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Todo el año esperando agosto para entregarse al dolce far niente y, a la hora de la verdad, «a muchísima gente» le cuesta desenchufarse de ... su vida laboral, de sus rutinas y de sus comecocos diarios. Si es usted de esos a los que le cuesta desconectar, aquí van unas recomendaciones del decano del Colegio de Psicólogos de Cantabria, Javier Lastra, que ya sabe que es «complejo» poner el cuerpo y la mente en modo relax después de once meses de preocupaciones y carreras contra el reloj.
Por eso mismo, Lastra no es muy partidario de dar un listado de consejos puntuales -así se lo pidió este periódico- para un mes concreto («en el que hay gente que puede irse de vacaciones y otra que no, y las casuísticas pueden ser tan distintas»). Se aviene mucho más a recomendar algo muy básico, pero no tan simple como parece: quien haya entrado en agosto con la necesidad de descanso disparada, lo primero que debe hacer es «cambiar de mentalidad sobre el tiempo libre en general. Pero hay que advertir que esto es algo que requiere entrenamiento».
Porque, según el profesional, si todo el año tienes un alto nivel de aceleración, será realmente difícil bajar a otro ritmo en pocos días. «No hay más que ver a los que llegan a un bar o un restaurante y se mosquean porque no les atienden con rapidez. Pero, a ver, en vacaciones, ¿qué prisa tienes?», apunta.
El experto recuerda que el tiempo de vacaciones «es una parada, en la que hacemos un lapsus para recargarnos de energía» y esto debería animarnos a «no preocuparnos, a disfrutar del momento y a estar abiertos a dejarnos llevar por lo que venga. En demasiadas ocasiones estamos con el planteamiento 'de luego', 'de mañana' y no en el aquí y ahora», que es lo recomendable.
Y liga esta idea a esta otra: todo el año «hay que cultivar la serenidad, la calma y la paciencia». Porque si algo ve el decano del Colegio de Psicólogos es gente estresada que traslada ese mismo estrés a su tiempo de ocio, queriendo hacer mil cosas. «No podemos enfocar las vacaciones con enfados porque no salen como lo habíamos planeado».
Traducido: «No deberíamos obsesionarnos con ir a comer aquí o allá» y menos si un plan de esta clase conlleva fatigas diversas. A sus ojos, es más inteligente «organizar actividades que no nos supongan agobios». Un ejemplo: una persona que reside en Madrid y se pasa todos los días dos horas en el coche, haría bien en no usar el vehículo en su tiempo libre «y no tirarse también una hora de coche para ir a la playa. Si todo el año hacemos lo mismo, al final no se desconecta».
Ve necesaria la planificación detallada, eso sí, siempre que el objetivo sea «evitar ansiedades. Es el caso de las operaciones salida y entrada, que supondrán una menor carga si se proyectan en días y horas que no añadan estrés»... Porque ya está dicho: si vacaciones debe ser sinónimo de liberarse de presiones (de cualquier clase), hay que gestionar algunas cuestiones poniendo la vista en hacerlo todo fácil.
Cinco recomendaciones básicas
Vivir «centrado en cada momento» «Haga lo que haga (salga o no de vacaciones) es primordial centrarse en el instante que se está viviendo, sea un paisaje idílico, sea una siesta, sea una comida con amigos»
Cultivar la alegría «Hay que cultivar la alegría a diario, pero más en vacaciones, poniéndose metas razonables y no aspirando a una gran felicidad, sino valorando poder estar contento con las pequeñas cosas»
Obligarse a dejar de lado el móvil «Hay que obligarse a dejar el móvil de lado, primero unas horas al día, luego toda una mañana o una tarde. Y tomarse en serio el objetivo que uno se marca, sin excusas».
Olvidarse de las rutinas «Si las vacaciones suponen abrir un paréntesis en la rutina diaria, aprovechar para hacer cosas distintas. Incluso en algo tan simple como cambiar de súper le introduce al cerebro un factor de novedad»
No obsesionarse con los planes «No habría que obsesionarse con algunos planes como ir a comer aquí o allá. No pasa nada por no conocerlo todo. Sobre todo, si esos planes van a suponer presión o estrés»
El psicólogo añade que uno de los principales problemas que ve está en que a mucha gente le cuesta separar el trabajo de la esfera personal. «Hay multitud de personas que están todo el día rumiando preocupaciones. Y es necesario entrenarse para saber escapar de los pensamientos continuos que no conducen a nada. No solo en agosto».
Es decir, que todo el año -y no solo en vacaciones- hay que separar las obligaciones laborales «de todo lo demás. Si estás con un niño, tienes que estar con él, aprovechar» ese rato a conciencia. Según su experiencia, centrarse en el aquí y ahora, «al final es un automatismo. Es tan fácil como empezar a practicarlo siendo totalmente consciente: si te estás duchando, te centras en el agua, el jabón... Hay que reeducar el pensamiento para ponerlo en el ahora, no estar siempre pensando en el después».
Claro está, los medios digitales lo han complicado todo. «Si antes era difícil pasar del 'modo trabajo' al 'estoy libre', en estos tiempos es más difícil sustraerse», reconoce Lastra. Pero asegura que se puede lograr «teniendo clara la prioridad y obligándose. Hay que decirse: voy a no mirar el móvil en tres horas, o en toda la mañana. Si no te tomas en serio el objetivo que te marcas, vuelves a la inercia».
¿O sea, que ponerse en 'modo vacaciones' es cuestión de voluntad? «Es que si no le pones voluntad, no lo consigues. Al cerebro no le gusta lo que no conoce en algo tan simple como cambiar de súper». Por este motivo, él anima a «hacer cosas diferentes... que nos suelen hace ver lo bueno que es hacerlas».
En resumen, para vivir mejor y no llegar a las vacaciones con la lengua, Lastra ve con buenos ojos el 'carpe diem' (vivir el momento) y no estar proyectando a futuro de continuo: «es la mejor manera de no complicarse la vida. Cuando estoy en el trabajo, centrado en el trabajo. Cuando estoy fuera, olvidarme de él».
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Ana del Castillo
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