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Muere Rafael de la Sierra, un señor de la política y pilar del regionalismo

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Roberto Ruiz

Muere Rafael de la Sierra, un señor de la política y pilar del regionalismo

Fue uno de los referentes históricos del PRC, partido que fundó junto a Revilla, y un hombre clave en la historia reciente de Cantabria

consuelo de la peña

Santander

Miércoles, 19 de junio 2019

La familia regionalista y toda Cantabria llora la pérdida de quien fue uno de los pilares del partido desde su fundación en 1978. Rafael de la Sierra González (Vioño de Piélagos, 1948) ha fallecido, a los 70 años de edad, tras una dura enfermedad, a la que plantó cara con la fortaleza y serenidad que han adornado su existencia. Ironías del destino, el veterano político deja huérfano al regionalismo poco después de conseguir su trofeo más preciado, ser el partido más votado en las elecciones autonómicas y colocar un diputado en el Congreso.

Pero su herencia imborrable permanece indeleble en la esencia del PRC, un partido que no se entiende sin Rafael de la Sierra, ni el propio De la Sierra se explica sin el partido. Su huella, no obstante, trasciende las propias fronteras del regionalismo porque fue un señor de la política, un caballero, un hombre bueno que hizo grande la política y el entendimiento entre los políticos. «Lo más duro que he dicho a un rival es que miente», confesaba en 1999 a la periodista de El Diario Donata Bustamante.

Esa manifestación refleja muy bien cómo era Rafael de la Sierra. Huía de la confrontación y nunca tuvo enfrentamientos personales, motivo por el que ha sido el hombre del consenso en el PRC, siempre amigo de sumar voluntades y ajeno a camarillas, y el muñidor de todos los pactos de Gobierno. Y por eso precisamente se le quería mucho, dentro y fuera de la política, un cariño que no se regala en democracia sino que es fruto de una trayectoria tejida a base de honestidad y amor por Cantabria y por el PRC.

La historia de este partido no puede entenderse sin Rafael de la Sierra. Eligió la carrera de Derecho para abrirse camino en la vida, una disciplina que estudió en Zaragoza y que le proporcionó los conocimientos y la formación indispensable para bucear años después con éxito por los mares de la política. Aunque antes de ponerse la toga tuvo que coger el petate y vestir la camisa verde caqui de dos bolsillos del Ejército. Fue en 1973, en el Regimiento de Artillería número 63 de Burgos. Y no le vino mal. Allí conoció a María del Carmen Morón Tejada, que después sería su esposa, con la que ha tenido dos hijas, Susana y Silvia. A la primera la inculcó la pasión por el Derecho y es profesora de Derecho Administrativo en la Universidad de Castilla La Mancha y en la actualidad letrada en el Tribunal Supremo.

Rafael comenzó a ejercer la abogacía en 1977. Su trayectoria profesional estuvo ligada a cargos ejecutivos en empresas de seguros de ámbito nacional hasta que diez años después abrió su propio despacho profesional en la capital cántabra. Para entonces ya tenía inoculado el germen del regionalismo siendo socio fundador de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), semilla del PRC que alumbró en 1978.

Junto a Miguel Ángel Revilla, de la Sierra ha sido uno de los pilares fundamentales del partido. De la mano del líder regionalista, recorrió los cuarenta años de historia del PRC, una trayectoria en la que ha sido el fiel escudero de un Revilla arrollador y omnipresente, muy en las antípodas del perfil discreto del fallecido. «Miguel Ángel es un torbellino de ideas, pero alguien tiene que poner orden en la casa, en la organización del partido, y de eso se ha ocupado siempre Rafa», reconoce un reputado regionalista.

Congreso tras congreso, De la Sierra siempre se ha encargado de coordinar la ponencia política y de dar contenido ideológico a la formación regionalista, en la que ha sido vicesecretario general y también secretario de Organización. Si había que templar gaitas con algún alcalde reunente al cumplimiento de los pactos entre partidos o algún díscolo que quería sacar los pies del tiesto, allí estaba Rafa, en la cocina del partido apagando fuegos y conciliando.

Por eso lideró las negociaciones del PRC para formar gobierno, primero con el PP y después con los socialistas. En lo institucional, ha tenido distintas responsabilidades en el Gobierno. Diputado regional desde 1991, fue consejero de Cultura, Educación, Juventud y Deporte (1990-1991); miembro de la Mesa la Mesa de la entonces Asamblea Regional de Cantabria (1993), y concejal de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Santander (1995-1999).

El pacto de gobierno suscrito en 1999 con el PP de José Joaquín Martínez Sieso llevó a Rafael de la Sierra a la presidencia del Parlamento de Cantabria, un cargo que ejerció con fortaleza pero también con la flexibilidad que le caracterizaba. Obtuvo 25 votos a favor (PP y PRC) y ninguno en contra. La abstención de la oposición es la mejor prueba de la falta de rechazo a su persona, un hito que ningún otro sucesor ha conseguido.

Al poco de asumir el cargo lidió con el encierro de 30 días de los trabajadores de Astilleros del Atlántico en la sede parlamentaria, un «incidente serio», según recordaba el propio De la Sierra hace unos meses a este periódico. Y al final del mandato se vio obligado a suspender un pleno y a desalojar a un grupo de personas, casi todas mayores, que protestaban porque se rechazó la dotación de una mayor partida presupuestaria para quienes estuvieron presos en las cárceles franquistas. Pacificador, después del incidente accedió a que leyeran un manifiesto y se zanjó el tiberio.

Presidente de la Cámara Regional

Como presidente de la Cámara regional, De la Sierra se convirtió en el adalid del consenso y el respeto a la Constitución como vía para «consolidar el sistema democrático». Como regionalista convencido durante su mandato abogó por «plantear el pleno desarrollo del Estatuto de Autonomía». Cuatro años después de la reforma del texto, creía llegado el momento de crear el Defensor del Pueblo y el Consejo Consultivo, dos figuras del estatuto que no se llegaron a poner en marcha. Pero sobre todo supo acercar la institución a la ciudadanía.

En las elecciones de 2003, encabezó la lista a la Alcaldía de Santander, y simultáneo los cargos de portavoz del Grupo Parlamentario y del Grupo Municipal en el Ayuntamiento de la capital. Aunque PRC y PSOE se convirtieron en socios de Gobierno con Revilla como presidente (2003-2011), De la Sierra permaneció al frente del grupo parlamentario como portavoz y hombre fuerte del PRC en el antiguo Hospital de San Rafael.

Tras el interregno de la legislatura de 2011-2015, cuando el PP de Ignacio Diego consiguió la mayoría absoluta, De la Sierra volvió a las responsabilidades de Gobierno, elegido por Revilla para ser su consejero de Presidencia y Justicia. La fuerte presencia del abogado en las filas del partido y en el propio Gobierno hicieron pensar que De la Sierra sería el delfín de Revilla, el sucesor del patriarca del regionalismo. Pero nada más lejos de la realidad. «No soy el futuro del PRC, no seré la persona que suceda a Revilla. Tiene que ser alguien más joven», aclaraba en este periódico en 2015 mientras daba forma al pacto de Gobierno con el PSOE y se prestaba a tutelar esa transición.

Pero el año pasado le acechó la enfermedad. De la Sierra la hizo frente sin abandonar el timón y con entereza, pero poco a poco sus fuerzas se fueron debilitando hasta que el pasado mes de abril cedió el testigo a una persona de su máxima confianza, Paula Fernández.

Aunque el partido ha llenado buena parte de su vida, no es toda su vida. Culto y melómano empedernido, disfrutaba con la música clásica y también con el deporte, preferentemente con los bolos. «Era el mejor jugador de bolos en el PRC», recuerda un compañero. Su familia –su esposa Carmen y sus hijas y nietos– han sido el mejor complemento vital. De la Sierra era de los que iba con su esposa a todos los lados y, ya abuelo, sus pequeños han sido el mejor faro. Rafael ha muerto pero su legado en cuanto a su talante dialogante y su forma de hacer política perdurarán para siempre.

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