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Casi cuatro meses después de que q quedara desierto el primer concurso público para la instalación de la protonterapia en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, el Consejo de Gobierno de este jueves ha dado visto bueno al nuevo contrato con el objetivo de que ... la unidad de tratamiento del cáncer pueda estar instalada a lo largo de 2024. El Ejecutivo mantiene que Cantabria se convertirá en el primer sistema público autonómico en contar con esta técnica en España, pero hay más dudas sobre la fecha en la que empezará a funcionar. Si hasta ahora venía manteniendo que los primeros pacientes recibirían el tratamiento a principios de ese año, ese calendario ya parece imposible. La empresa que gane el concurso tendrá 27 meses para entregar esta tecnología puntera y posteriormente están previstos otros nueve meses de formación de los profesionales. En un escenario medio, lo previsible es que la entrada en funcionamiento del proyecto sanitario se retrase un año.
De manera «inmediata», el Ejecutivo colgará en la Plataforma de Contratación del Estado el contrato de 27,5 millones de euros para la compra de la máquina. Únicamente de la máquina, ya que una vez que se sepa cuál de las distintas marcas que pueden suministrar la unidad se hace con el contrato se procederá a sacar a licitación la segunda parte del proyecto, el correspondiente a la obra, que costará alrededor de 20 millones de euros adicionales (en total rondará los 45 millones). «Si algo se aprendió la primera vez es que las empresas que pretendíamos que licitaran no asumían la responsabilidad de cómo se ejecutaba la obra y viceversa», ha explicado el portavoz del Gobierno, Pablo Zuloaga. Desde aquel escenario el procedimiento ha cambiado. Se adquirirá la máquina y, en función de la patente que resulte ganadora, se reformulará y adaptará el pliego del proyecto de construcción del búnker de Valdecilla. Porque aunque son tecnologías similares, cada una requiere un espacio y una instalación distinta.
Así se salvará uno de los inconvenientes que detectaron las empresas que ya en la primera ocasión querían hacerse con la adjudicación y que finalmente no participaron en la licitación. Las empresas se mostraron incómodas con la obligación de crear una UTE entre el fabricante y la constructora que asuma la obra, al impedir entonces expresamente la subcontratación. Un aspecto que contribuyó al fracaso del concurso. Economía reconoció también entre los motivos que frenaron a las empresas el hecho de que no se permitiera la subcontratación, además de que el presupuesto era demasiado ajustado. Es decir, que el Servicio Cántabro de Salud «quería tener una máquina puntera –y cara– al precio de una barata». A falta de ver los detalles del pliego, parece que esos son algunos de los aspectos que se han corregido.
Según anunció en el último pleno de febrero el ya exconsejero Miguel Rodríguez, Sanidad tenía preparado el nuevo pliego desde hace semanas y tan solo se encontraba pendiente del visto bueno tanto del Servicio Jurídico de la comunidad autónoma como de la Consejería de Economía para la autorización del gasto.
Hasta ahora, el Gobierno de Cantabria entendía que la sucesión de contratiempos que han venido acompañando al proyecto no afectaría a su puesta en marcha. Que se cumpliría el calendario en la horquilla más generosa, porque inicialmente se hablaba de que los primeros pacientes podrían empezar a recibir este innovador tratamiento contra ciertos tumores a «finales de 2023 o principios de 2024». Además de ese primer contrato fallido que el nuevo titular de la consejería, el también socialista Raúl Pesquera, considera anecdótico por la complejidad del proyecto, mientras la autonomía estaba tramitando el proyecto el Ministerio anunció que instalaría diez máquinas idénticas en siete comunidades autónomas. Diez unidades de protonterapia que se comprarían gracias a una donación de 280 millones de euros de la Fundación Amancio Ortega. Mientras que a estos siete sistemas de salud la máquina les saldrá gratis -sí tendrán que pagar la obra de instalación-, Cantabria la costeará con fondos que ya tenía asignados y podía haber utilizado para otros proyectos.
El tema de la financiación de los protones en Valdecilla, que tiene un presupuesto de 45 millones de euros, ha sido otro de los focos de conflicto. En un primer momento, la protonterapia se iba a pagar íntegramente con fondos europeos React-UE y después Sanidad y Economía crearon un «plan b» en caso de que no diera tiempo a tener la obra acabada en 2023, ya que más allá de esa fecha no se pueden pasar facturas con cargo al dinero de Bruselas.
La nueva idea es «meter» en los fondos europeos actuaciones ordinarias que inicialmente iban a pagarse con el Presupuesto de 2022 y que sí dará tiempo a ejecutar. Y a la vez reservar el dinero de estas actuaciones para la terapia. En principio gastos sanitarios, aunque siete de los 45 millones del fondo React-UE que se habían reservado a los protones irán finalmente a la modernización de la Agencia Cántabra Tributaria. «Cantabria tendrá su proyecto de protonterapia pagado con fondos europeos», se limitó a decir el consejero sin profundizar durante su última intervención en el Parlamento.
«Vamos a hacerlo una parte con fondos europeos y el resto veremos a ver cómo lo recolocamos», decía la semana pasada en una entrevista en El Diario Montañés el consejero Pesquera, que insistía en que los protones llegarán mucho antes a Cantabria. Anualmente, está previsto que pasen por la unidad unos 400 pacientes. Enfermos infantiles o con algunos tumores muy concretos, alrededor del 10% de los que actualmente reciben radioterapia serán derivados a esta técnica más eficaz y menos invasiva. Pese a que el plan de viabilidad de Sanidad no contemplaba inicialmente la llegada de las diez máquinas de la Fundación Amancio Ortega, Sanidad entiende que la unidad de Valdecilla no estará infrautilizada gracias a la llegada de pacientes de provincias limítrofes.
Para que una unidad de protonterapia sea rentable «bastaría con una media de 200 pacientes al año», la mitad de los previstos. Para ello, se necesita dar cobertura a una población de dos millones de personas. A Cantabria le salen las cuentas sólo con recibir pacientes derivados de Asturias y La Rioja, que no tienen en sus planes incorporar a su cartera de servicios unidades de protones. No obstante, habrá que ver cómo se reparten cuando el mapa nacional vaya sumando otros centros con protonterapia. Es decir, cuando el resto de comunidades autónomas que los tienen proyectados pongan en marcha sus máquinas. Para entonces, Valdecilla aspira a ser ya referente nacional también en investigación y docencia sobre protones.
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