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Si usted es de los que se toma un gin tonic después de una comida o cuando sale a tomar una copa, en el horóscopo de esta semana le pondrá que se abra a nuevas experiencias. Al menos, a nuevas marcas. «Este pasado fin ... de semana, Seagram's no había en ninguna parte», cuenta alguien que trasnochó en Santander por Halloween. «En el Malaspina no tenían», prosigue. «De ginebra, Seagram's y Beefeater están agotadas. De Bombay y Tanqueray queda muy poco. Y ahora ya se empieza a notar con el whisky o el vodka. El Johnnie Walker Etiqueta Negra, el Absolut...», resume precisamente Jacinto Zataraín, responsable del local santanderino (también del Bar Cos). Hay problemas de suministro y se nota. En bares y en grandes superficies. De algunas de las marcas más habituales y también de otras 'premium'. «Si no hay de una marca, lo habrá de otra», tranquiliza Rafael Pérez, de la empresa de distribución Diprimar. Para muestra, un ejemplo: «Cuando los grandes fallan, los pequeños debemos estar al acecho». Eso lo dice Rubén Leivas, de la marca cántabra Siderit. «Sí que lo estamos notando. Desde hace un mes o un mes y medio. Lo notamos para bien», añade.
«Nosotros tenemos contratos de consumo con grandes marcas. Pedimos ya hace semanas y ha llegado muy poco. Y el tema puede prolongarse unos meses. Por eso, hemos comprado otras marcas y estamos haciendo acopio de lo que encontramos. Porque tienes miedo a que no haya género. Lo que no queremos es no poder atender debidamente a los clientes», relata Zataraín. La clave es asegurarse la mercancía. Los grandes locales -con grandes consumos, como el Malaspina- tienen más 'fuerza' para acceder a suministros, pero el bar que necesita un par de botellas, lo tiene más difícil.
¿Y por qué pasa esto? «La escasez de bebidas alcohólicas afecta a ciertas marcas de algún grupo multinacional. Con la crisis, todos hemos reducido nuestros 'stocks'. Primero, los hosteleros. Luego, los mayoristas y operadores, y también los fabricantes. Y ahora, como esto ha arrancado un poco fuerte, pues les ha cogido el toro», explican desde Diprimar. Eso, unido a problemas derivados de la subida de precios del vidrio o del cartón (afectados, a su vez, por otras subidas en las tarifas), que son determinantes para estas empresas. Y también a los que se están dando con los transportes y el 'Brexit'.
Jacinto Zataraín - Cos y Malaspina
Sergio Gómez - Little Bobby y Grog
Rafael Pérez - Distribuidora Diprimar
Rubén Leivas - Ginebra cántabra Siderit
La cantinela se repite por todo el sector. El que pidió dos cajas y le han mandado una botella. Las marcas que han establecido cupos y están racionando lo poco que tienen en función de sus prioridades. El que se nutría en alguna gran superficie para hosteleros y ahora no encuentra los productos de siempre. O el que ya está planteándose resolver contratos por la vía rápida si no le garantizan los suministros. Así que toca convencer al cliente de que el combinado va a ser con otra botella. Es lo que está pasando cada fin de semana desde hace un tiempo. «Los clientes piden marcas muy concretas y les decimos que de esa ginebra o ese whisky no tenemos. Luego ellos tienen que gestionar eso con sus propios clientes diciéndoles que no tienen esas marcas concretas pero tienen otras cuarenta. Estamos acostumbrados a vivir en un mercado con mucho surtido y muchas marcas», explica Pérez.
«Nosotros no trabajamos las marcas estándar, que son las que más están faltando y de las que se habla. Pero en las que manejamos, las 'premium', también estamos notando que hay escasez. Si ya nos costaba a veces en situaciones normales encontrar, ahora más. Y ha subido mucho más el precio», explica Sergio Gómez, del Little Bobby y del Grog, ambos en Santander. Pone de ejemplo lo que les está pasando con el champán -«se ha unido una huelga en el sector, con poca producción y con los problemas con el vidrio»- o con el whisky escocés Macallan. «Está muy difícil de conseguir ahora. Incluso hay marcas que se plantean hacer cupos, racionalizar», explica.
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Todo, con la Navidad a la vuelta de la esquina. «Estamos abasteciéndonos de cara a esas fechas porque ahí puede venir el problema para todos, una tormenta perfecta», advierte Gómez. Un temor que también repite Zataraín.
De una marca o de otra, la ginebra se va a seguir consumiendo. Y de esa premisa parte la vía que se les abre a negocios locales como As de Picos, Sierra del Oso o Siderit, por ejemplo. «Para nosotros esta crisis es una gran oportunidad. Que falten estas marcas grandes supone un hueco enorme en el mercado. En los bares o en el lineal del supermercado. Si antes nos ponían el espacio que ocupa una botella y no la veía casi nadie, ahora podemos aspirar a que nos pongan siete líneas y aumentar la presencia y las ventas». Rubén Leivas, de Siderit, reconoce que ese «giro al consumo local y al proveedor que está cerca» les está viniendo bien, que están manteniendo reuniones «con grupos empresariales de hostelería de Cantabria y de todo el norte» o que tienen «facilidad para cerrar citas con gente que antes no te venía a visitar».
«Lo que para una multinacional que está haciendo cupos por prioridades para abastecer puede ser una 'C', un local de una ciudad como Santander, para nosotros es algo muy importante», añade el empresario cántabro. Eso sí, también sufren una parte mala. Porque a Siderit, como al resto (como a usted que está leyendo esto), también le afectan las llamativas subidas de precios de las materias primas y de los gastos de los proveedores. Eso también va en la copa.
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