«Siempre he huido de la tontería que rodea al mundo de la moda»
La charla del sábado ·
La movida madrileña despertó la creatividad de Luis Alonso, este diseñador afincado en Cantabria que se forjó en los años locos del colorSecciones
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La charla del sábado ·
La movida madrileña despertó la creatividad de Luis Alonso, este diseñador afincado en Cantabria que se forjó en los años locos del color«Cuando llegué a estudiar a Madrid hice 'crick-crack'», teatraliza Luis Alonso (Palencia, 1958), representante de la moda y la alta costura en Cantabria. En plena movida madrileña, la ciudad era un hervidero de ideas. En ese laboratorio se forjó este castellano de origen, ... veraneante de Santander, ciudad en la que abrió su atelier en 1985. De pelo rubio oxigenado, camisas verdes y amarillas y pantalones hechos con fundas de colchones, hoy viste en riguroso negro. El cambio es solo externo, asegura quien -a punto de cumplir los 60- no pierde las ganas de empezar nuevos proyectos.
-¿Cómo recuerda esos años de la movida?
- En Madrid se vivía una vida cultural, social y de ocio en ebullición. Los escaparates de las tiendas eran grises, pero la gente se inventaba su propia ropa y salía a divertirse. Buscábamos prendas coloridas en el Rastro o viajábamos a París, al Mercado de Las Pulgas, para comprar camisetas con mensajes o zapatillas de colores. En España no había nada de eso. Yo me hacía pantalones con fundas de colchones y llevaba zapatos de punta.
-¿Cómo un joven de Palencia recién llegado a Madrid acaba dentro del meollo?
-Llegué para estudiar Arquitectura, que después cambié por la fotografía, que me apasionó, y más tarde empecé con la moda haciendo trajes a amigas y camisas a medida a amigos. Les hacía unos diseños preciosos, siempre muy bien terminados. En mi círculo de amigos entonces había arquitectos, fotógrafos, cocineros... Íbamos a muchas exposiciones de Warhol, Bacon... No por postureo, como ahora, sino porque nos fascinaba. Por la noche compartíamos discoteca con Alaska y otros artistas que todavía no eran famosos, ni se sabía que lo serían. Lo que sí presentíamos es que algo estaba ocurriendo.
-¿Fueron años muy locos?
-Fueron intensos. Yo vivía solo en un piso de alquiler, sencillo, pero en pleno barrio de Salamanca. Era el piso de las fiestas. Todos mis amigos vivían en casas estupendas, pero con sus padres, así que mi piso era el punto de reunión para cenas, fiestas, sesiones de fotos... Era un exceso la vida en sí. A mí no me gusta quedarme solo con esa etapa, es decir, lo disfruté, pero cada etapa de mi vida es especial. No comparto el pensamiento de algunos amigos que solo viven del recuerdo de esos años. Después de aquello he seguido viajando, descubriendo y celebrando fiestas de escándalo aquí en Santander. Me gusta la vida social, aunque con mis amigos, no con cualquiera. Me gusta rodearme de la gente que me divierte y que quiero.
-¿Piensa que la inspiración llega mejor trabajando?
- Curiosamente, muchas veces me ha llegado en la cama o en un bar. ¡Cuántas veces habré saltado de la cama porque me ha venido la solución que buscaba para un diseño! Me llega también escuchando música o en un bar, cuando dejo de machacarme pensando en ello. Y cuando me asalta una idea inesperadamente, no corro al taller, aunque esté contiguo a mi casa, me gusta separar las dos cosas.
Su perfeccionismo y talento le sitúan entre los referentes del norte. Diseñador autodidacta, uno de sus primeros trabajos fue el vestido de novia de su todavía amiga Arancha. Dedica once horas diarias al trabajo y desconecta leyendo novela negra; también con música de los 80, Funky, Soul... estilos que ha bailado en todas las discotecas de Madrid, donde empezó sin éxito la carrera de arquitectura. La fotografía le embaucó y la decoración le priva. Sueña con poner un anticuario. Lejos de ser un nostálgico, mira al futuro con ganas jóvenes de sorprenderse y dispuesto a cambiar de vida.
-¿Cómo fue el paso del rubio oxigenado al negro riguroso?
-No sé bien cuándo hice esa transición, pero es solo por fuera. Por dentro, me sigue gustando divertirme y en lo profesional también soy igual, un perfeccionista en el trabajo, con una línea sobria y sencilla. Mis clientas son así. Discretas, serenas. Cada uno atrae lo que irradia. Siempre he intentado huir de la tontería de la moda, no me gusta la parafernalia, aunque un poco es divertida. La moda a veces es más bonita vista desde fuera. Este mundo, desde dentro, tiene mucho estrés, presión y una vida al dictado de la industria, que resta creatividad. Me identifico más con diseñadores que presentan sus colecciones cuando están listas y no en la temporada que toca, sino cuando las consideran perfectamente acabadas.
-¿Mantiene los amigos de toda la vida?
-Sí, mis amigos son los que hice en Madrid, que luego se fueron a otras ciudades más pequeñas como Ibiza, Cádiz... Seguimos en contacto y nos visitamos. Diferencio mucho entre conocidos y amigos. También tengo la suerte de ir haciendo más amigos a lo largo del camino. Me encanta compartir con ellos lo que más me gusta de la vida, creo que de eso se trata la amistad. Cocinar para ellos, abrir las puertas de tu casa, siempre con espontaneidad. Me gustan los planes que surgen de repente y decidimos comer para continuar con la charla. En cambio, no me gusta nada lo de reservar mesa con mucha antelación. ¿Quién sabe ese día como estarás?
-¿Qué importa más: el talento o saber rodearse bien?
- Hoy en día, claramente, son años en los que importa mucho la imagen, saber moverse, mientras que el talento se deja a un lado. Las agencias de comunicación que mueven a unos creadores son las que tienen la fuerza. Pero el talento se nota enseguida, mientras que la parafernalia cae antes. Las redes sociales ayudan a darse a conocer y ponerse en contacto con otros profesionales, pudiendo surgir colaboraciones muy gratificantes. Así fue como he colaborado con el pintor Palo Pez. Juntos hemos hecho unos impermeables estilo vinilos. Me encanta trabajar en equipo y las colaboraciones con gente creativa me trastornan.
-¿Con qué sueña?
-Sueño con jubilarme, me da envidia la gente que sabe retirarse a tiempo. El próximo año cumplo 60 y quiero empezar la década de otra forma, renovándome de sector. Me gustaría, poco a poco, ir dedicándole menos tiempo a la moda y más a la decoración. Siempre he querido tener un anticuario y podría ser el momento. Me gustaría empezar un proyecto de decoración y montar una tienda. Ya tuve una que no funcionó por falta de dedicación. Aunque nunca dejaría de hacer ropa, le dedicaría el 60% de mi tiempo, y un aprendiz fiel a mi línea podría recojer el testigo. Me encanta que vengan nuevos alicientes a mi vida y generar movimiento.
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