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La capital de Cantabria se fijó un objetivo hace años: convertirse en la capital cultural del Norte de España. Se diseñó un proyecto que se ... centraba en el mismo cogollo de la ciudad y que suponía desarrollar una serie de iniciativas en un espacio reducido. La idea es excelente, ya que ofrece el disfrute de museos, exposiciones y el acceso a un patrimonio del arte prehistórico único en el mundo. Lo cierto es que la iniciativa requiere de la colaboración de diferentes Administraciones y debe superar los complejos, en ocasiones absurdos, trámites burocráticos que evidencian que la fragmentación de lo público, en diferentes departamentos, en lugar de facilitar, complica su aprovechamiento.
El cimiento de ese ambicioso plan cultural ha sido el Centro Botín (CB), que acaba de cumplir su primer año de vida. Merced a su construcción la ciudad ha logrado ¡por fin! permitir el acceso peatonal hasta la bahía y soterrar parcialmente el tráfico rodado. Pero, sobre todo, el CB supone un imán para atraer visitantes, no solamente en los meses de verano, sino durante todo el año. En estos primeros doce meses de actividad, el CB se ha enriquecido con la coleccion de Jaime Botín y, gracias a la exposición sobre la obra escultórica de Miró, la ciudad cuenta ya con dos obras de este artista universal y el CB con otras tantas para exhibir de manera permanente.
Sobre este sólido cimiento se levantará el resto de la infraestructura cultural que, de llegar a buen puerto, será la más importante del Norte de España. Hace pocos días se ha dado, definitivamente, el segundo paso: la firma del convenio entre el Archivo Lafuente, el Museo Reina Sofia y el Ayuntamiento de Santander para ubicar, en la antigua y vacía sede del Banco de España, un centro asociado y, al mismo tiempo, el Archivo Lafuente. Este proyecto a punto estuvo de morir antes de nacer, pero finalmente se ha impuesto el sentido común y ahora mismo comienza una andadura que, seguro, será compleja, máxime si no se logra una voluntad común para que la iniciativa avance rápidamente, sin por ello restar un ápice de legalidad. Cuando el Reina Sofía abra sus puertas, y tenga en su interior la joya del Archivo Lafuente, el dueto formado con el CB será imbatible.
Hace pocos días se ha avanzado de forma sustancial en la tercera pieza de este complejo cultural: la transformación de la sede central del Banco Santander en una pinacoteca, en la que se expondrán las mejores obras de las colecciones de los bancos Santander, Central, Hispano, Banesto y Popular. La visita reciente del arquitecto David Chipperfield al edificio, supone la puesta en marcha de una transformación que afectará al conjunto de la ciudad y que abre las puertas para completar una oferta cultural a la altura de las mejores ciudades de Europa. El obsequio del Banco Santander a la ciudad donde nació, y que lleva su nombre por todo el mundo, es realmente extraordinario. Con esta iniciativa Ana Botín certifica sus palabras acerca del mantenimiento del vínculo del BS con la ciudad, con hechos irrefutables.
Si estos tres elementos (CB, Reina Sofía-Lafuente y Banco Santander) se completan con la remodelación y ampliación del museo municipal de Santander, el MAS, pendiente de proyecto, el incremento potencial del patrimonio artístico santanderino, a disposición del público, será realmente extraordinario.
Otro elemento, que ahora mismo atraviesa un momento de incertidumbre, es la ubicación, en los antiguos talleres del astillero de Corcho, en la zona de San Martín al Mar, de la colección Enaire, propiedad del Ministerio de Fomento, y que Íñigo de la Serna había comenzado los trámites para que los cuadros se exhibieran en Santander. Pese a las reticencias actuales, es previsible que finalmente las pinturas de la colección Enaire lleguen a la capital y completen este esperanzador panorama.
A este indudable tesoro hay que sumar otro, que no por consolidado es menos imporante: el concurso de Piano Ciudad de Santander, creado por Paloma O'Shea y presente alma mater del concurso. Este certamen de ámbito mundial trae a la capital de Cantabria a las grandes promesas pianísticas y coloca la ciudad en el mapa universal de la musicología. Si al concurso de piano se añaden las jornadas agosteñas del FIS y la actividad estival de la UIMP, se completa una imagen potente de una capital española rebosante de cultura.
Y queda, por supuesto, la joya de la corona: el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. Lo primero que hay que dejar claro es que el Mupac ya existe, que se sitúa precisamente en esta zona de concentración cultural y que tiene suficiente dignidad para ser ofertado. El anuncio de un nuevo edificio para este centro es positivo y debe impulsarse con urgencia, pero sin por ello menospreciar –como si no existiera– el actual, que si bien no cumple todas las funciones de museo, si cuenta con unas salas de exposición dignas de mención. El nuevo Mupac es una necesidad para la región y por ello no debe permanecer en el limbo de las promesas y en un baile de ubicaciones.
Cantabria tiene al alcance de la mano poner en pie un conjunto de centros culturales de primera magnitud. Así como Málaga ha logrado ser referente museístico en el Sur de España, Santander puede hacer algo similar en el Norte. Lo que se necesita es unidad en torno a estos objetivos, que no deben estar sujetos a los avatares partidistas ni al deseo de apuntarse tantos personales.
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