Seis de cada diez cántabros fallecen por cáncer o enfermedades cardiovasculares

«Encaja perfectamente con lo que vemos cada día los médicos», apunta Guillermo Pombo, presidente en Cantabria de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria. El reparto entre tumores y accidentes del corazón es prácticamente simétrico. A lo largo de 2017, el número de muertes por cáncer fue de 1.683, frente a los 1.630 supuestos de fallecimientos provocados por patologías cardiovasculares. Y en el primero de estos dos apartados la incidencia fue mucho mayor entre hombres (1.018) que entre mujeres (665). El experto apunta a dos causas: por un lado a los mayores índices de curación de un tipo de cáncer que afecta principalmente a las féminas como es el de mama, y por otro a que las cifras de cánceres de pulmón entre varones se disparan. «Ahora el tabaquismo no está más extendido en un sexo que en otro, pero antes sí, y eso tiene un reflejo. Dentro de 15 años lo más seguro es que se alcance un equilibrio», confirma Pombo.

De hecho, el pasado año en Cantabria, los casos de tumores de la tráquea, de los bronquios y del pulmón fueron los más comunes (356). También superaron la centena los de colon y páncreas y en un escalón por debajo se encuentran los de hígado, mama y próstata. Las cifras apenas varían respecto a ejercicios anteriores. Por lo menos los más cercanos. La mejora de los tratamientos médicos han permitido un leve descenso en el último año, pero el incremento desde que comenzaron a realizarse estadísticas, en 1980, es notable. Casi del doble en estas cuatro décadas.

«Es algo muy lógico. Al vivir más se va dando lugar a que aparezcan los tumores que antes no daba tiempo a que apareciesen», subraya el médico de familia, que, además de los factores genéticos, apunta a algunos hábitos como el consumo de tabaco y alcohol o el sedentarismo. Y si las comparamos con las de otras comunidades autónomas se ve como Cantabria es la tercera con una tasa de muertes más elevada por este tipo de enfermedades en una tabla que encabeza Asturias.

Tras las enfermedades cardiovasculares, que apenas diferencian entre hombres y mujeres, la tercera causa de la muerte en la comunidad autónoma son las patologías respiratorias (752) y las que el INE califica como «trastornos mentales y del comportamiento». Se refiere a toda la lista de deterioros cognitivos que sufren los ancianos. Desde el párkinson hasta el alzhéimer. Aunque esa no sea la causa real, sino problemas asociados a la edad, es la que figura en el informe médico y la que se ha disparado las estadísticas de este apartado.

La efectividad de los tratamientos también han dejado en la mínima expresión algunas enfermedades que en otros momentos de la historia causaron una gran mortandad. Los ejemplos más claros pueden ser la tuberculosis (tres víctimas) o el SIDA (otras tres), que ya se ha convertido en una patología crónica. Otra que produce una gran alarma social entre las familias por su incidencia sobre los niños es la meningitis, que en esos mismos doce meses no acabó con ninguna vida.

Pero la muerte también puede llegar por causas no médicas. Lo saben bien los seres queridos de las 177 personas que en 2017 residían en Cantabria y ya no pueden contarlo. Aquí se incluyen sucesos accidentales de todo tipo, pero también homicidios (cuatro), siniestros de tráfico (21) o suicidios (27).

Aunque la pérdida de una vida siempre es un hecho traumático para los seres queridos, el drama es inversamente proporcional a la edad de la víctima. La mitad de los fallecidos tenía más de 85 años, algo que encaja con los niveles de longevidad que la región, de los más altos de España. Es más, el 87% de los finados tenía más de 65 años y las cifras entre menores de edad -afortunadamente- son mínimas.

En 2017 hubo nueve recién nacidos que, tristemente, no llegaron al año de vida. Casi todos los casos por problemas congénitos o originados en el periodo perinatal. Nada que ver con el aluvión de casos que se sucedían hace décadas. Siete menores fallecieron antes de cumplir los catorce años -dos en accidentes y cinco por tumores o leucemia-. «Es la prueba de que el sistema público funciona. Aquí particularmente. De hecho Valdecilla fue uno de los primeros hospitales en tener una unidad de neonatología», recuerda Pombo. Otra prueba es que han tenido que pasar siete años para que se dé un caso de mujer fallecida en el parto y «probablemente tuviera alguna patología previa».

Como dato curioso, el INE confirma que hay dos meses en los que el número de muertes es particularmente alto. Son enero y diciembre y se debe «no tanto al problema de la gripe como al frío, que afecta mucho a este grupo de edad». En los meses de más calor también hay un pico, pero menos pronunciado.