Los santucos, patrimonio exclusivo de Cantabria
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. Son monumentos de carácter religioso y «alto valor cultural», que corren riesgo de caer en el olvido. Han sido recogidos en un libro para promover su conservaciónSecciones
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Catalogados ·
. Son monumentos de carácter religioso y «alto valor cultural», que corren riesgo de caer en el olvido. Han sido recogidos en un libro para promover su conservaciónCuántas veces nos cruzamos con estos pequeños monumentos en el entorno de los pueblos sin saber explicar qué son, ni su función ni su significado ni la historia que guardan detrás. «Es una especie de caseta, como una ermita muy pequeña, al lado del camino...». ... Es la descripción del paseante ante el santuco de ánimas, que es un tipo de humilladero exclusivo de Cantabria.
En la región se conservan 200 ejemplares dispersos entre varias comarcas. «Se trata, a menudo, de verdaderas obras de arte, de carácter popular y religioso. Guardan en su interior una cruz labrada en madera o piedra, con una serie de representaciones en las que se combinan imágenes vinculadas a la Pasión de Cristo y a la redención de las ánimas del Purgatorio», explican los expertos en patrimonio regional Ana Rubio Celemín y Jesús Ruiz Cobo, autores del libro 'Humilladeros y Santucos de Cantabria', que recoge toda la información recabada sobre esta pieza del patrimonio arquitectónico regional para tratar de evitar que caiga en el olvido.
Las Presillas, localidad del municipio de Puente Viesgo. En concreto se ubica en el barrio de Somasprilla
La peña de las Ánimas se encuentra en un collado en el camino angosto que une Bárago y Cucayo, en Vega de Liébana
Santuco envuelto en vegetación y entre bosques de hayedos y robles en la ruta Sel del Manzano, camino de San Miguel, en el municipio de Luena, localidad Resconorio
Este humilladero fue promovido por iniciativa privada, custodia en su interior un crucifijo con escenas de la Pasión. Se encuentra en Pedreña, Marina de Cudeyo.
Este catálogo de la editorial Cultropía, presentado recientemente en el Ateneo, pone en valor estos pequeños monumentos «de gran importancia cultural y belleza» que están olvidados casi siempre. Lo que motivó a estos investigadores a publicar este catálogo fue que, «sin duda, la memoria colectiva es algo muy frágil, más frágil casi que los propios edificios. También es cierto que el mundo ha cambiado muy rápido en estos años: a muchos se nos ha olvidado lo que son los santucos y, sin embargo, ellos siguen ahí, algunas veces arreglados y cuidados gracias a algún vecino o al Concejo, u olvidados por todos y cubiertos de maleza», apunta Ruiz Cobo, doctor en Prehistoria y Arqueología por la Universidad de Cantabria.
El santuco es una forma muy especial de humilladero, levantado a modo de pequeña capilla, a menudo construido en parte con buena sillería. «En Galicia tienen sus petos de ánimas, en Portugal sus alminhas, pero los santucos sólo se encuentran en La Montaña, en Cantabria y en las merindades de Burgos y algún caso aislado en Asturias», indican los expertos en patrimonio histórico.
Hace dos siglos era habitual que los cántabros se santiguaran al pasar frente al santuco situado a la entrada de su barrio; algunos hacían una breve parada para rezar un Ave María por el alma de su madre o de su padre, y también había quien dejaba algo de dinero en el limosnero.
Parte de los tesoros artísticos que se custodiaban en su interior se conservan en museos, en las iglesias parroquiales o están colocadas en la pared de algún edificio, pero otras siguen dentro de los humilladeros, «combatiendo contra la carcoma y la humedad, esperando a que una buena mano las rescate, las ponga a buen recaudo y las sustituya por una réplica», lamentan los autores de esta obra que tiene como objetivo poner en conocimiento de las autoridades de gestión cultural este asunto.
«Ya han cumplido su función y se merecen un destino más tranquilo, en un sitio respetable, que garantice su supervivencia y que haga posible que nuestros nietos las conozcan», destaca Ana Rubio, licenciada en Geografía e Historia, que ha centrado su actividad investigadora en el estudio del patrimonio arquitectónico regional y, en especial, en su registro fotográfico.
Los autores de la obra han estudiado durante años las ermitas de Cantabria y como resultado de ello publicaron dos libros, 'Cantabria: mil y una ermitas (2021)' y 'Catálogo de ermitas de Cantabria (2022)'.
En muchos de los paseos que se dieron en busca de estos templos se encontraron con otros más pequeños: los humilladeros. Y así fue como decidieron que en cuanto acabaran con el estudio de las ermitas comenzarían con este que ahora ofrecen al lector y que representan «una materialización de los sistemas de creencias más profundas de nuestros tatarabuelos», concluyen.
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