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Aún quedan algo más de dos semanas y el factor meteorológico suele ser determinante, pero a día de hoy el sector turístico de Cantabria prevé ... una «muy buena» Semana Santa en vista de que las reservas llegan hasta el 80%. Ni el covid, ni la guerra de Ucrania, ni la subida del coste de la vida están frenando las ganas de la ciudadanía de salir de casa tras dos años marcados por las restricciones sanitarias. «La gente está intentando hacer vida medio normal. Ya no es como el año pasado que lo dejaban todo para última hora», ilustra Patricia Ortiz desde el Hotel Milagros Golf (Mogro).
Los operadores turísticos de la región dividen la Semana Santa en tres bloques: uno que va desde el 8 al 13 de abril (la semana previa en la que hay vacaciones escolares en muchas comunidades) y que cuenta con precios de temporada baja; otro que sería el correspondiente a Jueves, Viernes y Sábado Santo con precios de temporada media-alta; y un tercero -del 17 al 23 de abril- en el que hay vacaciones escolares en otras comunidades. La media de reservas en esas tres franjas es del 60%, el 50% y el 35%, respectivamente, según apunta Ángel Cuevas, presidente de la Asociación de Empresario de Hostelería de Cantabria (AEHC).
«Es un poco pronto, hay tiempo todavía», advierte el representante de los hosteleros, que describe la situación que atraviesa el sector como quien sube en una noria. «En los dos primeros meses del año las reservas estuvieron muy fuertes, incluso más que en el 2019. Pero cuando comenzó la guerra y durante dos semanas se paralizó. Recordaba a la época dura de la pandemia. Sin embargo, desde hace una semana se han reactivado con fuerza. Estábamos arriba, hemos bajado y ahora estamos otra vez subiendo», describe.
Ángel Cuevas - Presidente de los hosteleros
Jesús Blanco - Asociación de Turismo Rural
Eneko Valle - Asociación Cántabra de Campings
Javier Higuera - Asociación de Agencias de Viaje
Cuevas considera que «no pinta mal» la próxima Semana Santa, pero reconoce que hay «tanta incertidumbre... que todo afecta». «Al final son catorce días de trabajo los que nos estamos jugando», subraya.
En esta misma línea, el presidente de la Asociación de Empresarios de Campings de Cantabria, Eneko Valle, apunta que antes de la guerra en Ucrania el ritmo de reservas «iba hasta mejor que en 2021». «A la gente se la veía con ganas después de superar la última ola del covid. Se estaba animando. Pero cuando empezó la guerra hubo un parón considerable de las reservas. Y si a eso le sumas la huelga y el encarecimiento de alimentos y gasolina... La situación se ha atascado un poco, pero empieza a moverse de nuevo».
Valle, que es propietario de Camping Somoparque (Somo-Suesa) que cuenta con ciento cincuenta parcelas, bungalows y piscina, asegura que en su caso la ocupación llega al 80%, a lo que habrá que sumar los clientes de paso. «Mientras no se caigan las reservas ni tan mal».
También en el Hotel Balneario de Puente Viesgo están satisfechos por el nivel de reservas que tienen y que también llega al 80%. «Hubo unos días de paro pero se ha vuelto a recuperar el ritmo», señala la directora Eva Magaldi.
En el Hotel Bahía de Santander el porcentaje de ocupación es idéntico. «A fecha de hoy, que es susceptible de que pueda haber cambios, no pinta mal. No estamos al cien por cien pero tiene muy buena pinta. Si nos respeta el tiempo y esto no va a mayores yo creo que va a ir bien. Pero vamos a ver porque quedan casi tres semanas y se puede ir todo al carajo», asegura Sergio Peón, responsable del hotel.
Algo menos de ocupación, entre un 60% y un 70%, registra el Hotel Milagros Golf, donde apuntan que hubo un par de días de incertidumbre a cuenta de la guerra, «pero no fue un parón completo de las reservas». «Algunos días están casi llenos y otros al 50%», afirma Patricia Ortiz, la directora de este establecimiento, que trabaja con clientes de última hora, turistas nacionales, de Castilla y León, Madrid y País Vasco. «Estamos notando que empieza a haber demanda de grupos. Creo que va a ser una muy buen Semana Santa», añade.
El presidente de la Asociación de Turismo Rural de Cantabria, Jesús Blanco, que cifra la ocupación en torno al 60%, también prevé una Semana Santa «muy completa y muy llena», pero a raíz de la guerra y la escalada de precios asegura que «la maquinaria de reservas se ha parado un poco». Es más, hace mención a que se están produciendo algunas cancelaciones. «Al turismo rural nos afecta mucho el precio de la gasolina», asegura con la seguridad de que «la situación que estamos viviendo, desde el punto de vista económico, es más complica incluso que la pandemia». De ahí que considere «imprevisible» lo que pasará dentro de dos semanas. «La incertidumbre es total, pero lo cierto es que la gente tiene ganas de salir y olvidarse de todos estos problemas», apunta, al tiempo que hace mención al condicionante del tiempo, «nuestro mejor aliado».
Donde han notado más los efectos de la guerra de Ucrania es en las agencias de viajes, otro de los termómetros del turismo. Javier Higuera, vocal de la Asociación de Agencias de Viajes y Operadores de Turismo (Aavot) en Cantabria, asegura que toda la previsión que tenían para viajes al centro de Europa y los países bálticos «se ha venido abajo». Esto supone que «la gente se va a quedar en la península, Baleares o Canarias».
En líneas generales, tanto hoteles como establecimientos hosteleros y alojamientos rurales y campings han incrementado sus precios como consecuencia del aumento de los costes que asumen. Aunque los negocios consultados por este periódico dejan claro que no están repercutiendo en el cliente «en la misma medida que nos han subido a nosotros los gastos», que según Cuevas han subido un 25% en el caso de la hostelería.
«La subida no es elevada. No se puede repercutir todo al cliente pero una parte sí porque si no salen los números», apunta el representante de la Asociación de Campings. «Se ha subido ligeramente», añade Magaldi, desde Puente Viesgo.
El incremento de los precios de los alimentos han llevado a muchos negocios a subir el precio de sus menús y cartas. «Intentamos ajustarnos y aguantar lo más posible», asegura Peón, del Hotel Bahía.
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