Los sectores económicos regionales atisban ya una «tímida» recuperación
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Aseguran que el balance de la fase uno «invita al optimismo» porque vuelve la actividad pese a que aún hay incertidumbreA la puerta de las panaderías, cerca de los quioscos o en las fruterías, todos lugares que han estado abiertos durante estas semanas de confinamiento, se habla menos de las cifras sanitarias del coronavirus para preocuparse más por las que definen la economía de ... la pandemia. Números de los ERTE y ERE; la cuantía de las ayudas del paro y la caída del PIB que vislumbran los más agoreros. Por eso tantas miradas se han fijado estos últimos días en la capital cántabra, vértice de la actividad económica de la región, donde representantes de diferentes sectores coinciden en que el enfermo está tocado pero ni mucho menos muerto, y que hay razones para ser optimista, aunque siempre con cautelas.
El mejor ejemplo de este sentir colectivo lo resume la alcaldesa Gema Igual: «Soy optimista porque confío en la fuerza, solidaridad y responsabilidad de los santanderinos. Hemos superado a lo largo de la historia otras situaciones muy complicadas, así que confío y espero que todo el dolor que nos ha traído la covid-19 -no hay que olvidar que han sido muchos los fallecidos- consiga transformarse en la energía necesaria que ponga en marcha el motor económico de la ciudad para olvidar esta pesadilla cuanto antes». Hace especial énfasis en los pequeños comercios, «aquellos que apoyamos desde el primer día y que vamos a seguir apoyando porque acudir en estos días a comprar al centro es el mejor gesto de solidaridad que podemos tener».
Lo ha advertido también en numerosas ocasiones el presidente regional, Miguel Ángel Revilla, en sus últimas intervenciones públicas: «O nos ponemos en marcha ya, o la crisis económica dejará más muertos que el coronavirus».
Por eso estos días son muchos los comerciantes del centro de la ciudad que han abierto aún sabiendo que la rentabilidad del negocio no iba a ser la mejor. Incluso conociendo las restricciones planteadas por la situación, con la obligación de respetar severos protocolos de desinfección que también repercuten mucho en sus bolsillos por la adquisición de equipos y material. «Muchos me confiesan que han abierto por salud mental, porque los estaba comiendo la ansiedad al verse en casa parados. Y también porque consideran que hay que tener visibilidad, lanzar un mensaje de que el negocio va a seguir después de todo lo que ha pasado, que va a seguir ahí para sus clientes», cuenta Enrique Conde, presidente de la CEOE en Cantabria.
Gema Igual | Alcaldesa de Santander
El día en que se estrenó la fase uno la gente salió a la calle con ansias renovadas. «Los dos primeros días hubo unas ventas muy buenas, también condicionadas porque todo el mundo llevaba dos meses sin comprar y porque los grandes centros comerciales permanecían cerrados. Pero luego la demanda se ha normalizado», analiza Agustín Ordejón, representante de los comerciantes del centro de Santander. «Lo que hace falta es que la gente siga saliendo a la calle y ganando confianza, que siga comprando, aunque sea poco a poco. Que se vea movimiento de bolsas por la calle, algo de vida en las tiendas. Necesitamos ser valientes y abrir para dar esa imagen de que aunque esto va a ser difícil, vamos a conseguir remontar», enfatiza, optimista.
Enrique Conde | Presidente de la CEOE
Porque en realidad hay muchos indicadores que apuntan a que todo podría ir mejor de lo esperado. La crisis actual no tiene nada que ver con la de 2008, donde el problema era estructural, «por eso creo firmemente que si reiniciamos pronto la actividad industrial cántabra, aunque no esté atravesando sus mejores momentos, podemos empezar a ver resultados de recuperación que podrían llegar a sorprendernos para bien», avanza Martín Vega, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Cantabria. De igual manera lo ve Fernando García, decano del Colegio de Economistas: «La fase uno ha supuesto un ligero arranque de las actividades comerciales y de hostelería. Mi impresión es que se ha ido avanzado hacia la normalidad previa a la pandemia, si bien lentamente».
Martín Vega | Colegio Ingenieros Industriales
La otra cara de la moneda se encuentra en todos los escollos que ese optimismo encontrará por el camino. El primero, quizá el más importante, la inseguridad jurídica. «Esta política de ensayo error a la que nos está acostumbrando el Gobierno desde el inicio de la pandemia no ayuda nada a la recuperación de la economía. Si ya crea confusión en la gente, que no sabe exactamente qué puede hacer en cada fase de la llamada 'desescalada', ¿cómo va a tener una mínima seguridad un empresario?», cuestiona el presidente de la CEOE. Sus palabras encuentran mayor coherencia después de que ayer los titulares de los periódicos pusieran el foco en la crisis en el diálogo entre CEOE y Ejecutivo central tras conocer que el pacto de Sánchez con Bildu contemplaba la derogación de la reforma laboral.
Natalia de los Arcos | Concesionarios
Y si a este problema de inseguridad jurídica se le une la paralización de los juzgados, la situación es aún más complicada. «No entiendo cómo aún estamos parados por falta de un plan de 'desescalada' eficaz que nos permita echar a andar de nuevo todo el engranaje jurídico. Esto está causando un perjuicio al ciudadano y no deberíamos dilatar más los plazos porque paraliza muchas cosas». También la economía, según el decano del Colegio de Abogados, Andrés de Diego.
Esa misma inseguridad lastra el despegue de otros sectores, como el del automóvil, que en Santander es un indicador más que claro de la salud de la economía en tanto en cuanto también condiciona la actividad del Puerto. «Estamos reiniciando con éxito toda la labor de talleres; pero nos va a costar más la venta», resume Natalia de los Arcos, presidenta de Asecove y representate de la patronal del sector. Ocurre que la movilidad aún no se ha restablecido y que el miedo a la que pueda estar por venir despierta el recelo de los clientes. «Necesitamos que todo se normalice y que la economía despunte de nuevo», resume.
Gonzalo Cayón | Presidente de Coercán
Aunque después de todo, puede que ese miedo del que habla De los Arcos esté comenzando a disiparse. Al menos es el pálpito que tienen muchos profesionales farmacéuticos, que desde el primer día han estado en primera línea de batalla. «Cuando la pandemia estalló, la gente no sabía lo que estaba pasando. Ahora todos mantenemos las precauciones debidas, pero todo está mucho más relajado. Hay menos miedo», concreta Rita de la Plaza, presidenta del Colegio de Farmacia de Cantabria.
Tal vez esta crisis sanitaria si deje un poso de cambio. «Parece que algunas tiendas del centro están descubriendo un cliente nuevo que nunca habían tenido y que ahora comienza a acercarse, a interesarse. Tal vez sea la solidaridad o que ese cliente ha descubierto lo que realmente tenía alrededor y que nunca se había parado a mirar», razona Cayón, presidente de Coercán.
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