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Tan variada es la investigación cántabra que en su amplio abanico de estudios busca respuestas a las incógnitas de la realidad más pequeña, como las moléculas que pueden curar ciertas enfermedades, y también a las de la realidad más grande, como el Universo y las ... leyes físicas que lo rigen. Los cerebros que trabajan en los seis centros de investigación más importantes de la región avanzan el conocimiento del ámbito médico, el cambio climático, el cosmos, la Prehistoria o el fondo de los océanos, entre otros. Algunos de ellos gozan de prestigio mundial y sus publicaciones tienen un impacto internacional. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ampara a algunos de ellos y en otros casos lo hace la Universidad de Cantabria (UC). En este último caso, para hacerse una idea con cifras, todo el campus captó en 2021 más de 23 millones de euros para la investigación desarrollada en todos sus centros y departamentos. En conjunto, en todo el pasado ejercicio se publicaron en el campus más de 2.520 artículos o estudios. Todos esos números se traducen en conocimiento a escala mundial y sitúan a la región en el mapa de la I+D+i. A continuación, se exponen algunas de las líneas de investigación más relevantes que, a día de hoy, se mantienen en Cantabria.
Instituto de Hidráulica
Después de varias décadas de trabajo y crecimiento exponencial —ahora es uno de los centros más internacionales de la comunidad–, tiene actualmente activos 156 proyectos en 27 países. «Para elegir uno de ellos me veo en un problema», señala Raúl Medina, codirector del Instituto de Hidráulica Ambiental (IH) junto a Íñigo Losada. «Pero si he de señalar uno, sería el del Plan Complementario de Ciencias Marinas». Un ambicioso estudio que cuenta con una financiación de cinco millones para tres años y que busca «crear un gemelo digital de la costa cántabra» para medir múltiples variables:cambio climático, fenómenos costeros extremos, incremento del nivel del mar e impacto en las poblaciones, corrientes del mar y escenarios de contaminación en caso de vertidos en alta mar, erosión de la costa, riesgos de inundación, etc. «Realmente es muy ilusionante todo lo que vamos a poder analizar porque, además, lo que haremos será volcar todo ese conocimiento en la red para que todo el mundo pueda disponer de ello y elaborar sus propias herramientas». Hay muchas empresas que se dedican a la economía azul y para todas ellas será importante poder planificar el futuro. «Lo que hacemos es tratar de facilitar la vida a las personas en la medida en la que podemos», insiste Medina, que en el IHdirige a un equipo de 180 personas.
Instituto de Investigación Sanitaria Valdecilla (Idival)
«El objetivo principal aquí es trasladar los conocimientos al paciente», explica Marcos López-Hoyos, director del Instituto de Investigación Sanitaria Valdecilla (Idival). Bajo su mando trabajan 160 investigadores en 31 grupos que avanzan en el conocimiento deneurociencia, cáncer, trasplantes, infecciones e inmunidad, envejecimiento, epidemiología, derecho y ética sanitarias. Están especialmente avanzados en todo lo que tiene que ver con el cáncer de sangre y en trasplantes de órganos. Precisamente en los tres tipos que son la joya de la corona de Valdecilla, que es riñón, pulmón e hígado. «Tienen mucha relevancia internacional las publicaciones del grupo de aparato digestivo, especializados en hematopatías. Y luego hay otro equipo especializado en enfermedades neurodegenerativas, que está dirigido por Jon Infante». Aunque uno de los estudios más ambiciosos que está desarrollando el Idival es el titulado 'Cohorte Cantabria'. «Estudia los problemas de salud que tiene la población para buscar soluciones a las enfermedades más habituales. Porque nuestra filosofía es esta, repito, que todo lo que hacemos tenga una traslación directa al paciente», insiste López-Hoyos sobre este centro creado bajo el amparo del propio Hospital Valdecilla y la Universidad de Cantabria.
Instituto de Física de Cantabria (IFCA)
El hombre conoce sólo el 5% del cosmos. En esencia, lo que se denomina materia. «Todo lo demás, que se considera materia oscura y energía oscura, se desconoce aún;aunque podamos teorizar sobre su naturaleza», informa José Manuel Gutiérrez, máximo responsable de otro de los centros de investigación más internacionales de Cantabria. Con sede en uno de los edificios del campus de Las Llamas de la UC y con 113 trabajadores, el Instituto de Física de Cantabria –que está asociado con el CSIC–, divide su trabajo en tres departamentos:astrofísica y cosmología;física de partículas y computación. En todas las líneas trabajan en consorcios internacionales. El nodo de supercomputación que alberga en su sótano está integrado en el European Open Science Cloud, una suerte de espacio en la nube dedicado sólo a la ciencia. También mantienen una línea de investigación fundamental en cambio climático que está teniendo cada vez más presencia en publicaciones internacionales. Pero si hay algo en lo que destaca sobremanera es por las dos misiones que se integran dentro del grupo de astrofísica. «Estamos participando en la misión 'Athena' de la Agencia Espacial Europea (ESA), que tiene como objetivo Marte. Y luego lideramos la misión 'Arrakhis', que está dedicada al estudio de la materia oscura. Se mantiene también la implicación en el diseño de sensores y otros instrumentos para todos los experimentos que continúan haciéndose en el acelerador de partículas de Ginebra (CERN). «Ahora se está aumentando la energía de las colisiones y eso está llevando a un incremento de las posibilidades de descubrir cosas nuevas», explica Gutiérrez.
Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (Ibbtec)
Muchas esperanzas están depositadas en numerosos estudios desarrollados en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (Ibbtec) porque en sus laboratorios se trabaja intensamente para conocer los mecanismos moleculares del cáncer, los secretos de la reproducción y el envejecimiento celular, la resistencia bacteriana o el desarrollo de nuevos antibióticos. «Estamos siendo muy reconocidos en muchas de estas áreas porque los avances son sorprendentes», esgrime Piero Crespo, máximo responsable de este centro mixto con el CSIC ubicado en el Pctcan, en el que trabajan 110 personas distribuidas en veinte grupos. Se mezclan investigadores más veteranos con otros recién llegados, «lo que es fundamental para que haya trasferencia de conocimiento entre generaciones y, al mismo tiempo, tengamos el impulso de la juventud». Algunos estudios son realmente asombrosos. Por empezar por algún lado, el grupo dirigido por Marián Ros trabaja en las pautas genéticas que regulan el desarrollo de extremidades. Álvaro Rada, otro investigador de renombre, profundiza en los genes involucrados en el desarrollo más temprano del sistema nervioso, algo que podría arrojar luz sobre el por qué se desencadenan ciertas enfermedades neuronales. Fernando Calvo, que acaba de recibir una ayuda del Consejo Europeo de Investigación (ERC), trata de comprender el modo en que las células cancerosas son capaces de engañar a las compañeras sanas que las rodean para utilizarlas en su propósito de propagar el tumor sin freno. YJuan Carlos Acosta busca maneras de estimulación del sistema inmune también para combatir el cáncer.
Centro Oceanográfico de Santander (COST-IEO)
Un paso previo para proteger el mar y todo lo que alberga es conocer el verdadero valor de lo que representa. Esa es la principal labor que se desarrolla en el Instituto Oceanográfico, también centro mixto con el CSIC. «Tenemos tres grandes áreas de investigación:acuicultura; los impactos del hombre en los fondos marinos y protección de los océanos;y otra orientada a la oceanografía y el cambio climático», explica su máximo responsable, Luis Valdés. La evaluación de la salud del mar puede llevar a comprender mejor el cambio climático o la evolución de los recursos pesqueros. Algo fundamental para saber hacia dónde orientar las políticas en este sentido, sobre todo en lo que se refiere a la protección de estos ámbitos naturales. «Lo que más proyección nos ha dado ha sido el diseño de áreas marinas protegidas», detalla Valdés. El investigador Francisco Sánchez recibió el premio de la Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad por los estudios que desembocaron en la protección de la montaña submarina de El Cachucho, en el mar Cantábrico. «Ahora mismo estamos trabajando en otros diez lugares del litoral español que merecen dicha protección». Para ello cuentan con los Fondos de Recuperación y Resiliencia de la Unión Europea:tres millones a repartir en tres años «que nos ayudarán a contratar a diez investigadores más». El problema es que el edificio que está ubicado en Santander, junto a la playa de Los Peligros, a pocos metros del Museo Marítimo, se ha quedado pequeño. «Necesitamos crecer en espacio porque el capital humano está aumentando tanto que ya no cabemos donde estamos», lamenta el director del centro.
Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas (Iiipc)
Creado en 2004, el trabajo del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas (Iiipc) se ha movido con solvencia entre la investigación, la docencia y la divulgación. Sus estudios se han centrado en el Paleolítico en el suroeste de Europa;la tecnología prehistórica y dinámicas sociales;arte y expresiones simbólicas en la Prehistoria y el origen y desarrollo de las sociedades productoras en Eurasia. Algunos de sus investigadores más destacados, como Manuel González Morales –ya jubilado pero activo en numerosas charlas y simposios– o Pablo Arias, son referentes internacionales y sus publicaciones han tenido impacto muy relevante en numerosos foros mundiales. Sobre todo porque Cantabria y su subsuelo es un escenario perfecto para todas estas investigaciones.
Los hermanos pequeños
Si todos los centros de investigación anteriores son los hermanos mayores de la ciencia cántabra, conviene no olvidar a los pequeños. Son grupos de investigación de menor dimensión pero que han logrado un gran impacto internacional en el ámbito que los ocupa. Todos ellos están integrados en el campus cántabro y los investigadores responsables son reputados por sus colegas en todo el mundo. Resulta complicado destacar sólo a unos pocos, pero es indudable que en ese grupo estaría el Laboratorio de la División de Ciencia e Ingeniería de los Materiales (Ladicim), liderado por el ingeniero José Antonio Casado. Allí lo mismo ponen a prueba la resistencia de una traviesa del AVE que la pared de un corazón humano. Otro caso, el del Grupo de Ingeniería Fotónica, dirigido por el ingeniero José Manuel López Higuera, que se ha especializado en utilizar la luz para múltiples fines. Sus trabajos con láser para diferentes utilidades médicas resultan asombrosos. Más ejemplos, el del Departamento de Física Aplicada, dirigido por Fernando Moreno y Francisco González. Ellos también trabajan, entre otros asuntos, en un dispositivo capaz de detectar las células cancerosas en el torrente sanguíneo, un paso clave para atajar la metástasis. La relación de estos grupos con otras instituciones, como el Hospital Valdecilla, resulta clave en la trasferencia de conocimiento.
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