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Entre los alcaldes de los ayuntamientos más turísticos de Cantabria había ayer una sensación agridulce por la medida tomada por Sanidad al alcanzar sus municipios un nivel de riesgo de contagio por covid que obliga a cerrar el interior de los locales de hostelería en ... la parte más alta de la temporada veraniega. Y tras un año y medio muy penoso. Esto es lo que opinan las máximas autoridades locales de varios lugares emblemáticos que, a día de hoy, están repletos de visitantes.
«Nadie nos esperábamos estas cifras, pero ante la presión hospitalaria en Cantabria y los datos de nuestro municipio, lo tomamos con preocupación y sobre todo respetando los criterios sanitarios del semáforo covid». La alcaldesa de Castro Urdiales, Susana Herrán, lamentó ayer el efecto que pueden tener las medidas en pleno verano en un municipio «turístico» como es Castro. La edil pidió que «desde Industria se pongan en funcionamiento las ayudas pertinentes para paliar las pérdidas». Herrán avanzó que, «si la situación continúa», el Consistorio sacará ayudas al tejido empresarial como ya hicieron «en su momento» con bonificaciones fiscales o ayudas directas en caso de cierre.
La alcaldesa de Laredo, Rosario Losa, manifestó ayer su apoyo a las decisiones adoptadas por las autoridades sanitarias y se comprometió a llevar a cabo «todas las medidas sanitarias que se le soliciten» para hacer frente al «incremento de casos de covid en Laredo». Según anunció, el Ejecutivo local «seguirá apoyando a los sectores más afectados por la pandemia en el desarrollo de su actividad laboral con iniciativas que ya se están aplicando en el municipio como la supresión de la tasa de ocupación de vía pública; la cesión de espacios públicos y aparcamientos para la ampliación de zonas para la hostelería y el comercio, así como las ayudas de promoción económica a los establecimientos de locales».
«Esto va a ser una hecatombe económica para los comerciantes, para pequeños y medianos empresarios, y sobre todo, para mis hosteleros», afirmaba ayer el alcalde de Noja, «preocupado» por el anuncio de que el municipio pasaba a nivel 3. El municipio, que de 2.500 habitantes pasa a acoger 80.000 en el cambio de mes de este fin de semana, se enfrenta con preocupación a las medidas: «El planteamiento de Sanidad es complicado y la evolución de la pandemia está en números disparados, pero no es la solución cerrar el interior de la hostelería cuando hay carencias en otros aspectos. Con todos mis respetos a los técnicos de Sanidad, creo que habría que llegar a un entendimiento con otras medidas».
«La noticia no nos gusta nada, pero está claro que lo que hay es esto y hay que acatarlo. Está claro que esto nos perjudica, pero la salud es lo primero», advertía ayer Dionisio Luguera. Aunque el verano «no está siendo malo», no hay tanta gente como el año pasado, algo que achaca al mal tiempo y al aumento de casos en Cantabria, «lo que echa para atrás a las gente». Con las medidas de Sanidad, «muchos locales lo van a pasar mal porque no tienen terraza, y aunque la mayoría, el 90%, sí la tienen, esperemos que haya ayudas para compensar estas pérdidas». Según el edil, «lo que ha pasado se veía venir por las cifras en aumento, pero confío que salgamos pronto del nivel 3 si cumplimos con estas medidas».
«Todo lo que signifique cerrar es malo para todos, sobre todo para el comercio y la hostelería, que ya vienen tocados y esto les vuelve a resquebrajar, pero aquí hay que tomar medidas», dice la alcaldesa de Camargo. «Se trata de no colapsar el sistema sanitario, y cada vez hay más pacientes y más jóvenes». Por eso, Bolado apeló a la «responsabilidad» para no empeorar la situación: «No podemos relajarnos como lo hemos hecho, a nadie le gusta tomar este tipo de decisiones y mucho menos al consejero de Sanidad». A nivel municipal, dice, «el toque de queda nos estaba ayudando a controlar los botellones y las fiestas privadas, pero el resto del día es imposible controlar todos los aforos: toca ser responsables».
«Esto es un palo muy grande porque las ilusiones que teníamos puestas en el verano para la recuperación se han esfumado», lamentaba ayer el alcalde de Potes, Javier Gómez. «La gente se lo temía y lo está intentando asimilar, y desde el Ayuntamiento intentamos ayudar para amortiguar el golpe». Estaba siendo «un mes de julio bueno, comparable a meses de prepandemia, y las dimensiones de las plantillas estaban diseñadas en función de esas expectativas, que ahora no se están cumpliendo», admitía el edil, para quien las palabras que definen el sentir de Potes es «decepción y disgusto». Allí, dice el edil, no esperaban que este verano «se torcieran tanto las cosas con el índice de contagios como ha pasado».
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