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Domingo, 8 de marzo 2020, 15:59
A las 11.45 horas la panchonera de Puertochico ya tenía colgado al cuello el pañuelo morado feminista. Esto se está convirtiendo en una tradición cada 8 de marzo. En los alrededores, grupos de mujeres, en su mayoría jóvenes, daban los últimos toques a ... pintadas en sus caras y lemas en las pancartas. Más cerca de la plaza de Matías Montero, los asistentes a la manifestación se iban agrupando por afinidades: las banderas de CCOO, las de UGT, la pancarta de Izquierda Unida, la de Amnistía Internacional, la CNT, el PCTE, amigos y familias que buscaban a sus acompañantes para marchar juntos, bromas sobre el coronavirus que no evitaron besos y abrazos; y políticos, también, mezclados entre la gente, estos sí, sin banderas, con el presidente del Gobierno, Miguel Ángel Revilla entre ellos. Y en este impasse de espera para arrancar, los tambores de las Percumozas anunciaban la que iba a ser la reivindicación más festiva de la jornada. Llegaron desde Castelar para ubicarse en las posiciones finales de la marcha, 80 mujeres con camisetas moradas que hicieron todo el recorrido bailando y tocando, sin que la música restara un ápice de fuerza a sus denuncias, porque «ahora que estamos todas, ahora que sí nos ves, abajo el patriarcado. Arriba el feminismo que va a vencer».
Y la marcha arrancó tras la pancarta de la Comisión 8 de Marzo convocante de la manifestación bajo el lema 'Revuelta Feminista. Con derechos, sin barreras, feministas sin fronteras'. Un caminar lento, regado de pañuelos morados, camisetas moradas, caras moradas, pancartas moradas; familias enteras, muchas mujeres jóvenes y veteranas luchadoras feministas. Partidos políticos, sindicalistas, y colectivos sociales. Hoy se trataba de unir las voces en un grito común en favor de la igualdad, de las mujeres, y en contra del machismo, la discriminación y la violencia. Y es que al grito de «una sentada por las asesinadas» la marcha fue parando varias veces. Dos horas después de arrancar de Puertochico llegó a la plaza del Ayuntamiento recibidos por bengalas moradas y una gran tela comunitaria en la que las mujeres de las Asambleas Feministas, que también habían llamado a la manifestación, cosieron sus reivindicaciones. En total, Policía Local y Nacional han calculado en 14.000 las personas presentes en la manifestación.
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Porque este era un día par salir por muchas razones. Razones expresadas en los lemas y consignas que gritaban los asistentes y portaban en sus pancartas: «Hermana refugiada, aquí está tu manada»; «alianza criminal: patriarcado y capital», «ni nietas paradas ni abuelas explotadas», «a igual trabajo, igual salario», «mujer trabajadora, libre y luchadora», «nosotras producimos, nosotras decidimos», «el machismo mata más que el coronavirus y no os veo preocupados».
Entre los asistentes figuraban además del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, otros miembros del PRC -incluido el diputado nacional, José María Mazón- ; el vicepresidente y líder del PSOE, Pablo Zuloaga -vestido de morado-, y distintos representantes socialistas, entre ellos el del Congreso, Pedro Casares. También han asistido dirigentes del PP, encabezados por su jefa de filas, María José Sáenz de Buruaga, que ha estado acompañada por la alcaldesa de Santander, Gema Igual, y de Ciudadanos, con su portavoz parlamentario, Félix Álvarez, a la cabeza, y sus dos compañeros de grupo.
Al término de la marcha, la portavoz de la Comisión 8 de Marzo, Ana Bolado, leyó un manifiesto en la plaza del Ayuntamiento, en el que reivincó que «juntas somos más fuertes».
Apostó por el feminismo como solución a la desigualdad entre hombres y mujeres y se reclamó el fin de las agresiones, humillaciones y marginaciones, de la violencia machista, de la discriminación salarial y laboral, y de la opresión por orientaciones o identidades sexuales.
«Todos los días, y de manera especial el 8 de marzo, nos sobran los motivos para la lucha», destacó en el manifiesto, que aludía a la precariedad laboral, la brecha salarial «que en Cantabria vuelve a ser de las más altas del país», la desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, la «feminización» de la pobreza, o «la sobrecarga e invisibilidad de los cuidados».
Por eso esta mañana, como muchos días sin manifestación, se ha exigido avanzar en la coeducación en todos los ámbitos y espacios de formación y una educación que «no relegue la historia» de la mujer «a los márgenes de los libros de texto», y en la que la perspectiva de género sea transversal.
«En definitiva», resumía Ana Bolado, «luchamos contra la precariedad, la explotación y la exclusión social». «¡Ni precaria, ni sumisa, ni devota, ni invisible!», sentenciaba a continuación. Y antes de terminar, un grito firme: «basta ya» de agresiones, humillaciones, marginaciones o exclusiones, de violencias machistas, de opresión por las orientaciones e identidades sexuales o de discriminación salarial y laboral.
Antes de Ana Bolado tomaron la palabra las Asambleas Feministas para denunciar la invisibilización de los cuidados que ejercen las mujeres, la precarización laboral de sectores como la limpieza doméstica, y la brecha en salarios y pensiones. E incidieron en la denuncia de las violencias contra la mujeres: 22 han sido asesinadas ya en lo que va de año. «Ni una menos, vivas nos queremos», clamaron.
Las asambleas también apuntaron a la emergencia climática, a la situación de las refugiadas y refugiados a las puertas de Europa y a la necesidad de «un marco normativo con medidas integrales, efectivas, vinculantes y dotadas de presupuesto» para terminar con las violencias machistas. El manifiesto se cerró al grito de: «¡Viva la lucha feminista, viva la lucha de las mujeres!».
Durante el recorrido también se ha cantado la letra de la performance 'El violador eres tu' y se ha oído el «Sola y borracha quiero llegar a casa». «Ninguna es libre hasta que todas lo seamos» y «Somos el grito de las que ya no tienen voz», han sido lemas que advierten de que la lucha no ha cesado y va más allá de este 8 de marzo. A diferencia de 2018 y 2019 no hubo en Cantabria convocatoria de huelga laboral ni de paro parcial, pero las Asambleas Feministas sí llamaron a una huelga de cuidados y algún delantal, se vió colgado en los balcones; el símbolo de ese paro para «poner de relevancia que es un trabajo imprescindible para sostener la vida y que el sistema económica colapsaría sin nuestro trabajo diario de cuidados».
8M
DM . MADA MARTÍNEZ, RAFA TORRE, LAURA FONQUERNIE, PILAR CHATO Y MARIÑA ÁLVAREZ
Violeta Santiago Laura Fonquernie
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