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Santander tiene al PP al borde de un ataque de nervios. Corre el peligro de perder el único reducto importante de poder que ... le queda, inexpugnable durante cuatro décadas, y de que en su derrumbe arrastre al partido al mayor batacazo electoral de su historia, por el peso decisivo de la capital en el cuerpo electoral de la región. Ni la alcaldesa Gema Igual acaba de confirmar su disposición a ser candidata, ni ella convence a todo su partido, ni tiene un recambio como no sea el que, llegado el caso, los populares tengan que construir desde la improvisación.
El PP santanderino vuelve a navegar en la incertidumbre cuando se acercan las urnas. En el otoño de 2014 el partido contenía la respiración a la espera de que Íñigo de la Serna aclarase su futuro. Precisamente en la víspera de su multitudinario homenaje de reconocimiento y despedida provisional de la política se han cumplido cuatro años desde que De la Serna tranquilizó a la grey con el esperado anuncio de que sería candidato por tercera vez. Ganó de nuevo, esta vez sin mayoría absoluta, pero conservó el gobierno municipal, ni tan mal para como le fue al PP en Cantabria y en casi toda España.
Esta vez pinta todavía peor para las siglas populares. Cuando De la Serna fue llamado al Consejo de Ministros bendijo a Gema Igual no sólo como sucesora en la Alcaldía sino también como la candidata natural en 2019. Con lo que no contaba el PP era que su gestión se iba a convertir en el rigor de las desdichas: después de un derrumbe, un incendio; tras un varapalo judicial en el urbanismo, el terremoto del MetroTUS, entre otros tropezones.
Tanto desgaste asusta en el PP. La presidenta, María José Sáenz de Buruaga, ha defendido siempre los méritos y la capacidad de Gema Igual para encabezar el cartel electoral, unas veces con más contundencia y otras con menos, pero en el entorno dirigente se constata el miedo por la suerte de su plaza principal, de su gran vivero de votos. En el fuego de esos temores se cocinan las tormentas de ideas alternativas, por no decir ocurrencias: desde rescatar del retiro a Gonzalo Piñeiro y su probada popularidad, algo que el exalcalde, buen amigo de la actual regidora, se toma más que nada con humor, a buscar una copia joven, aunque resulte algo borrosa, de Íñigo de la Serna.
Los leales a la alcaldesa vigilan las maniobras con la relativa tranquilidad de que la cúpula de Génova, encabezada por Pablo Casado, le ha hecho llegar garantías de su apoyo total para ser la candidata. Pero hace falta que ella se decida. Si De la Serna fuese el candidato autonómico, ella estaría encantada de formar tándem con él, pero no es el caso.
Gema Igual esperó hasta el verano para dar el carpetazo resignado al MetroTUS. Seguramente ahora, mientras cultiva las dudas, espera a que la humildad de la rectificación le devuelva algo del crédito perdido y a que la polvareda se pose para remontar el vuelo con otros proyectos, 100 millones de euros en inversiones de aquí a la primavera. También aguarda a que le llegue alguna encuesta fiable de cómo le irá al PP y a ella en las urnas a las que, en todo caso, concurriría con un equipo renovado y propio, y con más peso político.
Lo que no cesa es el asedio de la oposición, claro, que está dispuesta a exprimir el gasto perdido del MetroTUS y a disparar a todo lo que se mueva. Por ejemplo, a los diques de La Magdalena, ahora paralizados por el Gobierno Sánchez. El consenso político en contra de esta obra es similar al que ha operado en el caso del transporte urbano, pero la participación ciudadana en la protesta es mucho más limitada, a pesar de la constancia de sus promotores.
De las urnas de mayo saldrá previsiblemente una Corporación fragmentada y de incierta gobernabilidad, por las múltiples variables que influirán, entre ellas los vientos imprevisibles de la política nacional, haya o no elecciones anticipadas. Aún en plena crisis, la impronta del PP en Santander puede darle una nueva victoria, otra cosa es que encuentre un socio para alcanzar la mayoría de 14 concejales, uno más de los que tiene ahora. Ciudadanos ya le dio el gobierno hace cuatro años y ahora quizá se haga otra vez con la llave. También el PSOE de Pedro Casares (5 ediles) y el PRC de José María Fuentes-Pila (4) creen que llegarán a la cifra mágica si crecen lo que esperan y además suman tres escaños de la confluencia de izquierdas en el empeño de dar el vuelco político histórico en Santander que rozaron en 2015. Esa cuenta es verosímil, pero también puede ser que la política regional explore nuevos rumbos y alianzas a partir de mayo.
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