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El Fondo Monetario Internacional nos ha indicado la terapia contra nuestro problemón demográfico: España necesita 5,5 millones de inmigrantes extranjeros hasta 2050 para poder ... garantizar las pensiones. En ese año, los pensionistas habrán pasado de los 9 millones actuales a 15 y algo habrá que hacer. Dada la dimensión de Cantabria, a nuestra región le tocarían unos 60.500 inmigrantes. Es como si construyéramos otra ciudad como Torrelavega y la llenásemos solo con los nuevos ciudadanos. Pero admitamos que no tenemos plan ni previsión para semejante flujo: ni de atracción, ni de recepción, ni de alojamiento, ni de formación, ni de empleo…
Gracias a personas con magníficas intenciones algunos niños o niñas de África occidental vienen a Valdecilla a recibir atención por dolencias graves. Sin embargo, el objetivo de curar a una persona para devolverla a un lugar sin muchas oportunidades tiene algo de solidaridad incompleta. Después de ser salvado en el primer mundo, retornas a la cobertura sanitaria del tercero, lo que parece un paso dudoso después de otro certero. Lo que aquí salva la atención especializada allí lo puede perder la atención primaria. Y es que aparte del problema de salud individual, objeto del primer desvelo, la información que acompaña a estos pacientes es la de sociedades muy difíciles y de privaciones materiales. Sobre todo, sociedades en explosión demográfica con numerosa gente joven. ¿No debería ser nuestra solidaridad un poco más amplia, y además de devolver la vida hacer que la persona tenga de verdad una vida y pueda desarrollar su talento y su existencia?
En un estudio dirigido por el ruso Andréi Korotaiev en 2011 (‘¿Una trampa al escapar de la trampa? Factores demográficos estructurales de inestabilidad política en África y Asia occidental modernas’) queda bastante clara la relación entre explosión demográfica, cohortes de jóvenes urbanos sin futuro y violencia política. Hay dos zonas africanas fundamentales donde cabe esperar problemas a medio y largo plazo. Una de ellas está en el este (Kenia, Tanzania, Uganda, Eritrea, Ruanda); la otra en el occidente subsahariano (Níger, Burkina Faso, Gambia, Sierra Leona) y Mauritania. En cuanto a Asia, el equipo ruso advierte sobre Yemen, Palestina e Irak.
Una mala gestión de todo esto producirá dificultades domésticas para mantener el estado del bienestar y un entorno africano muy revuelto e inestable que repercutirá de muchas maneras aquí, empezando porque no nos van a comprar ni un sobao. La solidaridad bien organizada podría ser una estupenda ayuda para unos y otros. Estamos en el cuadrante proto senil de la península y al menos habría que explorar opciones prácticas antes de que nos pase eso tan españolísimo de ser pillados por el toro.
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Ana del Castillo
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