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Laura Fonquernie
Santander
Domingo, 28 de marzo 2021, 07:44
Susana Zabaleta | Residencia La Caridad
Las dosis de Pfizer contra el covid trajeron algunos cambios, aunque la palabra prudencia es aún la que marca los pasos. «Una vez vacunados lo que hicimos fue ampliar las visitas con familias», explica Susana Zabaleta, trabajadora social de la residencia La Caridad, en Santander. Tras la tensión acumulada durante la crisis sanitaria, y más trabajando con personas mayores, la llamada para avisar de que ya llegaba su turno en la campaña de vacunación fue «emocionante». Había ganas. Sobre todo de retomar ciertas rutinas y volver a las actividades habituales del centro. Algo que, además, «nos supone un trabajo extra». De momento van poco a poco, un ritmo que a los residentes les gustaría acelerar. «A veces hay que recordarles que la vacuna no es toda la solución», comenta la profesional.
A nivel personal, los pinchazos le han llevado «tranquilidad» y eso se traslada también al centro y a sus compañeros, dado que allí todos están inmunizados. Aún así nadie baja la guardia. «No te puedes relajar porque todavía somos muy pocos los vacunados». Por eso su día a día fuera de la residencia «no ha cambiado», subraya Zabaleta. Prima la responsabilidad y en las visitas familiares siguen las distancias y el lavado de manos.
Dolores Molleda | Mayor de 80 años
«Es algo que hay que hacer y punto». Así de contundente habla Dolores Molleda sobre la vacuna contra el covid. Para la vecina de Vioño de Piélagos los pinchazos son «importantes», insiste. Ella ha recibido ya las dos dosis como parte del colectivo mayor de 80 años. Tiene 89. La primera inyección ni la notó. Sin embargo tras la segunda tuvo unas décimas de fiebre, pero que se pasaron enseguida. En todo caso, ahora está «más tranquila» a pesar de que la pandemia no ha cambiado su ritmo de vida. Donde más ha notado la irrupción del covid es en las reuniones familiares. El virus les ha obligado a aparcar la costumbre de juntarse diez personas para celebrar cumpleaños y fechas importantes.
Por eso no fue necesario que nadie le convenciera para pincharse: «Lo tenía muy claro», dice. Porque sin la vacuna siguen parados todos los planes y «no se puede salir, ni hacer nada». Tampoco «viajar», algo que a Dolores le gusta hacer de vez en cuando. En resumen, es el primer paso para poder decir adiós a un virus que lo ha cambiado todo. También está tranquila y «contenta» porque una de sus hijas, que trabaja en el hospital, ya está inmunizada y las otras dos lo estarán pronto como parte del sector de la educación.
Elena Monje | Celadora en Valdecilla
Hay fechas que no se olvidan. Elena Monje, celadora en el servicio de Urgencias de Valdecilla, recuerda a la perfección cuándo recibió la vacuna contra el covid de Pfizer. La primera dosis, el 6 de enero. «Fue mi regalo de Reyes del hospital», señala. A pesar de ser «profesional no sanitario», su labor también es «fundamental» en el engranaje hospitalario y, por el puesto que ocupa, el contacto con el paciente también es directo. Aunque cuando recibió esa primera dosis tenía «sentimientos encontrados». Por un lado, la de «tranquilidad» al pensar que ya estaba más cerca de inmunizarse contra el covid. Y, por otro, el recordatorio de que aún «no podemos relajarnos», subraya la trabajadora.
«La mascarilla y el lavado de manos son fundamentales». Lo han sido hasta ahora y su importancia no ha cambiado en el día a día de Monje. No obstante, «trabajo mucho más tranquila», reconoce. Y ese miedo que le ha acompañado en cada jornada laboral «ha bajado», aunque no olvide que «el virus sigue ahí». También a nivel personal, en casa, algo ha cambiado. Durante la pandemia pasó semanas aislada de su familia. Sobre todo de su hijo y ahora, esa distancia, aunque sigue presente, al menos se ha reducido.
Ángel Urcelay | Médico estomatólogo
«Nunca bajamos la guardia», subraya Ángel Urcelay, médico estomatólogo. No obstante, después de recibir las dos dosis de la vacuna contra el covid, «voy a trabajar con otra sensación», reconoce. Por su trabajo, la relación con el paciente es «muy directa». Pasan muchas horas a poca distancia de la boca y, además, se generan «muchos aerosoles con las turbinas» que utilizan para limpiar la dentadura. De ahí que hubiera «ganas» de vacunarse y que, tras esos dos pinchazos, ahora acuda a su puesto con «más tranquilidad y seguridad». Todo a pesar de que las medidas de seguridad siguen vigentes. Mantienen la doble mascarilla, el gorro, la bata... No obstante la «sensación» es de tener «más cobertura».
Ahora están «protegidos». Además la campaña de vacunación ha traído también «esperanza», aunque su vida personal no ha variado porque mantiene las «mismas precauciones» que hasta ahora. Es un asunto de «responsabilidad individual», insiste el profesional. Esa es la «primera manera» de luchar contra el virus. Es momento de tener cuidado. Su familia también respira con más «tranquilidad». Pero lo «importante» es que «nos vacunen a todos pronto», reflexiona Urcelay.
Noemí Alcorta | Médico del 061
«El covid no se ha ido. La vacuna no lo ha hecho desaparecer, por eso «seguimos manteniendo las medidas de seguridad», explica NoemíAlcorta, médico del 061. Aunque haber recibido ya las dos dosis de Pfizer le dé «seguridad en el trabajo», añade. Todo a pesar de que todavía mantiene la distancia con los compañeros y en el servicio no hayan dejado de lado ninguna de las medidas. Es decir, «no te relajas», pero al estar en un entorno inmunizado al menos «baja el nivel de preocupación», reconoce la profesional. Ahora en el trabajo «estás de otra manera y te enfrentas a él diferente».
Tanto a ella como a su familia les da «tranquilidad» estar inmunizada. Aunque en casa no ha cambiado nada porque ellos «no están vacunados», por lo que «el cuidado es el mismo». La llegada de la campaña la recibió con ganas. «Estás deseando que te toque», explica. Y se generó esa expectación que acompaña a esta vacuna porque «es un hecho histórico». No obstante, la primera dosis llegó rodeada de cierta «incertidumbre» porque había «mucha información». Y la segunda acompañada de «dudas» por si habría stock para recibirla. Sentimientos encontrados a los que se sumó cierta preocupación por la posible reacción adversa.
Carmen González | Enfermera de la UVEI
A veces los cambios no llegan a reflejarse en el exterior, son más parecidos a «sensaciones» que cada uno nota. «A nivel laboral sí tengo menos tensión», reconoce Carmen González, enfermera de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica e Intervención del hospital de Liencres. Ella se refiere al sentimiento tras haber recibido las dos dosis de la vacuna contra el covid de Pfizer. Sólo lo ha percibido en el trabajo, en su «vida personal no ha cambiado nada», añade. Por responsabilidad las medidas de seguridad son las mismas que hasta ahora.
Tampoco en la unidad se han relajado a pesar de estar todos inmunizados. El café lo siguen tomando por turnos. Pero para la profesional la vacuna ha traído esa sensación de «tranquilidad» a la hora de ir a trabajar cada mañana. Una seguridad que llega tras meses de «cansancio» y tensión acumulada. ¿Entonces, tenía ganas de pincharse? «Sí, claro», afirma. Porque la vacuna es «uno de los objetivos de la pandemia» y ya ha llegado así que «estoy contenta y agradecida» por haber podido recibirla. Dos dosis que le han permitido «reducir el estado de alerta» con el que convive desde hace un año. «Ojalá hubiera más vacunas» para agilizar la campaña, añade.
Sonia Saiz | Policía local de Torrelavega
No todo el mundo ha tenido claro desde el primer momento su intención de vacunarse. «Me apunté a la lista casi cuando terminó el plazo porque no tenía intención de pincharme», reconoce Sonia Saiz, policía local de Torrelavega. Pero, tras reflexionar, acudió a vacunarse. «Piensas que no es sólo por ti», añade, también es un gesto de «solidaridad». Y «no hay otra salida» para intentar poner fin a la pandemia. A ella le pincharon con la vacuna de AstraZeneca días antes de que se paralizara la campaña con esta fórmula. Algo que aumenta las dudas.
Eso sí, la vacuna le da «tranquilidad porque trato con muchas personas cada día» y esto aumenta la seguridad. Aunque la polémica generada en torno a las reacciones de la fórmula que le administraron «juegan en contra» de la campaña, comenta. Y entiende que ahora existan «ciertos miedos». Sin embargo su hijo de 10 años no entendía sus dudas y fue quien más le animó a pincharse. Es más le sacó una foto mientras recibía el pinchazo. Aunque cumpliendo las medidas, Saiz admite que ha vivido el día a día «con cuidado pero sin preocupación». Al menos no demasiada porque «aprendes a vivir con lo que hay». No queda otra que acostumbrarse.
Lucía Barros | Profesora de Los Agustinos
«Hay sentimientos encontrados», reconoce Lucía Barros, profesora de sexto de primaria en el colegio Los Agustinos. Sobre todo, después de la polémica generada en torno a la fórmula AstraZeneca que genera«incertidumbre», pero «prima la ilusión», reconoce la docente. Y esa sensación de sentirse «afortunada» por haber recibido ya la primera dosis. Concretamente, se pinchó este jueves y, de momento, entre los compañeros están pendientes de la «reacción». Y ya la segunda llegará en junio. Sin embargo, hay algo que no ha cambiado: «el protocolo», que va a ser el mismo que hasta ahora. «Se mantienen las distancias», explica, y la «responsabilidad».
Con la llegada de la campaña de vacunación «sí me siento más tranquila», reconoce Barros. Porque recibir las dosis no deja de ser una «garantía más» para quien mantiene cada día contacto con decenas de alumnos. También para sus familiares, que ya respiran más aliviados. ¿Han tenido dudas? No. «Ellos confían en la vacuna y son optimistas». El día de recibir la primera dosis lo vivió con «emoción». No sólo por el pinchazo. También por el hecho de que convocaron a varios compañeros esa misma jornada. Verse fue una especie de «reencuentro» tras meses de reuniones on line.
Ana Alba | Farmacéutica en Tudanca
Fui con muchas ganas a vacunarme», reconoce Ana Alba, farmacéutica en Tudanca. Todo a pesar de que tenía «algunas dudas» con respecto al pinchazo. Consciente de que «todo tiene reacciones adversas». No obstante, fue «muy segura». Eso sí, la profesional estuvo informándose acerca de la fórmula días antes de acudir al Hospital de Liencres el pasado 14 de febrero. Aunque aún está pendiente de recibir la segunda dosis, al menos ya se siente algo más segura. Por trabajo acude muchas veces a las casas de los vecinos y ahora se mueve «más tranquila». No obstante, «mi tranquilidad es que la mayoría de los vecinos mayores ya están vacunados», reconoce Alba.
En el municipio la pandemia se ha vivido «de otra forma» porque el virus allí es casi un desconocido. Aún así los vecinos tenían «muchas ganas de pincharse» y se lo han dicho. «Están contentísimos», comenta. Al igual que se han alegrado al enterarse de que la farmacéutica también se ha vacunado ya. La campaña ha sido bien recibida sobre todo porque abre las puertas a que la gente del municipio pueda, por fin, recibir las visitas de sus familias. Y, poco a poco, parece que «ya queda menos». Estos pinchazos son algo así como «el principio del fin».
Lucía Calvo | Fisioterapeuta
A antes de recibir los pinchazos había sentimientos encontrados. Por un lado «las ganas» de inmunizarse contra un virus que lo ha cambiado todo. Y, por otro, «ese miedo a la reacción», reconoce Lucía Calvo, fisioterapeuta. Ahora la vacuna le ha dado «la seguridad y tranquilidad» de pensar que, en caso de contagio, «no lo pasas mal», resume. Sobre todo en el trabajo donde tiene «contacto directo con cada paciente». Todo a pesar de que las medidas de seguridad no se hayan relajado.
Eso a nivel profesional. No obstante en casa todo sigue igual y mantienen «las mismas medidas» con sus dos hijas. En concreto la higiene de manos constante y desinfectar algunos espacios. Es más, la pequeña de tres años «ha interiorizado» tanto esas rutinas que lleva mascarilla y sabe cuándo le toca lavarse las manos. La llegada de la campaña de vacunación da «esperanza», pero ver como el ritmo se ralentiza y saber que «no depende de nosotros» a veces complica mantener la ilusión. Y el revuelo generado en torno a la fórmula de AstraZeneca «no ayuda», reconoce Calvo que entiende que a más de uno eso «le eche para atrás». Pero el pensamiento es otro y es que «si no nos vacunamos, esto no se pasa», reflexiona.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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