¿Sesentena?
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Mesa de Redacción ·
El horizonte de muchas familias traspasará las paredes del hogar y se expandirá en un radio de un kilómetro alrededor de su casaEl domingo más esperado de 2020 por los padres con niños ya está ahí, a la vuelta de la esquina, que es lo más lejos que hemos podido llegar la mayoría en los últimos cuarenta días. ¿Se dan cuenta? Nuestra cuarentena se ha convertido en ... literal y nos retrotrae al origen de la palabra, a los cuarenta días que permanecían aislados en el siglo XIV los sospechosos de padecer la peste negra. Cuarenta días en los que el abominable bicho de las fiebres nos ha utilizado como vehículos para dar la vuelta al mundo, en la mitad de tiempo que Willy Fog. Pero la palabra cuarentena se ha quedado corta para este encierro como tantas otras cosas ligadas al coronavirus. ¿Será bastante con sesentena? Ya se verá.
El 26 de abril nos traerá, como agua de mayo, la primera relajación en las medidas de confinamiento. Los niños, y no olvidemos que con ellos un adulto, podrán salir una hora al día, a elegir entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche. El horizonte de muchas familias traspasará las paredes del hogar y se expandirá en un radio de un kilómetro alrededor de su casa. Esa será su nueva parcela de libertad por espacio de sesenta minutos. ¿Se disparará la venta online de cronómetros? Quizá no, pero sólo porque esa función ya la tenemos, como tantas, en nuestros móviles. ¡Van a arder aún más los teléfonos! No por el celo que pongan los beneficiarios de la medida en cumplirla a rajatabla, sino por la obsesión de los censores de balcón de que nadie abuse de su suerte ni un segundo de más.
«He pasado de ser la pringada que tenía que cuidar de dos niños mientras trabajaba, de la que se reían las amigas solteras, a la privilegiada que recibe un aluvión de peticiones de 'déjame uno que tú tienes dos'», nos contaba nuestra compañera Ana del Castillo en la primera videoconferencia de la mañana. ¡Ay! ¿Por qué no se ofrecieron antes? Ahora es tarde. A Aitana, de cinco años, y Roi, de uno y medio, si hay que repartirlos, como hasta ahora, entre sus padres. Quien ríe la última... Pero todo tiene un precio, y en esta crisis los de algunos productos se han desbocado. «Los alquilo por un paquete de levadura».
La inmensa mayoría de padres y madres se derriten por sus hijos, pero a estas alturas sólo los que mean colonia niegan la tortura de convivir las 24 horas con sus pequeñas fieras enjauladas, niños cada vez más irritables y protestones, necesitados de calle, auténticas ollas a presión sin válvula de escape para tanta energía reprimida. Muchas familias preparan la salida iniciática del domingo como si fuera el viaje de sus vidas. Con la emoción propia del trotamundos que juega con el dedo sobre el mapamundi, diseccionan el plano del barrio para desentrañar esos rincones cuyo principal atractivo es que están en el confín que los separa del territorio prohibido.
Ana del Castillo ha descargado una de esas aplicaciones que calculan hasta dónde puedes llegar desde tu casa sin rebasar el kilómetro de distancia y que han circulado por WhatsApp a velocidad de Bugatti. Ya le tiene tomadas las medidas a Peñacastillo. «Vamos a subir hasta la peña».
También Marcos Menocal ha hecho planes para sus gemelos de once años. Candela es gimnasta y Gael futbolista. «Tienen la casa que parece un centro de alto rendimiento construido por McGyver», dice su padre, que no creo que se extrañe de que de tal palo hayan salido esas astillas. Pura madera de deportista.
Este domingo, «mascarillas, guantes y a subir parte de la montaña que tenemos al lado, que es la de El Cuco, en Mompía. Tardaremos eso, alrededor de una hora». Que estén tranquilos los delatores de balcón. Marcos se desvivirá por rebajar ese tiempo cada día. Es muy competitivo, sobre todo consigo mismo. Cuando sus hijos hayan batido el récord de cronoescalada a pie hasta el alto de El Cuco, «les pondremos patines o la bici y a rodar alrededor de la urbanización».
Menocal es muy de echar a rodar. Ahora se resigna a una o dos horas diarias de rodillo sobre la bicicleta y después, tablas de suelo para ejercitar los músculos. Seguro que su casa parece un moderno estadio olímpico, y él, en cambio, un atleta extemporáneo. La melena griega que luce se llevaba en la Olimpia del siglo VIII a. C. (no confundir con a. c.). Es uno de sus nuevos retos: no raparse los rizos hasta que acabe el confinamiento. «Si me aliso el pelo me llega a la mitad de la espalda. De aquí salgo como el conde de Montecristo».
Sobre lo que ocurrirá el domingo, no he querido quedarme con la duda. «Ana, la primera salida, ¿tu marido o tú?». «Supongo que lo echaremos a suertes». «Marcos, la primera salida, ¿tu mujer o tú?». «Sortearemos». Interesante coincidencia. Que decida el azar y que la fortuna os acompañe. A todos.
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