La primera vez que Marta Vega leyó el 'Peleando' que tiene a la espalda en la fotografía fue cuando de verdad se planteó: «¿Cáncer? ¿ ... En serio me está pasando esto a mí?». Aún no le había dado tiempo a asimilar el diagnóstico que acababa de recibir, «porque no me sentía enferma. Yo estaba bien». Pero aquel «bultito» que tiempo atrás se había notado en un pecho «sin darle demasiada importancia», la tenía. El 14 de abril le confirmaron que no se trataba de uno sino de dos tumores de mama. «Entonces empiezas a asustarte, se activa el miedo... Lo primero en lo que pensé fue en mi madre, me preocupaba mucho que ella lo pasara mal, porque ya habíamos perdido a mi padre por un cáncer», explica.
Aquel día del mensaje en la pared acudía a un encuentro con el presidente de la Asociación Española contra el Cáncer en Cantabria (AECC), Pedro Prada, también jefe de Oncología Radioterápica de Valdecilla. «Tengo mucho cariño a este sitio. Recuerdo entrar siendo una persona, con temores, incertidumbre, dudas... y salir siendo otra completamente distinta tras hablar con él aquí. Me tranquilizó muchísimo, normalizó el cáncer, una enfermedad más que está ahí, aunque me he dado cuenta que aún cuesta hablar de ello, que parece que es un tema tabú». Por eso, esta psicóloga y profesora de la Universidad de 34 años -mucho más joven que el perfil predominante que se enfrenta a esta patología-, a la que sus compañeras de terapia describen como 'la loca valiente', se presta a compartir su testimonio con motivo del Día Internacional del Cáncer de Mama, que se conmemora hoy, 19 de octubre. «La clave para afrontar el proceso oncológico es no dejarse llevar por las emociones. El estado anímico es lo que marca un montón la diferencia».
30.000mujeres serán diagnosticadas de cáncer de mama a lo largo de 2021 en toda España.
Las recomendaciones que antes transmitía a sus clientes en consulta, se las aplica a sí misma «a lo bestia». «Y me ha ayudado un montón», admite. «A veces mis compañeras se ríen cuando las digo que a mí también me viene de visita el miedo, lo que pasa es que hay que ser compasiva contigo misma; cualquier sentimiento que aparezca no es malo, hay que permitirse sentir lo que sea, pero no dejarse llevar por ello, tomar tú las riendas y que no sea el miedo ni la preocupación, mandar tú, mientras escuchas ese runrún de fondo en tu cabeza». Este es el mensaje que dirige a todas aquellas mujeres que atraviesan el mismo trance: «Sentir miedo no es malo, hay que aprender a que el proceso del cáncer lo dirijas tú y no tu mente. No es fácil, es verdad, pero se puede».
Más de 80 diagnósticos al día
Sólo en 2021 se calcula que serán «más de 30.000 las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama en España» -82 de media al día-, como apunta Carmen Hinojo, oncóloga de Valdecilla y la doctora de referencia de Marta. «Ella me ha ayudado increíblemente», resalta esta joven santanderina, que ayer justo acudió a retirarse el drenaje, diez días después de la cirugía. «Me operaron el 7 de octubre, me quitaron los ganglios y los dos tumores, aunque la quimioterapia previa -ocho sesiones (una por semana) y otras cuatro más cañeras (cada quince días)- había hecho desaparecer uno y el otro estaba más pequeñito. La recuperación va fenomenal, pese a lo incómodo del vendaje compresivo y del drenaje», explica, que le han llevado a mudarse temporalmente con su madre.
«Lo primero que pensé cuando me diagnosticaron el tumor de mama fue en mi madre; ya perdimos a mi padre por un cáncer»
Marta Vega | Paciente con cáncer de mama
El cáncer de mama irrumpe cada año en la vida de alrededor de 270 familias en Cantabria. «Una de cada ocho mujeres va a tener un tumor de mama», apunta la oncóloga, que hace hincapié en el aumento de la tasa de supervivencia «gracias al diagnóstico precoz y a los avances en los tratamientos». «Hoy en día, una de cada ocho de esas mujeres con una enfermedad localizada tienen un buen pronóstico, con una probabilidad de curación que llega casi al 90%», añade. Durante el primer año de la pandemia de covid, las cifras habituales de diagnósticos «cayeron un 20%, no porque el cáncer hubiera desaparecido o bajado su incidencia, sino porque no llegaron a verse como consecuencia de la emergencia sanitaria», que durante los meses del confinamiento supuso aplazar consultas, pruebas diagnósticas y paralizar programas de cribado.
«Pero esas cifras se recuperaron en el primer trimestre de 2021, donde hemos asistido a un repunte que se corresponde con ese 20%», apunta Hinojo, hasta prácticamente igualar el balance esperado. «En el caso del cáncer de mama, el retraso en el diagnóstico no ha tenido tanto impacto como en otros tumores, donde puede afectar al pronóstico».
«Una de cada ocho mujeres va a tener cáncer de mama y, gracias a los avances y el diagnóstico precoz, casi el 90% de ellas lo superará»
Carmen Hinojo | Oncóloga de Valdecilla
En todo caso, la doctora recuerda que, una vez retomado el programa de detección precoz, «todas las mujeres de 50 a 69 años deben realizarse una mamografía de control cada dos años; si no han recibido la llamada, deben insistir y pedir cita, porque la edad es un factor de riesgo», de ahí que por encima de los 50 años sea más frecuente. El caso de Marta es casi excepcional. «Es cierto que al principio del diagnóstico me decían 'con lo joven que eres', por eso se pensaban que podía ser hereditario, pero no lo es, es un cáncer hormonal», expone. Un tipo de tumor que es el que más se repite de los tres grupos en los que está clasificada la enfermedad.
En concreto, como sostiene la oncóloga, «el subtipo hormonal representa el 70%». En ellos, los avances en cuanto a la determinación genómica han permitido que un 20% de estas mujeres no precise de quimioterapia tras la cirugía, con lo que eso supone en ahorro de efectos secundarios. Y la pérdida de pelo es la consecuencia más visible y que más impacto emocional lleva asociado. No reconocerse en el espejo es otra secuela que agrava el proceso de esta enfermedad, como se puso de manifiesto recientemente en el estreno de la consulta de oncoestética habilitada en Valdecilla de la mano del laboratorio farmacéutico La Roche Posay.
Pelucas de colores
Antes de empezar con la quimio, Marta tenía la melena por la cintura: «Era la cosa que más cuidaba de mi cuerpo, y de repente dices 'Se me va a caer el pelo, ¡ay Dios! ¿cómo voy a llevar esto?', pero empecé a tomar perspectiva y me dije: 'Pues voy a llevar los peinados con las pelucas que siempre he querido'. Las tengo rosa, azul, verde... de todos los colores». Ayer a la cita con este periódico acudió con un turbante azul que no dudó en quitarse para la fotografía. «Con mis compañeras de tratamiento aprendo mucho, compartimos vivencias, y me doy cuenta del miedo que hay aún a decir 'tengo cáncer'».
270es el dato aproximado de diagnósticos de cáncer de mama en Cantabria cada año.
Como explica Hinojo, también en los otros dos subtipos de tumores de mama -el triple negativo, que supone un 10% del total, y el positivo en la proteína HER2, que representa otro 15%- ha habido «avances muy relevantes» en los tratamientos, que «han cambiado el manejo de la enfermedad, con resultados muy prometedores». La Unidad multidisciplinar de cáncer de mama valora, de media, cuatro casos nuevos cada semana. Marta admite que «la peor parte fue el principio, cuando te dan el diagnóstico y aparecen sensaciones nuevas y pensamientos muy opuestos; no te sientes con cáncer, pero te invade la incertidumbre por cómo será la quimioterapia, entras en un bucle».
Pero después, añade, «en el momento que ya empiezas con el tratamiento, eso se va apagando y es mucho más fácil de lo que dice tu mente, más llevadero». Eso sí, «son cruciales» en el camino «la familia, los amigos y mi pareja», destaca Marta, «y sentir que al otro lado de la mesa de la consulta del hospital quien te habla es una persona que se preocupa por ti, te trata con cariño, eso es fundamental, y esa es mi experiencia en Valdecilla», dice agradecida.
Aún tiene por delante varias citas para las curas, un tratamiento hormonal durante cinco años y el paquete de sesiones de radioterapia que aún sean necesarias para acabar de aniquilar cualquier célula sospechosa. «¡Vamos a por ello!», dice la joven, que ha aprovechado el parón laboral obligado por la enfermedad para «hacer cosas que me gustan y para las que antes no tenía tiempo». Este «bastón para ayudarme» son «las reuniones con amigos, el dibujo, la música, que me pone el corazón rojo -he retomado las clases de solfeo-, y sobre todo he seguido entrenando en el gimnasio, el deporte también es mi terapia, ayuda a que tu cuerpo funcione mejor». La entereza y la vitalidad de Marta son los pilares en los que se apoyan también los suyos. En definitiva, actitud para seguir 'peleando'.
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