCI; Sierrallana, 13, dos más que la jornada previa, y Tres Mares se mantiene con dos.
Los gerentes de los diferentes centros de la región están atentos a la evolución de la incidencia del virus, sabedores de que el impacto en tasa de complicaciones llega en torno a la segunda semana de iniciarse el repunte. Es decir, justo ahora. «Hacia el fin de semana veremos si se confirma el cambio de tendencia», sostiene Rafael Tejido, director de Valdecilla, que ya avanzó el lunes un significativo incremento de ingresos. No obstante, la baja presión hospitalaria atribuida al covid que han soportado hasta la fecha les permite tener margen de maniobra manteniéndose en la fase inicial del plan de contingencia, donde están previstas 172 camas, el triple de las que se están usando actualmente. Desde el Servicio Cántabro de Salud (SCS) se ha decidido que Valdecilla concentrará a todos los pacientes de la región de alta complejidad, de tal forma que los casos susceptibles de ingreso en UCI tanto del área de salud de Laredo, como de Torrelavega y Reinosa serán derivados a Santander. La reserva actual llega hasta los 22 puestos, una vez incorporado el pabellón 15, donde se han habilitado 16. Por cuánto tiempo bastará esa previsión está por ver. Pero aun dando el salto a la fase dos, donde la disponibilidad de camas superaría las 300, el objetivo es mantener el resto de la actividad asistencial «el máximo tiempo posible», esto es, no tener que suspender cirugías, como ocurrió en marzo. «En las circunstancias actuales, estamos preparados, con capacidad para aumentar la dotación», destaca el director de Sierrallana. Ahí el hospital que tiene más limitaciones es Laredo, con 35 camas destinadas a covid. «Si las ocupamos todas, se empezaría a resentir el resto de la actividad», reconoce su gerente, Mónica Hernández.
La ventaja que aprecian es que, frente a la gran oleada de marzo, cuando en apenas unos días hubo que tomar decisiones drásticas y concentrar los esfuerzos en la demanda derivada del covid y la asistencia más urgente, es que ahora «parece que estamos en una onda más lenta, que nos permite reaccionar en la toma de decisiones», concluye Tejido, conscientes de que el invierno que se avecina no va a ser fácil.
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