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«Las residencias de mayores no son islas», como recuerda siempre Gema de la Concha desde la Fundación San Cándido, así que en cuanto la incidencia covid sube en la calle no tarda en llegar a los centros (en el suyo tiene once contagios). «Se ... repite una situación ya conocida, ahora con la tranquilidad que da la protección de la vacuna», señala Marian Carbajo, directora de Enfermería de Padre Menni, que registra actualmente 18 positivos entre sus usuarios, la mayor parte del bloque de psicogeriatría, y cuatro entre sus trabajadores.
Con el virus de nuevo presente en sus rutinas diarias, vuelven los cribados, los aislamientos y la reorganización de las plantillas mermadas por las bajas. «Es como un déjà vu. Aislamos a los positivos y hacemos test a sus contactos más estrechos (con los que comparten habitación o mesa de comedor), con la recomendación a las familias de restringir las visitas unos días, pero el resto de los usuarios siguen haciendo vida absolutamente normal, procuramos que no se altere la actividad del centro», precisa Carbajo.
En la última semana, los contagios en la red de residencias de mayores se han doblado -172 había ayer, de ellos 22 hospitalizados, sin contar los 59 profesionales de baja por covid-, localizándose el brote más numeroso en el Centro de Atención a la Dependencia de Cueto, con 73 residentes y 22 trabajadores positivos -datos actualizados ayer por su director, Nicolás Peña, sobre los reflejados en la web del Icass (60 y 15)-. «Hasta ahora nos habíamos librado bastante bien, pero nos pilló», declara en plena vorágine de llamadas y de intenso ajetreo.
«Al menos hemos ganado dos años. Pero está claro que hay una relación directa entre el movimiento y el riesgo de contagio. Una residencia es como un pequeño pueblo, en nuestro caso con una población de más de 500 habitantes, entre usuarios, trabajadores y visitantes, que van y vienen; el covid se mueve y nos acaba llegando, sobre todo ahora que hay una sensación de absoluta normalidad entre la población y se tiene menos cuidado, en general, lo que creo que es un error».
El incremento de casos -casi en la misma proporción que la incidencia en mayores de 60 años- se concentra en siete residencias. La segunda que más acumula es la del Valle de Toranzo, con 26 afectados. Además de los mencionados, el covid ha vuelto también a la residencia Virgen de la Salud (diez casos); al Asilo San José, de Torrelavega, donde hay siete positivos entre sus usuarios; y a La Caridad, con cinco. No consta ningún infectado en los centros que gestiona Rubén Otero, presidente de la Federación de Atención a la Dependencia (FED) de Cantabria, que cree que «acabarán saliendo» como consecuencia de la interacción social de la Semana Santa. Un pico con el que ya contaba la Consejería de Sanidad, al que habrá que sumar el impacto de la eliminación de la obligatoriedad de la mascarilla en interiores. Desde el punto de vista laboral, son 16 los centros que tienen algún trabajador de baja por covid, siendo el más perjudicado el CAD de Cueto.
«La diferencia que hemos notado en Padre Menni es que ahora los cuadros se asemejan más a una gripe, con una clínica más intensa (fiebre, malestar general...), que a un catarrillo, como fue durante la ola de Ómicron de enero, donde prácticamente se pasó de forma asintomática», describe Carbajo. Tal y como recoge el protocolo remitido desde Salud Pública para los centros sociosanitarios, los residentes positivos deben ser aislados durante cinco días desde el inicio de síntomas o desde el diagnóstico en caso de que la infección no haya dado señales.
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Una medida esta última que no comparte la gerente de San Cándido, partidaria de «revisar los protocolos» y de «normalizar la situación, igual que se está haciendo con el resto de la población. No tiene ni pies ni cabeza que una persona prácticamente asintomática no pueda salir a la calle si vive en una residencia, pero sí en caso de que se la lleven sus familiares a su casa», critica De la Concha. El director del CAD de Cueto, inmerso en el mayor brote en su centro de toda la pandemia, insiste en que «hay que proteger a los más sensibles y seguir teniendo cuidado, porque el virus sigue aquí y los más débiles son los que pagan las consecuencias de forma grave. Aunque no hemos tenido fallecimientos, no hay que olvidar que el aislamiento y el inmovilismo no favorece a los mayores con deterioro físico y mental».
Tras la última adaptación de la estrategia frente al covid, se centró el seguimiento en los colectivos vulnerables, con las residencias a la cabeza, en las que el Ministerio ya se plantea extender la cuarta dosis de la vacuna.
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