La segunda jornada de huelga en Renfe pasa desapercibida en Cantabria

En la ruta de Media Distancia con Valladolid estaba previsto que sólo funcionara uno en cada sentido. Únicamente salió el convoy de las 15.38 horas. Pero esto tampoco incomodó demasiado a los viajeros. «Voy a Osorno y he cogido este tren porque es el único que había, pero no me ha afectado», decía Aurora, vecina de Santander. Como ella, algunos viajeros conocían que había huelga, pero no afectó su viaje. «Mi madre coge ahora el tren a Palencia y no ha tenido ningún problema», añadía otra usuaria.

A mediados de agosto muchos de los usuarios están de vacaciones y se toman los retrasos con filosofía. «Como no viajamos por tema de trabajo nos da igual, si no es tren, ya habrá otra manera de llegar», señalaban Marta y su familia, vecinos de Torrelavega. La misma opinión tenía Rosario Jiménez, a quien sí le cancelaron el tren que esperaba. «Quería coger el de las cuatro menos veinte, pero nada, lo han cancelado»; esta vecina de Bezana señalaba que tendría que esperar 35 minutos hasta el próximo. Pero que «tampoco me importa porque esa media hora no me lleva a ningún sitio». No tenía prisa. Además, dice, «entiendo la huelga y hay que respetarlo». Lo único que le preocupaba era saber si a la noche podría volver a la capital sin problemas.

Al igual que el 31 de julio, los dos parones que había previstos (de 12.00 a 16.00 horas y de 20.00 a 24.00 horas), se saldaron sin «incidencias que reseñar», según informaron fuentes de Renfe. Los servicios mínimos decretados por Fomento, del 75% para las horas punta y del 50% en las horas valle se cumplieron correctamente y «todo ha transcurrido con normalidad». En la empresa cifraron en 2,2% el seguimiento de la huelga en toda España.

Hay otras dos jornadas de huelga previstas: el 30 de agosto, viernes, y el 1 de septiembre, domingo. Con estas convocatorias, CGT busca «presionar a la empresa por la falta de personal», explica Sergio Tamayo miembro del comité de empresa por ese sindicato. La baja tasa de reposición «influye en la calidad del servicio» y, además, lleva a que «muchos servicios se externalicen», añade. Igualmente exigen que se pongan trenes nuevos. «Están obsoletos, se averían a menudo y la gente opta por otro medio». Según Tamayo, estos aspectos han hecho que, en diez años, «Renfe haya pasado de un millón doscientos mil viajeros a seiscientos mil».