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Y al séptimo día... volvieron a trabajar

Y al séptimo día... volvieron a trabajar

Más del 22% delos cántabros trabaja uno o más domingos al mes, una realidad al alza en España

Javier Gangoiti

Santander

Domingo, 14 de julio 2019, 13:33

Cada vez son más los cántabros que madrugan el domingo. Y no precisamente para salir a correr, ir de excursión a la montaña o aprovechar al máximo la jornada con cualquier otro plan de ocio. Llega el fin de semana y mientras la mayoría se da el gusto de alargar la noche y, lo más importante, quitar el despertador, hasta un 22,3% de los trabajadores en Cantabria están a punto de iniciar otra jornada laboral. Son las 53.700 personas que el año pasado 'ficharon' uno (5,2%) o dos o más (17,1%) domingos al mes, según cifra el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Y aunque puedan parecer una 'rara avis', este calendario empieza a ser una realidad cada vez más frecuente. Ahí están los datos: en 2006, primeros registros en esta materia, los cántabros que trabajaron al séptimo día fueron 4.500 menos. Desde entonces, se han difuminado las líneas entre la oficina y el hogar, pero también la idea de una jornada ajustada sólo a los días laborales.

¿Y afecta a ambos sexos por igual? En 2018, tanto ellas como ellos sumaron 6.300 empleados, cifra compuesta por el 5,6% de mujeres trabajadoras, por el 4,9% de varones. Estos últimos, por contra, fueron mayoría entre los que 'ficharon' dos o más domingos. Aquí fueron 22.700 hombres (17,6%) por 18.600 féminas (16,6%).

Cantabria evoluciona hacia este nuevo escenario a un ritmo casi idéntico al de la media nacional (22,2%). Nada que ver todavía con Canarias o Islas Baleares, donde hasta un 32,7% y un 26,9% de la población activa trabaja cuando el resto se toma un respiro.

Y mientras los ciudadanos esperan a ver si esta forma de ocupación se acentúa o no, El Diario se ha puesto en contacto con cuatro cántabros que ya tienen por costumbre descansar entre semana: un controlador aéreo de Enaire, un agente del parque de bomberos de Villacarriedo, una empleada en una panadería de Santander y un taxista de Solares.

José Ramón Sainz | Controlador aéreo de Enaire

«Nos da igual que sea Jueves Santo que cualquier día»

José Ramón Sainz, controlador aéreo. Sane

Es marino de formación, pero hace 26 años que dirige el tráfico aéreo que entra y sale del aeropuerto de Santander como controlador aéreo de Enaire. «Se podría decir que cambié el mar por el aire. Estuve un año navegando y aprobé las oposiciones y, créeme, estar en tierra es mucho mejor que estar en el mar», asegura José Ramón Sainz de la Maza, de 53 años y natural de Santander, ya acostumbrado a verse un 31 de diciembre o un 1 de enero en la torre de control. Por eso, a estas alturas, apenas distingue entre un martes cualquiera a un domingo: «Nos da lo mismo que sea Jueves Santo que cualquier otro día. De hecho, en principio todos los días son parecidos, aunque puede ser que circunstancialmente algún domingo por la tarde pueda tener más volumen de trabajo que un sábado». Lo de descansar cuando su familia y amigos trabaja, y viceversa, se lleva con organización y sobre todo «adaptándose». Algo que no le cuesta, porque se considera «un afortunado por trabajar como controlador».

José Manuel Conde | Bombero

«Lo más difícil es ir a contrapié con la familia»

El bombero José Manuel Conde. Sane

Hasta hace pocas semanas, José Manuel Conde, de 41 años y de Obregón (Villaescusa), era el jefe del parque de bomberos de Laredo. Ahora trabaja contra el fuego y otras emergencias desde Villacarriedo, en el parque de Valles Pasiegos, aunque su horario sigue comprometido con los domingos. «Lo llevo bien porque ya son muchos años y ya te vas haciendo al calendario. Lo que más cuesta es ir a contrapié con la familia, pero se lleva con organización. También se puede hacer deporte o incluso una ferrata un lunes, que además no hay colas. Y si no, podemos arreglarnos las guardias para eventos importantes», declara. Las diferencias laborales el séptimo día de la semana se basan en la mayor afluencia de personas, lo que puede ocasionar más accidentes:«Hay más cosas que hacer, sí. En verano abundan los montañeros que se pierden o se tuercen un tobillo, algún conductor con unas copas de más o accidentes domésticos de barbacoas de domingo. ¿Y en invierno? Toca extinguir incendios».

Silvia Escallada | Empleada en La Ermita

«La ida al trabajo es más melancólicalos domingos»

Silvia Escalla, empleada en La Ermita. Roberto Ruiz

El pan es como el periódico. Es la conclusión que extrae Silvia Escallada, de 51 años y natural de Santander, que ya lleva un año en la tienda de La Ermita de la capital, después de otros tantos en otro establecimiento de la empresa. «La fábrica no para ningún día y abrimos los 365 días del año», asegura la empleada, que acumula «muchos fines de semana» 'fichando' en ese puesto: «Al principio te cuesta un poquito porque vas a trabajar cuando el resto descansa. La familia, los amigos... Complicado. Lo de irse siempre de escapada por ahí se olvidó, aunque siempre te puedes cambiar con un compañero». En relación a las diferencias que comprueba desde la tienda, Escallada es testigo de los caprichos de domingo que compran muchos santanderinos, además de las necesidades diarias. También lo nota cuando sale de casa: «Da un poco más de pereza madrugar un domingo, pero lo que es más melancólico es la ida al trabajo. Entre semana sales y ves los taxis, los autobuses, vida en la ciudad. Un domingo no hay nadie».

Lino Gutiérrez | Taxista

«Si te llaman un domingo y no estás, se lo pedirán a otro»

Lino Gutiérrez, taxista. Daniel Pedriza

Acumula cuatro años recogiendo a clientes con su taxi desde Solares, por lo que Lino Gutiérrez, de 48 años y de Maliaño, ya sabe de sobra que la mayor carga de trabajo la tiene entre semana. «Compras, médicos… La gente se mueve más y está todo abierto. Eso sí, los domingos son muy imprevisibles. Igual es ajetreado, pero no es lo normal. Puedes recoger a mucha gente de fuera que se aloja en un hotel o que quiere visitar el Parque de Cabárceno, pero también tiene muchas horas de espera hasta que llega el servicio. Gutiérrez, miembro de la Federación Cántabra del Taxi, libra sólo algunos fines de semana para descansar, pero son puntuales. ¿La razón? «Aquí vives cien por cien de la gente, y no es como Santander que va a emisora. Aquí te conocen y, si no puedes recogerles un domingo, llaman a otro compañero. Hay que estar encima y es un trabajo muy sacrificado». Se levanta pronto todos los días con ese objetivo en mente, algo a lo que ya está acostumbrado:«¿Si cuesta más los domingos? Yo soy de madrugar».

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