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Junto a la puerta de la sede del Gobierno, en Peña Herbosa, un grupo de hosteleros paseaba un ataúd por la calle imitando el famoso vídeo de un entierro africano. Lo que llevaban sobre los hombros era la metáfora de su sector. Y esa fue ... la última imagen en el exterior antes justo de que, dentro, la directora general de Salud Pública, Paloma Navas, y el subdirector de Asistencia Sanitaria del Servicio Cántabro de Salud, Trinitario Pina, ofrecieran su rueda de prensa. En ella, entre una batería de índices y de porcentajes, se anunció que el Gobierno –aunque el anuncio no lo hiciera ni el presidente Revilla ni el vicepresidente Zuloaga ni el consejero de Sanidad Rodríguez– prorrogará otros catorce días el cierre de los locales. Desde el sábado y hasta Año Nuevo. «Tenemos la evidencia de que los interiores son espacios de alta contagiosidad». No sólo eso, Navas adelantó que la norma se actualizará y que incluirá algunas medidas más para las terrazas. «Más concretas y claras». Nada de consumir de pie, aunque sea al aire libre, y marcas obligatorias en el suelo para señalar la ubicación exacta de sillas y mesas.
Hubo un mensaje permanente durante la comparecencia y antes del anuncio relativo a la hostelería. Que, pese a la tendencia a la baja de los contagios, «el problema sigue sin resolverse», la «ocupación hospitalaria es alta» o que en la última semana «han aumentado las relaciones sociales». «Cantabria está en el nivel tres, pero en el límite superior de ese nivel tres», concretó Navas, que justificó la decisión en las proyecciones hospitalarias de ingresos que manejan. Justo después de hablar de esos datos llegó la frase –en ese momento ya no se escuchaba el ruido de fuera de la concentración de los hosteleros–. «Vamos a prorrogar catorce días el cierre de casinos y del interior de los locales». Es decir, que si la última resolución de Sanidad al respecto se publicó el 4 de diciembre y tenía vigencia hasta este sábado (día 18), con la nueva –pendiente de publicarse– el cierre del interior de bares, restaurantes o salones de juego estará vigente hasta el 1 de enero. O sea, que la hostelería terminará el año cerrada y así tendrá que estar durante las Navidades.
La distancia de seguridad Se incide en que deben mantenerse esos 1,5 metros entre clientes y entre los distintos grupos de clientes, de máximo seis personas
Recordatorio: no se puede fumar Aunque no es nuevo, Salud Pública recuerda que no se puede fumar en las terrazas, aunque sean espacios al aire libre
Todos sentados Es una de las cuestiones que se concretan. No se puede consumir de pie. En mesas bajas o más altas, pero todos los clientes sentados.
Marcas en el suelo La ubicación de las sillas y las mesas de las terrazas deberá estar marcada en el suelo para evitar que se muevan durante la jornada.
A falta de publicación La prórroga del cierre y estos cambios están a falta de publicación. Entrarían en vigor el sábado y durante catorce días.
Al menos, los negocios que no tienen terraza, aunque también para los que sí la tienen habrá matizaciones. Navas insistió en que deberá asegurarse la distancia física de 1,5 metros «entre clientes y entre grupos de clientes» y en el número máximo de seis personas por grupo. También recordó la norma de que, como tope, se pueden cubrir dos lados y un techo. O la prohibición de fumar en estos espacios. Nada nuevo. Pero sí que añadió que a partir de ahora «el consumo será siempre en mesa, alta o baja». «No de pie». Con la idea de evitar «corrillos» y personas que, moviéndose entre los clientes, «actúen como diseminadores». Eso y que la ubicación de sillas y mesas deberá estar «señalizada en el suelo». «Se ha observado que, si no se marcan, a lo largo del día se van moviendo». Salud Pública pretende, con esto, «armonizar» la norma cántabra con respecto a otras comunidades.
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Justo por eso le preguntaron. Por el resto de comunidades y, en concreto, por las vecinas. ¿Por qué en Asturias, País Vasco y Castilla y León se permite ya la apertura de los establecimientos (con restricciones) y aquí no?
Navas respondió al contrataque. Justificando la decisión mirando al pasado y lanzando una advertencia de cara al futuro. Recordó que, a diferencia de esas comunidades, en la región se ha mantenido abierta la hostelería –y también el comercio y los centros comerciales– durante los últimos meses con las terrazas. Ahora ellos abren, pero antes cerraron todo, incluidas las terrazas. Y –ahí estaba la advertencia– que un empeoramiento del panorama supondría, en enero, una paralización aún mayor de la actividad económica. Si no se toman estas medidas, dijo, se pondría en riesgo «a todos los sectores productivos» y se podría llegar al «colapso sanitario».
Mostró, de hecho, su preocupación de forma concreta por encuentros navideños como los tradicionales en la «tardebuena» y durante la tarde de la Nochevieja, «que suelen dar lugar a aglomeraciones». «Debemos tomar las medidas que nos podemos permitir», evitando levantar restricciones «unos pocos días» para después «volver a cerrar». «Estas medidas tienen un impacto social alto y sabemos que a nivel nacional e internacional los sectores más afectados tienen que ver con la hostelería, pero no podemos permitirnos un colapso sanitario y dos o tres meses de cierre total».
A la espera de la decisión que se tomase por la tarde en el Consejo Interterritorial, a Paloma Navas le preguntaron por recomendaciones concretas en los hogares para las cenas de las Navidades. «La primera opción para que sea segura es que no se celebre». Eso, de entrada. Pero en los casos «que tengan que darse» (habló de personas solas mayores, por ejemplo) sí que recurrió «a ciertas normas para evitar tragedias diez días después». Que para acompañar a esas personas sea siempre «un mismo grupo». En Nochebuena, Navidad o fin de año. «No un hijo en una cena, otro con su familia en otro y en Reyes otro». Mucho riesgo. También recomendó «organizar la mesa» o, incluso, «poner dos» separadas (hasta «utilizar estancias separadas en el momento concreto de comer»), «con un metro y medio de separación entre cada persona». Ventilación cruzada, no compartir cubiertos ni utensilios, platos individuales (no para compartir) o «evitar la música o la televisión mientras se come de forma que no nos obligue a hablar alto». «Sabemos que es duro y difícil, pero también podemos verlo como un regalo navideño. Que cuidarnos y cuidar a esas personas para que estén el año que viene sea un regalo. No tiremos lo hecho por la borda».
Desde el sector, que para ese momento ya había terminado su concentración frente a la sede del Gobierno, no tardaron en llegar las reacciones y las preguntas. Hay un alto nivel de cabreo. Mucha indignación. «Humillados», «ninguneados», «¿por qué abren espacios cerrados como los centros comerciales o los teatros y nosotros no?»... Y, por supuesto, tampoco faltaron alusiones a la comida del ministro Illa en la Filmoteca. De hecho, Hostelería –su presidente manifestó hace días a este periódico que esperaba que les dejasen abrir el sábado al 50%– ha llegado a plantearse recomendar abrir a sus asociados para dar «comidas o cenas de trabajo» (utilizando la justificación que se dio a la cita del responsable de Sanidad con la cúpula socialista del Gobierno).
Justo por eso le preguntaron al presidente regional. Para Revilla esa propuesta de los hosteleros «tiene un poco de cosa jocosa», aunque, aseguró, «no le ve demasiada gracia al tema». Reconoció que la comida ha despertado «morbo», cree que Illa y sus acompañantes «no se pegaron una bigotada» y que se cumplieron las normas. En todo caso, se apartó del asunto al asegurar que se enteró por los medios. «Si lo llego a saber –por la polémica– le hubiera llevado a mi casa. Ese día tenía un cocido de garbanzos que había preparado mi mujer y hubiera comido mejor seguro y espero que no le hubiera dicho nadie nada porque somos tres y él cuatro. No se me ocurrió, si no le hubiera invitado».
En todo caso, insistió como días antes, en que el ministro «tenía que comer en algún sitio». Aunque reconoce que podría haber ido a una terraza, entiende que esa opción podría haber generado problemas. «Ya sabemos cómo están los ánimos en la calle ahora con los políticos. La gentes está muy excitada».
Respecto a la prórroga del cierre de los locales y la protesta de los hosteleros, «entiende» sus quejas, pero asegura que la situación es «muy complicada» y «hay que tomar medidas». «Yo entiendo la angustia que están pasando», dijo antes de recordar que el Gobierno «ha habilitado fondos» para ayudar. «No serán suficientes, pero sirven para apoyarles» (el sector se queja de las «chinchetas» que se ponen para conseguir, en la práctica, esas ayudas y duda de su capacidad).
Revilla tiró del mismo argumento que Navas. Recordó que Cantabria no ha sido la comunidad «más drástica» a la hora de adoptar en los últimos tiempo medidas restrictivas. Y sacó pecho por fomentar el turismo en verano cuando había «buenos datos» y por el «éxito total» que supuso. «Siempre he defendido la necesidad de no parar absolutamente la economía».
La pandemia en Cantabria
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