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Desde que empezó a coger impulso la sexta ola, a principios de noviembre, hasta ahora, que el pico se empieza a aplanar después de una ... escalada récord, el virus ha comprometido la vida de 135 personas, que son las que han acabado con complicaciones graves en la UCI de Valdecilla, «casi la mitad sin vacunar» y «la mayoría por encima de los 58 años». Pero en ese grupo de pacientes críticos se incluyen también un bebé, que ya ha recibido el alta, y una adolescente que continúa ingresada. Un balance que ha pasado casi inadvertido entre los miles de test y contagios diarios, el caos en la red sanitaria, los festejos navideños y las ganas de que la variante Ómicron haya llegado (aunque sea de forma explosiva) para poner la puntilla a una pandemia que ya se alarga durante dos años «eternos». Una situación que aún no ven cerca quienes atienden cada jornada la cara más dramática de esta enfermedad, entre pacientes intubados porque sus pulmones no pueden respirar por sí mismos, maniobras de pronación (colocados durante horas boca abajo), incertidumbre dentro y fuera de la sala y desenlaces que no siempre acaban bien. Porque «entre el 10% y el 12%» de los enfermos que pasan por la UCI pierden la batalla contra el virus.
«Tenemos una tasa de mortalidad y una estancia media similar a las de la cuarta y la quinta ola. Cuando se dice que la variante Ómicron es más leve, se refiere a que la proporción de casos infectados que van a llegar al hospital es mucho menor, pero el que viene a la UCI lo hace igual de grave que antes. No se nos tiene que olvidar que este virus mata, que lo sigue haciendo cada día y que en España esta sexta ola puede dejar entre 3.000 y 4.000 fallecidos», recuerda Juan Carlos Rodríguez Borregán, jefe de Medicina Intensiva de Valdecilla.
Ayer, el informe diario de Sanidad añadió dos muertes al negro recuento de la pandemia en Cantabria –dos mujeres de 101 y 90 años, ambas vacunadas–, que elevan a 46 las muertes registradas en esta sexta arremetida y a 663 el balance desde marzo de 2020. Por eso, ahora que se habla de 'gripalizar' el covid, Rodríguez Borregán defiende que «hay que ser cautelosos», porque «ni esta va a ser la última ola ni Ómicron será la última variante».
Aunque ya es la mutación que domina los contagios –se calcula que ya representa el 99%–, la ola de Ómicron se fusionó en diciembre con la de Delta (más agresiva), que ha sido la causante del mayor número de ingresos en Cuidados Intensivos (en torno al 75%). «Pero cuando uno llega a este punto de gravedad, en la que está en juego la vida, da igual que variante sea», precisa el médico. En términos generales, son más propensas a las complicaciones aquellas personas que presentan factores de riesgo, como obesidad, hipertensión, diabetes, o son inmunodeprimidos, lo que implica que disponen de pocas defensas para combatir la infección.
De los 27 pacientes críticos atendidos en Valdecilla al cierre del miércoles, hay varios que llevan ingresados un mes largo. Ayer por la mañana, esa cifra se había reducido a 22, «se han dado bastantes altas», lo que está permitiendo que haya una rotación suficiente de camas para «aguantar» el impacto de la ola de hospitalizaciones con las dos UCI covid de los pabellones 15 y 17.
No obstante, el plan de contingencia de Valdecilla contempla acondicionar una tercera sala «en caso de necesidad», aunque ese movimiento implicaría reducir aún más la actividad quirúrgica, puesto que se vería comprometida la Unidad de Reanimación. Y cabe recordar que en estos momentos, que ya se ha alcanzado la mayor presión asistencial desde la primera onda –Valdecilla se ocupa de 185 de los 240 enfermos covid atendidos en la red del Servicio Cántabro de Salud–, se están suspendiendo una media de cien intervenciones semanales, a sumar a las más de 200 canceladas desde mediados de diciembre, cuando comenzó el repunte de ingresos.
Aunque las cifras de incidencia acumulada en Cantabria aparecen por primera vez en negativo después de dos meses y medio de ascenso imparable –ayer tanto la de siete como la de catorce días reflejaban un tímido retroceso, que confirmaría que la onda ha tocado techo–, aún lo hacen en unos niveles tan altos (2.144 y 4.280 casos por cada 100.000 habitantes, respectivamente) que los hospitales aguardan que la oleada de ingresos continúe. «Aún nos esperan unas semanas duras», avanza Pedro Herce, gerente del Hospital Sierrallana, donde el covid ha empezado a apretar en los últimos días hasta el punto de que la planta de aislamiento habilitada, con 36 camas, ya está completa de forma permanente. De hecho, cuando la demanda empezó a crecer a principios de enero la Gerencia decidió apoyarse en el Hospital Tres Mares (Reinosa), con la idea de que absorbiera los pacientes infectados de la comarca de Campoo (ayer acogía a seis) para así descargar al de Torrelavega.
Se barajó incluso volver a dedicarlo íntegramente para ingresos covid al ver que el virus entraba en tromba en las residencias de mayores. Pues es ahí donde Sanidad tiene puesto el foco de preocupación en estos momentos, al acumularse en poco tiempo medio centenar de hospitalizados procedentes de centros de atención a la dependencia, donde ayer se contaban 657 positivos entre los residentes y 227 en los profesionales encargados de su cuidado. Por el momento, el efecto de la vacuna parece que está contribuyendo a contener los cuadros de infección más grave en este ámbito.
Pero el refuerzo de Tres Mares (dispone de capacidad para diez pacientes en cinco habitaciones con presión negativa) ha resultado insuficiente para Sierrallana. «Hemos tenido que ampliar el número de camas para covid en otra planta, dedicando sólo una parte para aislamiento porque si la destinamos entera nos obligaría a suspender actividad quirúrgica», un extremo al que el hospital de Torrelavega aún no ha llegado, «salvo de forma puntual, y no tanto por la presión de la pandemia, sino por problemas de bajas de cirujanos contagiados que no hemos podido sustituir», explica Herce. Esa es la razón por la que se ha cancelado recientemente un quirófano de Oftalmología, en Reinosa, y otro de Dermatología, en Sierrallana. Los contagios en la plantilla sanitaria (en torno a 300) son otra de las razones que están complicando la gestión del impacto de esta sexta ola tanto a nivel hospitalario como en los centros de salud.
La buena noticia es que ya aparecen los primeros estudios que confirman que las estancias hospitalarias de los infectados por la variante Ómicron son más cortas que los de Delta, lo que implica una mejor evolución. «Sí, se está empezando a notar un poco (ahora la estancia media suele ser de seis días), de forma que vamos compensando más o menos los ingresos diarios (entre 8 y 11) con los altas». De hecho, el gerente apunta que «el cuello de botella» en estas últimas jornadas se ha producido en «los traslados en ambulancia» desde el hospital a casa o a las residencias. Es esa continua rotación lo que ha permitido que hasta la fecha «vayamos aguantando», precisa.
Más problemas tienen para asumir la demanda en el Hospital de Laredo, donde los doce pacientes covid que acogía el miércoles es su máximo posible, teniendo en cuenta que no puede crecer en instalaciones. De ahí que el exceso de enfermos se remita directamente a Valdecilla, donde la atención a la pandemia ya ocupa ocho plantas, un tercio del hospital.
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