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La vacuna debería haberles dado tranquilidad pero a la postre ha sido un foco de sobresaltos. Trabajadores todos de sectores esenciales: fisioterapeutas, enfermeras, médicos o ... farmacéuticos, a los que se inoculó el pasado febrero el suero de AstraZeneca, asistieron días después a la suspensión de su uso tras la aparición de los primeros trombos. Y ahora, cuando se acerca el plazo de 12 semanas que fija el prospecto para recibir la segunda dosis, la indecisión del Ministerio de Sanidad los mantiene en un limbo sin saber si podrán completar su inmunización.
Ninguno ha vuelto a recibir noticias tras la comunicación de que el segundo pinchazo quedaba anulado, y no comprenden cómo es posible que España reme a la contra porque, mientras la Agencia Europea del Medicamento (EMA) zanja que es seguro culminar la inmunización con la profilaxis de Oxford, aquí se espera a los resultados de un estudio que ultima el Instituto Carlos III. Un análisis que contempla incluso la posibilidad de que esa segunda dosis pueda ser de otra firma. Algo, por otro lado, que no parece convencer a nadie, pues cada vacuna actúa sobre mecanismos diferentes y no tendría sentido cambiar el proceso respecto a lo que ya está testado por las farmacéuticas.
Así las cosas, estos profesionales se muestran incómodos, molestos, más vulnerables e incluso discriminados;porque sus homólogos del sistema público sí han recibido su protección sin dilaciones. Ellos, por el hecho de trabajar en el sector privado, aún tendrán que esperar a ver qué se decide en Madrid.
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